Monición de entrada
Queridos hermanos: Sean bienvenidos a la casa de Dios para seguir celebrando la Pascua de Cristo, con el cirio encendido, los cantos y los «aleluyas» que manifiestan nuestro gozo por la resurrección de Jesús, que sigue siendo la Buena Noticia.
Jubilosos celebremos, como una sola familia, esta Santa Eucaristía. De pie, cantamos.
Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
Tanto el evangelio como la primera lectura nos expresan la necesidad de dar testimonio de nuestra experiencia pascual. La primera carta de Juan, por su parte, nos recuerda que ese testimonio es fruto del verdadero conocimiento de Dios y ha de traducirse en el cumplimiento de sus mandamientos, el primero de los cuales es el amor. Atentos escuchemos.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Hechos de los apóstoles 3, 13-15. 17-19)
Hoy leemos parte del importante discurso misionero del apóstol Pedro, uno de los cinco suyos que ofrece el libro de los Hechos de los Apóstoles. El de hoy termina con un importante mensaje que debemos escuchar nosotros con mucha atención.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 3, 13-15. 17-19
En aquellos días, Pedro dijo a la gente:
—«El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y rechazasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo.
Rechazasteis al santo, al justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos.
Sin embargo, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, y vuestras autoridades lo mismo; pero Dios cumplió de esta manera lo que había dicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer.
Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 4)
Oremos con el salmo 4, pidiendo al señor que nos muestre su rostro, diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 4, 2. 7. 9
R. Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor.
Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración. R.
Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?». R.
En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo. R.
Monición a la segunda lectura (1 Juan 2, 1-5)
Este año leemos como segunda lectura, casi todos los domingos de Pascua, la primera carta de Juan. Hoy nos hace importantes recomendaciones para nuestra vida cristiana. Debemos escucharlas con mucha atención.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 2, 1-5
Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis.
Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo.
Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos.
Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él.
Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Lucas 24, 35-48)
Inmediatamente después de la escena de los discípulos de Emaús, que leíamos el domingo pasado, escuchamos hoy la primera aparición del Resucitado al grupo de sus discípulos. Con el canto del aleluya preparémonos para escuchar los detalles de esta aparición.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 35-48
En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice:
—«Paz a vosotros».
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma.
Él les dijo:
—«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
—«¿Tenéis ahí algo de comer?».
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo:
—«Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse».
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió:
—«Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Dios nuestro Padre, con la resurrección de su Hijo nos ha regenerado para una esperanza viva. Hagámonos portavoces de esta espera universal a través de nuestra oración.
Responderemos todos: «Ilumina nuestra vida, Señor»
- Por la Iglesia, para que la fe de la Pascua la libre de toda servidumbre y la haga más generosa en el servicio. Oremos.
- Para que la voz del Papa y nuestros obispos sea escuchada con atención por el pueblo de Dios. Oremos.
- Por nuestros políticos, para que interpreten su cargo no como un oficio o una posibilidad de ejercer poder, sino como un servicio a aquellos que los han elegido. Oremos.
- Por los cristianos que son víctima de la intolerancia religiosa o racial, de la violencia física o moral, para que Cristo resucitado les dé la fuerza para perdonar a sus enemigos. Oremos.
- Por nosotros, para que la coherencia y la verdad nos lleven a vivir como resucitados, y para que la fuerza transformante de Jesús nos convierta en testigos de su Resurrección. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
Jesucristo hoy se ha aparecido a sus discípulos. Con el pan y el vino ofrezcamos a Dios nuestro anhelo de conocerle y ser sus testigos en el mundo.
Comunión
También a nosotros Jesús se nos muestra glorioso en el Pan y el Vino, para que nosotros podamos alimentarnos de su Cuerpo y su Sangre. Acerquémonos a comer del Pan que nos da la vida eterna.
Final
Ahora llega el momento de ir a hacer vida la Palabra que hemos escuchado en esta Santa Misa. Vayamos a hacer presente a Cristo en medio del mundo, comenzando por nuestros hogares.