Monición de entrada
Queridos hermanos, tengan todos muy buenos días (tardes, noches). Nos llena de mucha alegría recibirles en la casa de Dios para la misa de este día, lunes de la segunda semana de Pascua.
Cristo está vivo y su Espíritu animaba a las primeras comunidades y nos impulsa a nosotros también. Seguros de ello y con la alegría de la Pascua, comencemos esta santa misa con el canto de entrada. De pie y cantemos.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Hechos de los apóstoles 4, 23-31)
Continuando con la lectura de los acontecimientos posteriores a la resurrección de Jesús, narrados por los Hechos de los Apóstoles, hoy Pedro y Juan vuelven a donde estaban reunidos «los suyos» y, al contarles lo que había pasado en su encuentro con las autoridades, la comunidad reacciona de tal forma que nos da una gran lección de cómo enfrentar las adversidades de la vida.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4, 23-31
En aquellos días, puestos en libertad, Pedro y Juan volvieron al grupo de los suyos y les contaron lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y los ancianos.
Al oírlo, todos juntos invocaron a Dios en voz alta:
—«Señor, tú hiciste el cielo, la tierra, el mar y todo lo que contienen; tú inspiraste a tu siervo, nuestro padre David, para que dijera:
«¿Por qué se amotinan las naciones, y los pueblos planean un fracaso? Se alían los reyes de la tierra, los príncipes conspiran contra el Señor y contra su Mesías».
Así fue: en esta ciudad se aliaron Herodes y Poncio Pilato con los gentiles y el pueblo de Israel contra tu santo siervo Jesús, tu Ungido, para realizar cuanto tu poder y tu voluntad habían determinado. Ahora, Señor, mira cómo nos amenazan, y da a tus siervos valentía para anunciar tu palabra; mientras tu brazo realiza curaciones, signos y prodigios, por el nombre de tu santo siervo Jesús».
Al terminar la oración, tembló el lugar donde estaban reunidos, los llenó a todos el Espíritu Santo, y anunciaban con valentía la palabra de Dios.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 2)
Como la comunidad reunida en torno a Pedro y Juan oraron con el salmo 2, nosotros también lo hacemos ahora diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 2, 1-3. 4-6. 7-9
R. Dichosos los que se refugian en ti, Señor.
¿Por qué se amotinan las naciones,
y los pueblos planean un fracaso?
Se alían los reyes de la tierra,
los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías:
«Rompamos sus coyundas,
sacudamos su yugo». R.
El que habita en el cielo sonríe,
el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira,
los espanta con su cólera:
«Yo mismo he establecido a mi rey
en Sión, mi monte santo». R.
Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho:
«Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones,
en posesión, los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza». R.
Monición al Evangelio (Juan 3, 1-8)
A partir de hoy, durante todo el Tiempo Pascual, leeremos el evangelio de san Juan. Empezando este día con el capítulo tercero, el diálogo entre Jesús y Nicodemo.
Cantemos primero el aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 1-8
Había un fariseo llamado Nicodemo, jefe judío. Éste fue a ver a Jesús de noche y le dijo:
—«Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él».
Jesús le contestó:
—«Te lo aseguro, el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios».
Nicodemo le pregunta:
—«¿Cómo puede nacer un hombre, siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?».
Jesús le contestó:
—«Te lo aseguro, el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: «Tenéis que nacer de nuevo»; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: A Dios Padre que nos invita a seguir la voz del Espíritu, dirijamos nuestra oración.
Envía tu Espíritu, Señor.
- Por la Iglesia, maestra en la fe y madre del pueblo de Dios, para que enseñe a los hombres de este tiempo a renacer de lo alto, formándolos en la docilidad para recibir el don del Espíritu que siempre genera a la vida nueva. Oremos.
- Por el Santo Padre Francisco, para que, fuerte en la fe, no dude jamás en responder con franqueza a las preguntas que surgen del corazón del hombre, y que sea testigo auténtico del primado de la vida en el espíritu. Oremos.
- Por los gobernantes de las naciones, especialmente por los de nuestro país, para que, abandonando la lógica del poder y de la supremacía, se dediquen al verdadero bien de las naciones y del pueblo que les ha sido confiado, siendo promotores de una sociedad más justa y solidaria. Oremos.
- Por los que se sienten tristes, solos y abandonados, para que encuentren en la oración su consuelo y la respuesta a las interrogantes que la vida les plantea. Oremos.
- Por esta comunidad, para que, a ejemplo de la comunidad reunida en torno a Pedro y Juan, sepamos acompañar a nuestros sacerdotes con nuestra oración constante por sus necesidades. Oremos.
Presidente: Señor, escucha nuestras oraciones, también aquellas que han quedado en nuestro corazón, y guíanos por el camino que conduce a tu Reino. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Con las ofrendas de pan y vino que llevamos al altar, presentamos también las inquietudes de esta comunidad ante las adversidades de la vida.
Comunión.
Cristo ha resucitado y nos ilumina con su presencia. Vayamos con fe a comulgar.
Final
«Anunciaban con valentía la Palabra de Dios», nos dice al finalizar la primera lectura de hoy. También nosotros, impulsados por el mismo Espíritu, vayamos a anunciar al mundo que Cristo vive y prediquemos su Palabra.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 3 La Pascua día tras día, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1999; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo de Cuaresma y Pascua, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.