Monición de entrada
Bienvenidos hermanos a esta celebración litúrgica, en el octavo domingo del tiempo ordinario.
La liturgia de hoy nos pide que pongamos nuestra confianza absoluta en Dios y no en las cosas materiales.
Abandonados en la providencia divina, comencemos la celebración de estos misterios cantando el canto de entrada. De pie por favor.
Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
Las lecturas de hoy nos ofrecen tres imágenes bellísimas de Dios. Isaías nos lo presenta como una madre que no puede olvidar a su hijo; San Pablo habla de él como un Juez Justo y Jesús, en el evangelio de Mateo, lo muestra como el Padre providente y amoroso que cuida de sus hijos. Por eso el salmo nos llevará a entonar a este Dios un canto sereno, porque solo en él encontramos descanso.
Muy atentos escuchemos esta palabra que será, sin duda, muy providencial para cada uno de nosotros.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Isaías 49, 14-15)
El breve pasaje de la primera lectura de hoy, está tomado de la segunda parte del libro de Isaías. Es breve pero intenso. Es un canto al amor que Dios tiene para con su pueblo, a pesar de sus extravíos. Dios nunca nos abandona, aunque el mundo sí lo haga.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 49, 14-15
Sión decía:
«Me ha abandonado el Señor,
mi dueño me ha olvidado».
¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura,
no conmoverse por el hijo de sus entrañas?
Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré.
Palabra de Dios.
Salmo Responsorial (Salmo 61)
El salmo 61 hace eco a esa convicción de la primera lectura, invitándonos a descansar solo en Dios. Para el salmista Dios es roca y salvación, alcázar seguro, esperanza y refugio. Por eso nos unimos al salmista proclamando:
Salmo responsorial: 61, 2-3. 6-7. 8-9ab
R. Descansa sólo en Dios, alma mía.
Sólo en Dios descansa mi alma,
porque de él viene mi salvación;
sólo él es mi roca y mi salvación;
mi alcázar: no vacilaré. R.
Descansa sólo en Dios, alma mía,
porque él es mi esperanza;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré. R.
De Dios viene mi salvación y mi gloria,
él es mi roca firme,
Dios es mi refugio.
Pueblo suyo, confiad en él,
Monición de entrada
Bienvenidos hermanos a esta celebración litúrgica, en el octavo domingo del tiempo ordinario.
La liturgia de hoy nos pide que pongamos nuestra confianza absoluta en Dios y no en las cosas materiales.
Abandonados en la providencia divina, comencemos la celebración de estos misterios cantando el canto de entrada. De pie por favor.
Moniciones a las lecturas
Opción 1: Monición única para todas las lecturas
Las lecturas de hoy nos ofrecen tres imágenes bellísimas de Dios. Isaías nos lo presenta como una madre que no puede olvidar a su hijo; San Pablo habla de él como un Juez Justo y Jesús, en el evangelio de Mateo, lo muestra como el Padre providente y amoroso que cuida de sus hijos. Por eso el salmo nos llevará a entonar a este Dios un canto sereno, porque solo en él encontramos descanso.
Muy atentos escuchemos esta palabra que será, sin duda, muy providencial para cada uno de nosotros.
Opción 2: Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Isaías 49, 14-15)
El breve pasaje de la primera lectura de hoy, está tomado de la segunda parte del libro de Isaías. Es breve pero intenso. Es un canto al amor que Dios tiene para con su pueblo, a pesar de sus extravíos. Dios nunca nos abandona, aunque el mundo sí lo haga.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 49, 14-15
Sión decía:
«Me ha abandonado el Señor,
mi dueño me ha olvidado».
¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura,
no conmoverse por el hijo de sus entrañas?
Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré.
Palabra de Dios.
Salmo Responsorial (Salmo 61)
El salmo 61 hace eco a esa convicción de la primera lectura, invitándonos a descansar solo en Dios. Para el salmista Dios es roca y salvación, alcázar seguro, esperanza y refugio. Por eso nos unimos al salmista proclamando:
Salmo responsorial: 61, 2-3. 6-7. 8-9ab
R. Descansa sólo en Dios, alma mía.
Sólo en Dios descansa mi alma,
porque de él viene mi salvación;
sólo él es mi roca y mi salvación;
mi alcázar: no vacilaré. R.
Descansa sólo en Dios, alma mía,
porque él es mi esperanza;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré. R.
De Dios viene mi salvación y mi gloria,
él es mi roca firme,
Dios es mi refugio.
