Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Nos complace recibirles nuevamente en este lugar Santo.
En el Decimosexto Domingo del Tiempo Ordinario, Jesús nos ha congregado, como ovejas en torno al pastor que quiere reunirnos para alimentarnos con el pan de la palabra y su cuerpo y sangre.
Dóciles al llamado del pastor, comencemos esta santa misa cantando con alegría. De pie por favor.
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Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
En las lecturas del cuarto domingo de Pascua se nos presentaba Jesús como el Buen
Pastor, con mayúsculas. Hoy aparece el mismo tema, pero con minúsculas. La liturgia de hoy nos lleva a descubrir quiénes son buenos pastores del pueblo, y quiénes malos.
Con mucha atención escuchemos la Palabra de Dios.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Jeremías 23, 1-6)
Las palabras de Jeremías, que escucharemos en la primera lectura, se dirigen a todos los que, por oficio, tienen compromiso y responsabilidad de pastores en el pueblo de Dios, ayudándonos a descubrir quiénes son los buenos y malos pastores. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Jeremías 23, 1-6
Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer las ovejas de mi rebaño —oráculo del Señor—.
Por eso, así dice el Señor, Dios de Israel:
«A los pastores que pastorean mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, las expulsasteis, no las guardasteis; pues yo os tomaré cuentas, por la maldad de vuestras acciones —oráculo del Señor—.
Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países a donde las expulsé, y las volveré a traer a sus dehesas, para que crezcan y se multipliquen.
Les pondré pastores que las pastoreen; ya no temerán ni se espantarán, y ninguna se perderá —oráculo del Señor—.
Mirad que llegan días—oráculo del Señor— en que suscitaré a David un vástago legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra.
En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo llamarán con este nombre: El-Señor-nuestra-justicia».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 22)
El salmo para este día no podía ser otro que el 22, con el que aclamamos a Dios como nuestro pastor. Lo haremos diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.
Monición a la segunda lectura (Efesios 2, 13-18)
El verdadero y buen pastor une a su rebaño. San Pablo nos presenta la obra de Cristo como unificación en un solo pueblo de griegos y judíos bajo la categoría de la pacificación.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 2, 13-18
Hermanos:
Ahora estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos.
Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su carne el muro que los separaba: el odio.
Él ha abolido la Ley con sus mandamientos y reglas, haciendo las paces, para crear con los dos, en él, un solo hombre nuevo.
Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio.
Vino y trajo la noticia de la paz: paz a vosotros, los de lejos; paz también a los de cerca.
Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Marcos 6, 30-34)
El buen pastor anunciado por Jeremías llega en la persona de Jesús de Nazaret. San Marcos resalta hoy los sentimientos de misericordia de Jesús, que a pesar del cansancio suyo y de sus discípulos, recién llegados de la misión, atiende a la muchedumbre que le busca, como ovejas sin pastor.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 30-34
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo:
—«Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco».
Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer.
Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado.
Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Oremos, hermanos, a Dios todopoderoso, que siempre atiende a su pueblo, y digámosle confiados: Señor, escucha nuestra oración.
- Por nuestros pastores: el Papa, Obispos y Sacerdotes, para que pastoreen a su rebaño al estilo de Cristo, brindándole siempre la asistencia y atención necesaria, a pesar de la fatiga y el cansancio. Oremos.
- Por nuestros gobernantes, para que se comporten de manera digna ante los ojos de Dios, obrando con honradez, justicia y sinceridad. Oremos.
- Por quienes están alejados de Cristo, para que el Evangelio cale en sus corazones y en sus conciencias y vivan en Cristo la esperanza de la gloria. Oremos.
- Por los pobres, los enfermos, los marginados y desamparados de nuestra sociedad, para que encuentren en Jesús vida y esperanza. Oremos.
- Por nosotros, reunidos en torno a Jesús, nuestro Pastor, para que busquemos siempre vivir en unidad en nuestra comunidad y nuestras familias. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
Con el pan y el vino llevemos al altar nuestras preocupaciones y necesidades. Cantemos todos.
Comunión
El pueblo que andaba como ovejas sin pastor buscó a Jesús hasta encontrarlo. Hoy Jesús se deja encontrar en las especies de pan y vino, transformadas en su Cuerpo y su Sangre. Acerquémonos a recibirle.
Final
Alimentados ahora con los misterios celestiales, pasamos a la vida cotidiana, con la fuerza recibida de Cristo para brindar nuestra ayuda y cuidar de nuestro prójimo. El Señor nos ayudará y dirá cómo ser pastores de los hermanos.
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