Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. En el trigésimo segundo domingo del tiempo ordinario, nos llena de mucha alegría recibirles en la casa de Dios, para la celebración de la santa misa dominical.
Los últimos domingos del año litúrgico nos invitan a reflexionar sobre los acontecimientos finales de la vida humana y de la historia: la muerte, la segunda venida de Cristo, el juicio. Tras el lenguaje de las parábolas se esconde una invitación esperanzada a vivir el día a día con la mirada puesta en ese encuentro definitivo con el Señor, que nos ha de encontrar siempre preparados.
Celebremos con mucha fe la Liturgia del Día del Señor. De pie y cantemos todos.
Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
La primera lectura de hoy nos presenta a la Sabiduría personificada como una figura femenina que sale al paso de quienes la buscan y anhelan su cercanía. Y sabias son también aquellas cinco muchachas prudentes y previsoras del evangelio que van al encuentro del novio con sus lámparas encendidas. La espera del esposo se alargaba mucho y causaba inquietud en los primeros, cristianos, a quienes responde Pablo en su carta a los Tesalonicenses. Con mucha atención escuchemos.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Sabiduría 6, 12-16)
La primera lectura de hoy nos hace una exhortación a la búsqueda de la sabiduría, resaltando la facilidad con que puede accederse a ella. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de la Sabiduría 6, 12-16
La sabiduría es radiante e inmarcesible,
la ven fácilmente los que la aman,
y la encuentran los que la buscan;
ella misma se da a conocer a los que la desean.
Quien madruga por ella no se cansa:
la encuentra sentada a la puerta.
Meditar en ella es prudencia consumada,
el que vela por ella pronto se ve libre de preocupaciones;
ella misma va de un lado a otro
buscando a los que la merecen;
los aborda benigna por los caminos
y les sale al paso en cada pensamiento.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 62)
Ante Dios que se ofrece en su Sabiduría, responda en nuestra alma el anhelo por el encuentro. Un anhelo vigilante, como la tierra reseca, agostada y sin agua espera la lluvia. Con el salmo 62 manifestemos esa sed de Dios diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 62, 2. 3-4. 5-6. 7-8
R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agotada, sin agua. R.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo. R.
Monición a la segunda lectura (1 Tesalonicenses 4, 13-18)
Pablo presenta a los cristianos de Tesalónica una catequesis sobre la suerte de los difuntos y los acontecimientos del fin del mundo. Escuchemos atentamente, porque estas indicaciones son para nosotros que esperamos la segunda venida de Cristo.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 4, 13-18
Hermanos, no queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza.
Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él.
Esto es lo que os decimos como palabra del Señor:
Nosotros, los que vivimos y quedamos para cuando venga el Señor, no aventajaremos a los difuntos.
Pues él mismo, el Señor, cuando se dé la orden, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar.
Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire.
Y así estaremos siempre con el Señor.
Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Mateo 25, 1-13)
Nuevamente en el Evangelio se habla del reino de los cielos bajo el simbolismo de una fiesta de bodas, pero esta vez no se habla del festín, sino de la espera previa y vigilante, como aquellas doncellas que esperaban a su esposo. Preparémonos para este discurso de Jesús.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
—«Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas.
Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
«¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!».
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las sensatas:
«Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas». Pero las sensatas contestaron:
«Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis».
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo:
«Señor, señor, ábrenos».
Pero él respondió:
«Os lo aseguro: no os conozco».
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Oremos al Señor, nuestro Dios, que sale al encuentro de nuestros deseos y presentémosle nuestras necesidades y las de todo el mundo, diciendo juntos:
Señor, escucha nuestra oración.
- Por la Iglesia, para que siga difundiendo ese mensaje cristiano atrayente de esperanza de una vida nueva en el Reino de los cielos. Oremos.
- Por los que gobiernan las naciones, pedimos tu presencia en sus corazones para que dirijan con sabiduría y rectitud a los pueblos, y prevean los cambios profundos y acelerados de nuestro tiempo. Oremos.
- Por los marginados, desposeídos y perseguidos, para que Dios more en sus corazones y les dé fortaleza para resistir las adversidades de la vida. Oremos.
- Por nosotros que celebramos el memorial del Señor hasta que Él vuelva, para que permanezcamos en vigilancia activa y mantengamos siempre viva la llama de la fe. Oremos.
Presidente: Señor, te invocamos y levantamos nuestras manos hacia Ti para que escuches el clamor de tu pueblo. Te lo pedimos, a Ti que vives y Reinas, por los siglos de los siglos. Amén.
Presentación de los dones
Con el Pan y el vino presentemos al Señor la ofrenda interior de nuestros corazones, dispuestos a vivir atentos y vigilantes a su venida.
Comunión
Cristo nos ofrece su Cuerpo y su Sangre para que, recibiéndole con fe, tengamos la fuerza de vivir atentos y vigilantes ante la seguridad esperanzada de su venida.
Final
La Misa ha finalizado y nos retiramos a nuestros hogares y al mundo. Llevemos fe y esperanza a aquellos que la han perdido, sobre todo a los que no esperan una vida futura en la eternidad con Dios.