Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Nos da mucho gusto tenerles nuevamente en la casa de Dios para celebrar juntos, hoy, la Santa Misa correspondiente al quinto domingo de Cuaresma, últimas celebraciones previas a la Semana Santa, ya cercanas al Domingo de Ramos.
Con la liturgia de este día nos seguimos preparando ya para las próximas celebraciones pascuales. Con esa confianza de participar un día de la Pascua definitiva con Jesús, comencemos esta Santa Misa. De pie, cantemos todos.
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Moniciones a las Lecturas
Monición única para todas las lecturas
Este último domingo de Cuaresma insiste en presentarnos a un Dios que siempre es capaz de actuar de modo novedoso: abre ante el pueblo exiliado en Babilonia un camino de libertad en medio del desierto; cambia la suerte del salmista; empuja a Pablo hacia una meta de perfección que le será dada tras la resurrección de los muertos; da una nueva oportunidad a la mujer adúltera y le regala un futuro de libertad y plenitud. Atentos escuchemos.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Isaías 43, 16-21)
El profeta Isaías recuerda al pueblo las admirables cosas que Dios ha hecho a favor de ellos, ayudándoles en su lucha por la supervivencia en Egipto o en el desierto.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 43, 16-21
Así dice el Señor, que abrió camino en el mar
y senda en las aguas impetuosas;
que sacó a batalla carros y caballos,
tropa con sus valientes; caían para no levantarse,
se apagaron como mecha que se extingue.
«No recordéis lo de antaño,
no penséis en lo antiguo;
mirad que realizo algo nuevo;
ya está brotando, ¿no lo notáis?
Abriré un camino por el desierto,
ríos en el yermo.
Me glorificarán las bestias del campo,
chacales y avestruces,
porque ofreceré agua en el desierto,
ríos en el yermo,
para apagar la sed de mi pueblo, de mi escogido,
el pueblo que yo formé,
para que proclamara mi alabanza».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 125)
Con el salmo 125 el pueblo de Israel agradece a Dios por haberles cambiado su suerte. Nosotros también agradecemos diciendo:
Salmo responsorial: Salmo 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5.
R. El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R.
Hasta los gentiles decían: «El Señor
ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R.
Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R.
Monición a la segunda lectura (Filipenses 3, 8-14)
Las palabras de Pablo a los cristianos de Filipos, parecen comentar la invitación de Isaías a la novedad y al futuro esperanzador. Escuchemos con atención.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 8-14
Hermanos:
Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia mía, la de la Ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe.
Para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos.
No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo a ver si lo obtengo, pues Cristo Jesús lo obtuvo para mí.
Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Juan 8, 1-11)
El evangelio de hoy forma parte de esos textos que recogen disputas y controversias entre Jesús y los fariseos. Jesús pone al descubierto a todos aquellos que se quedan tranquilos con cumplir las leyes.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 8, 1-11
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:
—«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿Qué dices?».
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
—«El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra».
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos.
Y quedó sólo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó:
—«Mujer, ¿Dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?».
Ella contestó:
—«Ninguno, Señor».
Jesús dijo:
—«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
A Dios Padre que nunca nos deja solos, como nunca dejó solo a Jesús en el cumplimiento de su voluntad, confiemos nuestra oración diciendo todos juntos:
Quédate con nosotros, Señor.
- Por nuestra Santa Iglesia, para que siempre sea un lugar de acogida, donde todos podamos ser escuchados, y encontremos la misericordia y el perdón. Oremos.
- Pidamos también por la paz y la dignidad de los pueblos, para que cesen las guerras, las prevaricaciones, el terrorismo y todas aquellas prácticas perversas que aniquilan a la humanidad y la hacen esclava de poderes violentos. Oremos.
- Por quienes han sido juzgados de manera injusta y viven en prisión, para que el Señor, que conoce las consciencias de cada persona sea su juez y los mantenga firmes en la fe, colmándoles de paciencia y fortaleza hasta alcanzar su libertad.. Oremos.
- Por todos aquellos que sufren persecución a causa de la fe, para que no pierdan el coraje de dar testimonio de Cristo y de su Evangelio. Oremos.
- Por todos los que hoy celebramos esta Santa Eucaristía y hemos escuchado la Palabra de Dios, para que no nos creamos mejores que los demás ni nos convirtamos en jueces, sino que aprendamos de Jesús a ser comprensivos y misericordiosos con todos. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
Con las ofrendas de pan y vino, ofrezcamos a Dios también nuestro perdón a quienes nos han ofendido.
Comunión
Reconciliados con Dios, acerquémonos ahora a comer de su cuerpo, que nos da la vida eterna.
Final
Después de haber participado de esta Santa Misa y haber escuchado el mensaje de perdón y compasión, vayamos a nuestros hogares a construir una sociedad diferente. Cantamos.
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