Monición de entrada
Bienvenidos hermanos a la celebración de la Santa Misa en este cuarto domingo de Adviento, en el que la liturgia adquiere un color mariano, pues estamos en las vísperas de la Navidad.
Esto no interrumpe ciertamente el ritmo del Adviento ni la dinámica de la preparación a la Navidad, pues María fue la que mejor vivió el Adviento y la Navidad.
Con esos sentimientos, preparémonos también nosotros, como María, para recibir a Jesús en esta Santa Eucaristía. De pie, cantamos…
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Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
Tanto la primera lectura como el salmo responsorial recuerdan la alianza que el Señor hizo con el rey David al asegurarle que su dinastía se mantendría para siempre en el trono de Judá.
Esa promesa se cumplirá en Jesús, el Mesías esperado cuyo Reino no tendrá fin, el Hijo del Altísimo concebido en el vientre de una humilde muchacha de Nazaret. Éste es el misterio que, según la carta a los Romanos, Dios había mantenido en secreto desde la eternidad y ahora es anunciado como Buena Noticia a todas las naciones. Escuchemos atentos.
Moniciones para cada lectura
Primera lectura (Samuel 7, 1-5. 8b-12. 14a. 16)
Después de construir una morada para Yahveh, el libreo de Samuel recoge la gran promesa del reino mesiánico hecha por Dios a David por el profeta Natán. Escuchémosla.
PRIMERA LECTURA
Lectura del segundo libro de Samuel 7, 1-5. 8b-12. 14a. 16
Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán:
—«Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda».
Natán respondió al rey:
—«Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo».
Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor:
—«Ve y dile a mi siervo David: «Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella?
Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel.
Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y, cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre»».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Sal 88)
El salmo 88 nos invita a una alabanza agradecida a Dios y también a recordar la promesa hecha a David. Nos unimos al salmista contestando todos:
Salmo responsorial: Salmo 88, 2-3. 4-5. 27 y 29
R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad». R.
«Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades»». R.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora».
Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable. R.
Monición a la segunda lectura (Rm 16, 25-27)
Ya al final de su carta a los Romanos, Pablo manifiesta su orgullo por haber sido el designado para anunciar a las naciones el misterio de Cristo, escondido desde los siglos, y ahora revelado para que todos los pueblos lleguen a la fe.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 16, 25-27
Hermanos:
Al que puede fortaleceros según el Evangelio que yo proclamo, predicando a Cristo Jesús, revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en los escritos proféticos, dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe al Dios, único sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Lc 1, 26-38)
Escucharemos ahora el relato del anuncio más importante en la historia de la salvación, dirigido a una joven Virgen de la estirpe de David, en cumplimiento de la promesa escuchada en la primera lectura.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
—«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
—«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le podrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
—«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?».
El ángel le contestó:
—«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible».
María contestó:
—«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Opción 1
Presidente: El día de la salvación está cerca. Dirijamos, hermanos, nuestras súplicas a Dios Padre, por la intercesión de María Santísima, para que envíe pronto a su Hijo, nuestro Salvador, y haga florecer la justicia, la paz y el amor en nuestro mundo. Lo hacemos diciendo todos:
Renuévanos, Señor, en tu amor.
- Para que, al esperar la venida de Cristo, la Iglesia , llena de gozo y consuelo divinos, anuncie a todos los pueblos su total liberación. Oremos.
- Para que el Papa, los obispos y los sacerdotes anuncien el mensaje de salvación, como verdaderos precursores y enviados de Dios. Oremos.
- Para que los que gobiernan las naciones busquen soluciones de paz, justicia y amor a los conflictos nacionales e internacionales, a fin de poner fin a las guerras y los conflictos sociales. Oremos.
- Para que el perdón y la reconciliación reinen en nuestros corazones, y que en la celebración de esta Navidad las familias se encuentren reunidas en paz. Oremos.
- Para que todos nosotros, reunidos en esta celebración eucarística, preparamos e nuestra vida los caminos del Señor y se haga realidad su venida entre nosotros. Oremos.
Presidente: Padre amoroso, deseamos vivir una Navidad auténtica y gozosa, tanto en nuestras familias como en nuestra comunidad; haz que todo lo que tenga que ver con la vida y la unidad sea signo de tu presencia entre nosotros. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
Opción 2
Presidente: Dirijamos a Dios nuestras súplicas, por intercesión de María, nuestro modelo de fe y de esperanza, para que la venida del Salvador haga florecer la justicia, la paz y el amor en este mundo.
Responderemos a cada petición: «Padre bueno, escúchanos.»
- Tú, que hoy nos recuerdas la encarnación de tu Hijo, haz que tu Iglesia siga anunciando la Buena Nueva de salvación a todo el mundo, sobre todo en aquellos lugares donde aún no conocen ni celebran la gran noticia del nacimiento del Salvador. Oremos.
- Tú, que hiciste nacer a Jesús del linaje del Rey David, haz que los gobernantes de las naciones actúen según tus preceptos y gobiernen a las naciones con justicia y equidad. Oremos.
- Tú, que enalteciste a una humilde mujer de Nazareth, haz que los más pobres en el mundo reciban lo que necesitan y que todos sus derechos sean respetados. Oremos.
- Tú, que hiciste de María la llena de gracia y la alegraste por tu presencia, ayúdanos a todos nosotros a ser en nuestros ambientes testigos de felicidad verdadera y transmitir esa alegría a los que viven desconsolados y tristes. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
En la misa, el Espíritu Santo, de manera análoga a cuando fecundó con su poder las entrañas de María, viene sobre el pan y el vino y los hace Cuerpo y Sangre del Señor. Llevemos nuestras ofrendas hacia el altar y cantemos todos…
Comunión
El Hijo de Dios se encarna en un ser humano para vivir con nosotros. Y sigue estando entre nosotros en el Pan y el Vino, Cuerpo y Sangre que ahora vamos a recibir. Acerquémonos con devoción.
Final
Con la alegría del gran acontecimiento de la Navidad, para el que nos hemos estado preparando durante este tiempo de Adviento, ahora nos retiramos a nuestros hogares, habiendo participado de la última Misa dominical previa al nacimiento de Jesús.
Nos vamos con la alegría más plena de saber que Cristo trae la paz a las naciones y, especialmente, a nuestras familias.
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