Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Les damos la más cordial bienvenida a la casa de Dios para la celebración de esta Santa Misa en el Segundo Domingo Después de Navidad.
En los primeros días del nuevo año, seguimos meditando y celebrando el gran misterio de la Encarnación del Hijo de Dios en nuestra historia. Imitando, también en esto, la actitud de María, la Madre, que «conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón».
Animados por estos sentimientos, comencemos la celebración de estos misterios cantando juntos. De pie por favor.
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Moniciones para las lecturas
Monición para todas las lecturas
En Navidad celebramos que “Dios-está-con-nosotros” y las lecturas de este domingo nos ayudan a seguir profundizando en el misterio de su Encarnación. La Sabiduría que se presenta a sí misma en el libro del Eclesiástico viene de Dios. Inspirándose en este pasaje, el prólogo del evangelio de Juan nos cuenta la historia de la Palabra que estaba junto a Dios pero viene a habitar en medio de nosotros. Pablo, en la segunda lectura, afirma que todo ello responde al proyecto trazado por Dios desde la eternidad. Pongamos mucha atención a estas lecturas.
Monición para cada una de las lecturas
Monición a la primera Lectura (Eclesiástico 24. 1-2. 8-12)
El Libro del Eclesiástico, en el texto de hoy, «prepara» bien la lectura del prólogo de Juan, porque habla de la sabiduría de Dios. Jesucristo es simultáneamente sabiduría, designio salvífico y encarnación de Dios. Escuchemos.
Lectura del libro de Sirácida 24. 1-2. 8-12
La sabiduría hace su propio elogio,
se gloría en medio de su pueblo.
Abre la boca en la asamblea del Altísimo
y se gloría delante de sus Potestades.
En medio de su pueblo será ensalzada
y admirada en la congregación plena de los santos;
recibirá alabanzas de la muchedumbre de los escogidos
y será bendita entre los benditos.
Entonces el Creador del Universo me ordenó,
el Creador estableció mi morada:
—Habita en Jacob,
sea Israel tu heredad.
Desde el principio, antes de los siglos, me creó,
y no cesaré jamás.
En la santa morada, en su presencia ofrecí culto
y en Sión me estableció;
en la ciudad escogida me hizo descansar,
en Jerusalén reside mi poder.
Eché raíces en un pueblo glorioso,
en la porción del Señor, en su heredad.
Palabra de Dios.
Monición al salmo Responsorial: Sal 147
Con el salmista alabamos a Dios que sigue transmitiendo su mensaje a la tierra. Nosotros proclamemos nuestra fe en la encarnación del Verbo y con una visión cristiana digamos todos:
Salmo responsorial: Salmo 147, 12-13. 14-15. 19-20
R. La Palabra se hizo carne
y acampó entre nosotros.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R.
Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz. R.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R.
Monición a la segunda Lectura (Ef 1, 3-6. 15-18)
En el texto que escucharemos de la Segunda Carta a los Efesios, canta Pablo las excelencias incomparables de la nueva vida en Jesucristo, que se encarnó y habitó entre nosotros.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 3-6. 15-18
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por eso yo, que he oído hablar de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestro amor a todos los santos,
no ceso de dar gracias por vosotros,
recordándoos en mi oración,
a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos.
Palabra de Dios.
Monición al evangelio (Jn 1, 1-18)
Escucharemos hoy, con el prólogo del evangelio de San Juan, el mejor resumen teológico, no sólo del misterio de la Navidad, sino de toda la historia de la salvación. Cantemos primero el Aleluya para escuchar este gran mensaje.
Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 1-18
En el principio ya existía la Palabra,
y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.
La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo,
y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida,
y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas,
y las tinieblas no la recibieron.
Surgió un hombre enviado por Dios,
que se llamaba Juan:
éste venía como testigo,
para dar testimonio de la luz,
para que por él todos vinieran a la fe.
No era él la luz,
sino testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera,
que alumbra a todo hombre.
Al mundo vino, y en el mundo estaba;
el mundo se hizo por medio de ella,
y el mundo no la conoció.
Vino a su casa,
y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron,
les da poder para ser hijos de Dios,
si creen en su nombre.
Éstos no han nacido de sangre,
ni de amor carnal,
ni de amor humano,
sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne
y acampó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria:
gloria propia del Hijo Único del Padre,
lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él
y grita diciendo:
—«Éste es de quien dije:
«El que viene detrás de mí
pasa delante de mí,
porque existía antes que yo»».
Pues de su plenitud
todos hemos recibido,
gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés,
la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás:
Dios Hijo único, que está en el seno del Padre,
es quien lo ha dado a conocer.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
- Para que la Iglesia siga haciendo presente al Verbo encarnado en todos los rincones de la tierra. Oremos.
- Para que los proyectos de nuestros gobernantes para este año que recién inicia sean llevados a cabo en beneficio de todos los habitantes de nuestro país, sin parcialidad alguna. Oremos.
- Para que los más necesitados encuentren en todos nosotros esa ayuda que necesitan. Oremos.
- Para que esta asamblea haga vida la Palabra que hoy se nos ha transmitido. Oremos.
Ofrendas
Llevemos ahora al altar las ofrendas de Pan y Vino, con las que también presentamos nuestras ilusiones y esperanzas para este nuevo año.
Comunión
Jesús, que se hizo carne y habitó entre nosotros, quiere seguir habitando en nuestros corazones. Acerquémonos a recibirle.
Final
Cristo habita ya entre nosotros. Despidámonos de esta asamblea y vayamos a hacerlo presente en el mundo que nos rodea.
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