Pueblo suyo, confiad en él,
desahogad ante él vuestro corazón. R.
Monición a la segunda lectura (1 Corintios 4, 1-5)
Por última vez leeremos en este ciclo la carta a los Corintios. Pablo nos ha estado hablando en los domingos anteriores sobre las divisiones que afectaban a la comunidad de Corinto, y hoy les pide prudencia a aquellos que se dedican a juzgar a los ministros instituidos por Dios. Esa es una tarea que hay que dejársela a quien corresponde: a Dios.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 4, 1-5
Hermanos:
Que la gente sólo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora, en un administrador, lo que se busca es que sea fiel. Para mí, lo de menos es que me pidáis cuentas vosotros o un tribunal humano; ni siquiera yo me pido cuentas. La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor.
Así, pues, no juzguéis antes de tiempo: dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá la alabanza de Dios.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Mateo 6, 24-34)
El Evangelio de hoy sí que es un gran consuelo para nuestros tiempos . Jesús nos invita a no agobiarnos por lo material: la comida, el vestido, el futuro; y a dar importancia a lo principal: el Reino de Dios y su «justicia». Dios es un Padre providente.
Merece especial atención esta lectura, para la que nos preparamos con el canto del aleluya…
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 6, 24-34
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.
Por eso os digo: No estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos?
¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?
¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso.
Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Hermanos, Jesús nos ha dicho hoy: «Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso». Con esa confianza pidamos a Dios por las necesidades del mundo entero, diciendo todos:
Padre providente, escucha nuestra oración.
- Para que el Espíritu Santo inspire e ilumine a la Iglesia y la introduzca en este nuevo tiempo de preparación para la Pascua. Oremos.
- Para que los gobiernos del mundo sepan distribuir bien las oportunidades de superación, y así el progreso llegue a todos los sectores de la sociedad. Oremos.
- Para que los más necesitados encuentren realmente esa mano providente de Dios que les ayude a aliviar su situación falta de lo necesario para la sobrevivencia. Oremos.
- Para que los que este día compartimos el banquete del Señor, nos abandonemos en su providencia y busquemos primero el Reino de Dios y su justicia. Oremos.
Comunión
Lo realmente importante para nosotros es Dios. En este momento lo podemos recibir si nos acercamos a comulgar. Cantemos todos…
Final
Con la alegría de haber celebrado juntos esta Santa Eucaristía, y con la esperanza de encontrarnos nuevamente aquí el próximo domingo, nos retiramos a nuestros hogares, comprometidos con la búsqueda del Reino de Dios y su justicia.
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desahogad ante él vuestro corazón. R.
Segunda Lectura (1 Corintios 4, 1-5)
Por última vez leeremos en este ciclo la carta a los Corintios. Pablo nos ha estado hablando en los domingos anteriores sobre las divisiones que afectaban a la comunidad de Corinto, y hoy les pide prudencia a aquellos que se dedican a juzgar a los ministros instituidos por Dios. Esa es una tarea que hay que dejársela a quien corresponde: a Dios.
Evangelio (Mateo 6, 24-34)
El Evangelio de hoy sí que es un gran consuelo para nuestros tiempos . Jesús nos invita a no agobiarnos por lo material: la comida, el vestido, el futuro; y a dar importancia a lo principal: el Reino de Dios y su «justicia». Dios es un Padre providente.
Merece especial atención esta lectura, para la que nos preparamos con el canto del aleluya…
Oración de los fieles
- Para que Dios inspire e ilumine a la Iglesia y la introduzca en este nuevo tiempo de preparación para la Pascua. Oremos.
- Para que los gobiernos del mundo sepan distribuir bien las oportunidades de superación, y así el progreso llegue a todos los sectores de la sociedad. Oremos.
- Para que los más necesitados encuentren realmente esa mano providente de Dios que les ayude a aliviar su situación falta de lo necesario para la sobrevivencia. Oremos.
- Para que los que este día compartimos el banquete del Señor, nos abandonemos en su providencia y busquemos primero el Reino de Dios y su justicia. Oremos.
Comunión
Lo realmente importante para nosotros es Dios. En este momento lo podemos recibir si nos acercamos a comulgar. Cantemos todos…
Final
Con la alegría de haber celebrado juntos esta Santa Eucaristía, y con la esperanza de encontrarnos nuevamente aquí el próximo domingo, nos retiramos a nuestros hogares, comprometidos con la búsqueda del Reino de Dios y su justicia.