Monición de entrada
Queridos hermanos, sean todos bienvenidos a la celebración eucarística de hoy. Nos llena de mucha alegría tenerles en la casa de Dios en el día en que celebramos a la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia.
El lunes posterior a la Solemnidad de Pentecostés, cada año celebramos la Memoria de la bienaventurada Virgen María, madre de la Iglesia, a quien Cristo encomendó sus discípulos para que, perseverando en la oración al Espíritu Santo, cooperaran en el anuncio del Evangelio.
Acompañados por nuestra Madre Santísima, en nuestro caminar cristiano, comencemos esta gran celebración con el canto de entrada. De pie y cantemos todos.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Génesis 3, 9-15. 20)
El relato que escucharemos, del libro del Génesis, está centrado en la reacción de Dios frente a la desobediencia de Eva, la madre de todos los que viven, que se contrapone a la obediencia de María, la nueva Eva, la madre de la Iglesia. Escuchemos atentos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis 3, 9-15. 20
Después que Adán comió del árbol, el Señor llamó al hombre:
—«¿Dónde estás?».
Él contestó:
—«Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí».
El Señor le replicó:
—«¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?».
Adán respondió:
—«La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí».
El Señor dijo a la mujer:
—«¿Qué es lo que has hecho?».
Ella respondió:
—«La serpiente me engañó, y comí».
El Señor Dios dijo a la serpiente:
—«Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón».
El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 86)
En la celebración de hoy, todo lo que el salmo 86 dice de la Ciudad de Dios, lo podemos decir también de la Madre de la Iglesia. Unámonos al salmista diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 86, 1-2.3 y 5. 6-7
R. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!
Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios! R.
Se dirá de Sión: «Uno por uno,
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado». R.
El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí». R.
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti». R.
Monición al Evangelio (Jn 19, 25-34)
El Evangelio de san Juan nos recuerda hoy ese bello pasaje bíblico, donde Jesús nos entrega a su madre como madre nuestra, como Madre de la Iglesia. Cantemos todos el aleluya para escuchar luego esta alegre noticia.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 19, 25-34
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
—«Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo:
—«Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura, dijo:
—«Tengo sed».
Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús probó el vinagre y dijo:
—«Todo está cumplido», e, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Entonces, los judíos, como era el día de la preparación de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz. Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados con Jesús. Pero al llegar a él, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: A Dios, Padre de bondad, pidamos que escuche nuestras súplicas y las acoja con misericordia, pues lo hacemos por intercesión de nuestra Buena Madre. Respondamos todos:
Por intercesión de María, Madre de la Iglesia, escúchanos, Señor
- Por la Iglesia, para que el papa, los obispos y todos los ministros ordenados,
anuncien siempre la salvación en Cristo y la poderosa intercesión y amable
maternidad de la Virgen María. Roguemos al Señor. - Por todos los pueblos de la tierra, para que descubran en la condición de los bienes materiales, culturales y espirituales el camino seguro para un futuro de progreso real en la serenidad y en la paz. Roguemos al Señor.
- Por los más necesitados de nuestra sociedad, para que todos reciban la ayuda y el calor de un servicio generoso por parte de quienes, como María, consagran su vida en beneficio de los demás. Roguemos al Señor.
- Por todos nosotros, reunidos en esta celebración mariana, para que el espíritu de gratitud y de alabanza que brilló en la Virgen María nos haga siempre fieles y agradecidos en los momentos de prueba y de alegría. Roguemos al Señor.
Por nuestra comunidad (parroquial) para que experimentemos la esperanza cierta
de sentir a María, nuestra buena Madre, como modelo de fiel seguimiento del
Evangelio de Cristo. Roguemos al Señor.
Presidente: Padre misericordioso, Tú que conoces nuestro corazón, ven en ayuda de la debilidad humana y, por intercesión de María, Madre de la Iglesia, escucha nuestras súplicas. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Con las ofrendas de pan y vino, presentemos al altar también nuestra gratitud a Dios por habernos dado a la Santísima Virgen María como nuestra madre.
Comunión.
La Santísima Virgen María fue la primera en recibir a Jesús en su corazón. Ahora nosotros podemos también recibirle en la sagrada comunión. Acerquémonos cantando y con devoción.
Final
Queridos hermanos, como miembros de la Iglesia, tenemos una Madre, la Santísima Virgen María. Así como Juan se la llevó a su casa, también nosotros llevémosla hoy a nuestros hogares para que nos guíe hacia su hijo Jesús.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 4, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia; Farnés Sherer, Pedro, Moniciones y Oraciones Sálmicas, Ed. Regina, Mallorca, 1978.