Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Con mucho gozo hemos atendido hoy la invitación de Jesús a participar de su banquete, en este vigésimo octavo domingo del Tiempo Ordinario
La eucaristía es el banquete del Señor, preparado para todos. La Palabra de Dios nos hablará precisamente de ese banquete universal al que estamos invitados todos, para lo que debemos prepararnos bien.
Comencemos esta gran fiesta dominical con mucha alegría. De pie, cantamos.
Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
En las lecturas de hoy, el Reino es comparado una vez más con un extraordinario banquete al que están invitados todos los pueblos de la tierra. Para Isaías, este festín es una celebración de victoria y de consuelo en la que se enjugarán las lágrimas de todos los rostros. También el evangelio proclama la invitación universal y la invitación a convertirse primero. Mientras llega ese día, recuerda san Pablo a los filipenses, hay que prepararse para vivir fiel a Dios bajo cualquier circunstancia. Escuchemos con mucha atención.
Moniciones para cada lectura
Moniciones primera lectura (Isaías 25, 6-10a)
Con la imagen de un banquete, al que todos los pueblos serán invitados, el profeta Isaías hoy describe la soñada salvación para un pueblo, que vive la amenaza de una total destrucción. Un mensaje similar escucharemos en el Evangelio de hoy.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 25, 6-10a
Aquel día,
el Señor de los ejércitos preparará
para todos los pueblos, en este monte,
un festín de manjares suculentos,
un festín de vinos de solera;
manjares enjundiosos, vinos generosos.
Y arrancará en este monte
el velo que cubre a todos los pueblos,
el paño que tapa a todas las naciones.
Aniquilará la muerte para siempre.
El Señor Dios enjugará
las lágrimas de todos los rostros,
y el oprobio de su pueblo
lo alejará de todo el país.
—Lo ha dicho el Señor—.
Aquel día se dirá:
«Aquí está nuestro Dios,
de quien esperábamos que nos salvara;
celebremos y gocemos con su salvación.
La mano del Señor se posará sobre este monte».
Palabra de Dios.
Moniciones salmo responsorial (Salmo 22)
El salmo 22 nos pinta la imagen de un Pastor, Dios, que nos acompaña todos los días de nuestra vida. Respondamos todos:
Salmo responsorial: Salmo 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6
R. Habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.
Moniciones segunda lectura (Filipenses 4, 12-14. 19-20)
En contraste con las demás lecturas de hoy, que hablan de banquetes, en este texto que escucharemos de San Pablo se habla de cierta austeridad y parece hombre de pocas exigencias en lo material.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 4, 12-14. 19-20
Hermanos:
Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy entrenado para todo y en todo: la hartura y el hambre, la abundancia y la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo caso, hicisteis bien en compartir mi tribulación.
En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su espléndida riqueza en Cristo Jesús.
A Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios.
Moniciones Evangelio (Mateo 22, 1-14)
La salvación es para todos; pero el Evangelio de San Mateo propone, al final de la parábola de hoy, una importante enseñanza dirigida a los cristianos de su comunidad: la invitación al banquete del Reino exige un vestido de fiesta. Cantemos todos el aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 22, 1-14
En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
—«El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran:
«Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda».
Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos.
El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados:
«La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda».
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo:
«Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?»
El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros:
«Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes».
Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
- Por el Papa Francisco, para que refleje siempre esa imagen del pastor que acompaña al pueblo en su camino hacia el banquete del Reino Celestial. Oremos.
- Por nuestros gobernantes, para que, gobernando con sabiduría, busquen favorecer a los más desposeídos. Oremos.
- Por los enfermos, para que se sientan también invitados al banquete y se vistan con ese traje de fiesta. Oremos.
- Por nosotros, para que aprovechemos el tiempo para vestirnos dignamente y poder participar un día del banquete en el Reino de los Cielos. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
Después de alimentarnos con la Palabra de Dios preparamos la mesa de la eucaristía. Por eso, uniendo la ofrenda de nuestro corazón, presentemos al Señor los signos del banquete eucarístico, pan y vino, preanuncio así el banquete del cielo.
Comunión
Vestidos con el traje adecuado para la ocasión, como nos ha pedido el evangelio de hoy, acerquémonos a recibir el Cuerpo de Cristo. Cantemos.
Final
Conscientes de que Dios es nuestro pastor y que nos acompañará durante esta semana y toda nuestra vida, vayamos a ser fieles cumplidores de la Palabra que nos ha sido proclamada en esta Santa Misa. Les esperamos el próximo domingo.