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Color: Verde
Salterio: IV Semana
Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. En el vigésimo domingo del tiempo ordinario les damos una cordial bienvenida a esta Santa Misa, en la que Dios nos recordará su deseo de que todos los pueblos conozcan sus caminos y busquen la salvación.
Nuestra reunión del domingo debe manifestar que somos una Iglesia acogedora, sin discriminaciones, porque también nosotros, extranjeros en tierra extraña, hemos sido acogidos por Dios, por eso celebremos jubilosos este banquete con Jesús, rey de todas las naciones.
Comencemos entonando todos el canto de entrada. De pie, por favor.
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Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
Las lecturas de hoy hablan de la universalidad de la salvación. Mientras el profeta Isaías rompe el particularismo judío y abre la salvación a los extranjeros si guardan el sábado y practican la justicia, Jesús pone como única condición la fe; por eso Pablo nos dirá que todos podemos alcanzar misericordia. Ansiando esta salvación, el creyente reza con la estrofa del salmo: “Conozcan en la tierra tus caminos, tu salvación en todas las naciones”. Ansiosos de conseguir esa salvación, escuchemos atentos.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Isaías 56, 1. 6-7)
El texto de Isaías que escucharemos hoy, anuncia a todos los extranjeros la inserción social dentro de la comunidad judía a condición de observar el sábado y comprometerse con la alianza. Esa sinceridad de corazón nos remite al texto del evangelio que escucharemos posteriormente.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 56, 1. 6-7
Así dice el Señor:
«Guardad el derecho, practicad la justicia,
que mi salvación está para llegar,
y se va a revelar mi victoria.
A los extranjeros que se han dado al Señor,
para servirlo,
para amar el nombre del Señor
y ser sus servidores,
que guardan el sábado sin profanarlo
y perseveran en mi alianza,
los traeré a mi monte santo,
los alegraré en mi casa de oración,
aceptaré sobre mi altar
sus holocaustos y sacrificios;
porque mi casa es casa de oración,
y así la llamarán todos los pueblos».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 66)
Con el salmo 66 manifestamos nuestro anhelo de que todos los pueblos conozcan la salvación de Dios. Contestaremos:
Salmo responsorial: Salmo 66, 2-3. 5. 6 y 8
R. Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R.
Monición a la segunda lectura (Romanos 11, 13-15. 29-32)
En su carta a los Romanos, Pablo ve en el rechazo de Cristo por parte del pueblo judío una situación provisional, pues eso ha posibilitado la entrada de los gentiles.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11, 13-15. 29-32
Hermanos:
Os digo a vosotros, los gentiles:
Mientras sea vuestro apóstol, haré honor a mi ministerio, por ver si despierto emulación en los de mi raza y salvo a alguno de ellos.
Si su reprobación es reconciliación del mundo, ¿qué será su reintegración sino un volver de la muerte a la vida?
Pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables.
Vosotros, en otro tiempo, erais rebeldes a Dios; pero ahora, al rebelarse ellos, habéis obtenido misericordia.
Así también ellos, que ahora son rebeldes, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia.
Pues Dios nos encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Mateo 15, 21-28)
El pasaje del Evangelio de San Mateo, que hoy escucharemos, habla de una mujer pagana cuya fe es valorada por Jesús por encima de la fe de Israel. Dios no excluye a nadie de su plan de salvación universal.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 15, 21-28.
En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:
—«Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo».
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
—«Atiéndela, que viene detrás gritando».
Él les contestó:
—«Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel».
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió:
—«Señor, socórreme».
Él le contestó:
—«No está bien echar a los perros el pan de los hijos».
Pero ella repuso:
—«Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos».
Jesús le respondió:
—«Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas».
En aquel momento quedó curada su hija.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Oremos a Dios Padre, que nos acoge a todos en su casa de oración, y digámosle con fe de la cananea:
Ten compasión de nosotros, Señor.
- Pidamos por el papa, obispos, sacerdotes y todos los misioneros comprometidos con la causa de la evangelización, para que nunca se cansen de llevar la Buena Nueva de salvación a todos los rincones del mundo. Oremos.
- Por los que tienen alguna responsabilidad en el gobierno de las naciones, para que no se dejen seducir por la tentación del poder y del dinero, sino que cumplan su servicio para promover los derechos de cada ciudadano y para construir una sociedad más justa y en paz. Oremos.
- Por los trabajadores emigrantes, que en diversos países sufren discriminación y vejaciones, para que Dios, que acoge a todos por igual, les reconforte y anime en sus dificultades. Oremos.
- Por nosotros, que hemos sido acogidos por Cristo para compartir el pan de los hijos, para que hagamos cada uno la parte que nos corresponde en la extensión del Reino de Dios aquí en la tierra. Oremos.
Presidente: Padre celestial, acoge las oraciones que tus hijos te hemos presentado y escucha también las que han quedado guardadas en nuestro interior. Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor. Amén.
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Presentación de las ofrendas
«Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben», hemos proclamado con le salmista. Junto a las ofrendes de pan y vino, presentemos también nuestra alabanza y adoración.
Comunión
Con la plena certeza de que es a Cristo a quien vamos a recibir, acerquémonos todos a comulgar. Cantamos…
Final
Hermanos, todos somos uno en Cristo Jesús. Con la alegría que nos produce la salvación que nos ha otorgado Jesús, y sabiendo que es un regalo para todos, vayamos a luchar para que muchos más reciban esta bendición.
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