Monición de Entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Sean todos bienvenidos a la misa de hoy, 4 de enero, con la que continuamos nuestras celebraciones previas a la Solemnidad de la Epifanía del Señor.
Si ayer nos alegrábamos de la gran afirmación de que somos hijos, hoy la carta de San Juan insiste en las consecuencias de esta filiación: el que se sabe hijo de Dios no debe pecar.
Sabiéndonos hijos de Dios y reconociendo que nuestra debilidad necesita de los sacramentos para fortalecerse y resistir a las tentaciones del pecado, comencemos la celebración de esta misa con el canto de entrada. De pie, por favor.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Juan 3, 7-10)
La lectura que escucharemos de San Juan, hace una contraposición entre los hijos de Dios y los hijos del diablo, distinguidos fácilmente por las obras de cada uno, por su estilo de vida. Dejémonos instruir por esta Palabra, escuchándola atentamente.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 7-10
Hijos míos, que nadie os engañe. Quien obra la justicia es justo, como él es justo.
Quien comete el pecado es del diablo, pues el diablo peca desde el principio.
El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo.
Todo el que ha nacido de Dios no comete pecado, porque su germen permanece en él, y no puede pecar, porque ha nacido de Dios.
En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 97)
En el inicio del nuevo año seguimos con el salmo 97. Hoy pedimos, con este salmo, que Dios nos regale la victoria a nosotros también sobre el mal del pecado. Hagámoslo diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo Salmo 97, 1-2ab. 7-8a. 8b-9
R. Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes. R.
Al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud. R.
Evangelio (Juan 5, 33-36)
Seguimos leyendo la primera página del ministerio mesiánico de Jesús. Hoy escucharemos el relato de los primeros discípulos de Jesús. Con el canto del aleluya, preparemos nuestro corazón para la escucha. De pie, por favor.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 35-42
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
—«Éste es el Cordero de Dios».
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta:
—«¿Qué buscáis?».
Ellos le contestaron:
—«Rabí (que significa Maestro), ¿Dónde vives?».
Él les dijo:
—«Venid y lo veréis».
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice:
—«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)».
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:
—«Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro)».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: A Dios Padre omnipotente, que realiza maravilla en la vida de quien confía en Él, dirijamos nuestra oración diciendo todos:
Haz que moremos en tu amor, Señor.
- Por el Papa, los obispos, los sacerdotes y religiosos, para que sepan presentar a Jesús como el Maestro a las nuevas generaciones, que buscan un modelo a seguir, y llevarlos así a gozar de una vida plena en Cristo Jesús. Oremos.
- Por los que gobiernan las naciones, especialmente por los de nuestro país, para que trabajen por el bien moral de nuestra sociedad, haciendo todo el esfuerzo posible por erradicar la prostitución, la pornografía, el tráfico de drogas, en beneficio de los que, por la fragilidad humana, caen en estas estructuras de pecado. Oremos.
- Por todos los que sufren por haberse alejado de Cristo y han perdido la fe y, con ella, el gusto y el sentido de la vida, para que tengan una nueva experiencia del amor de Dios que nunca se cansa de buscar a cada hombre. Oremos.
- Por todos los que este día nos reunimos en este lugar, cristianos que hemos encontrado al Señor Jesús, para que, con gratitud, guardemos en la memoria el momento en el que experimentamos la mirada de Jesús sobre cada uno de nosotros de manera personal, única e irrepetible. Oremos.
Presidente: Padre bueno, escucha nuestras plegarias y concédenos morar en el amor de Cristo para que nuestra alegría sea plena. Él, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Con alegría llevamos ahora al altar los dones de pan y vino.
Comunión
«Andrés le dijo a su hermano Simón: hemos encontrado al Mesías» Nosotros también lo hemos encontrado y Él nos invita a participar de su banquete eucarístico. Acerquémonos a comulgar.
Final
Hermanos, la liturgia de hoy nos ha recordado que los hijos de Dios debemos abandonar el estilo del mundo o del diablo, renunciar al pecado y vivir como vivió Jesús. Retornemos a nuestros hogares a vivir en la luz, desterrando el pecado de nuestra vida.
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Fuentes: Aldazábal, J. Enséñanos tus Caminos 1. Adviento y Navidad día tras día, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo de Adviento y Navidad, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.