Color: verde / Salterio: Semana I
Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Nos da mucho gusto tenerles en este lugar santo para celebrar la Santa Misa correspondiente al vigésimo quinto domingo del Tiempo Ordinario.
Hoy nos presentamos ante el Señor con la marca de sencillez y servicialidad. Sencillez sin ropaje de artificio, porque a los sencillos promete Dios revelarles sus misterios. Servicialidad, porque Jesús no vino a ser servido sino a servir y a dar su vida por todos.
Con estas disposiciones, cantemos con alegría. De pie…
Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
El libro de la Sabiduría ofrece la imagen de un justo que anticipa la entrega de Jesús, sus sufrimientos y sus causas. La ambición y los deseos de poder, por los que discuten los discípulos y de los que nos habla la carta de Santiago, sólo generan luchas y conflictos.
Como también nosotros continuamos tentados por estos deseos de poder y de bienestar, conviene que pongamos mucha atención a estas lecturas.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Sabiduría 2, 12. 17-20)
Hoy, para preparar el anuncio que Jesús va a hacer en el evangelio de su muerte y resurrección, aunque con la poca comprensión de los suyos, se ha elegido esta página del libro de la Sabiduría, que habla de la suerte de los justos en medio de una sociedad que no les admite. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura de libro de la Sabiduría 2, 12. 17-20
Se dijeron los impíos:
«Acechemos al justo, que nos resulta incómodo:
se opone a nuestras acciones,
nos echa en cara nuestros pecados,
nos reprende nuestra educación errada;
veamos si sus palabras son verdaderas,
comprobando el desenlace de su vida.
Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará
y lo librará del poder de sus enemigos;
lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura,
para comprobar su moderación
y apreciar su paciencia;
lo condenaremos a muerte ignominiosa,
pues dice que hay quien se ocupa de él».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 53)
En respuesta a la primera lectura, el salmo 53 nos invita a clamar al Señor en situaciones de extrema angustia. Invoquemos a Dios y pongamos nuestra confianza en Él respondiendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 53, 3-4. 5. 6 y 8
R. El Señor sostiene mi vida.
Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende mis palabras. R.
Porque unos insolentes se alzan contra mí,
y hombres violentos me persiguen a muerte,
sin tener presente a Dios. R.
Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
dando gracias a tu nombre, que es bueno. R.
Monición a la segunda lectura (Santiago 3, 16—4, 3)
Escuchemos unas severas palabras del apóstol Santiago, que hace un diagnóstico certero sobre la incapacidad del hombre moderno para saberse en paz consigo mismo y con su mundo.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol Santiago 3, 16—4, 3
Queridos hermanos:
Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males.
La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante y sincera.
Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia.
¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra.
No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Mc 9, 30-37)
A punto de abandonar Galilea y emprender el viaje a Jerusalén, Jesús anuncia por segunda vez su muerte y resurrección a los doce. El domingo pasado oíamos el primer anuncio, al que siguió la intervención, poco afortunada, de Pedro. Esta vez tampoco encuentra Jesús mucho eco en sus apóstoles.
Cantando el aleluya nos preparamos para escuchar el Evangelio.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 9, 30-37
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía:
—«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará».
Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó:
—«¿De qué discutíais por el camino?».
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó llamó a los Doce y les dijo:
—«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
—«El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
San Pablo hoy nos ha dicho: «No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones». Confiados en que se haga la voluntad de Dios y que nos conceda aquello que le es grato a sus ojos y conviene para nuestra salvación, dirijámosle nuestras súplicas diciendo todos: «Escucha, Señor, el clamor de tu pueblo»
- Por el Papa y todo el pueblo de Dios, para que sean siempre testigos valientes y entusiastas de la Buena Noticia del Evangelio, en la humildad de saberse instrumentos de la obra de salvación de Dios. Oremos
- Por la paz en el mundo entero, para que se superen las barreras de las divisiones y se alcancen acuerdos de convivencia y paz. Oremos.
- Por las personas gravemente enfermas y por los que sufren depresión, para que puedan encontrar hombres que les den el consuelo y la fuerza que viene del Evangelio. Oremos.
- Por los que celebramos esta Eucaristía, para que aumenten en nosotros los lazos de unión y nos sintamos responsables los unos de la suerte de los otros. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
Con la alegría del canto llevemos al altar las ofrendas del vino y el pan, con nuestro esfuerzo por construir la paz en el mundo.
Comunión
La promesa de resurrección de Cristo, que escuchamos en el Evangelio de hoy, se cumplió. Acerquémonos con fe a recibir en la comunión a Cristo resucitado. Cantamos.
Final
Si queremos ser los primeros tenemos que hacernos los servidores de todos. Vayamos a nuestros hogares a realizar actos de servicio en humildad, comenzando por nuestros familiares. Les esperamos aquí el próximo domingo.