Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Les damos la más cordial bienvenida a la casa de Dios para celebrar juntos la santa misa en el martes de la sexta semana de Pascua.
Cada vez más cerca de la fiesta de Pentecostés, Jesús sigue anunciándonos la venida del Espíritu Santo.
Que ese mismo Espíritu nos anime a vivir con fe la celebración de estos misterios y comencemos con el canto de entrada. De pie, por favor.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Hechos de los apóstoles 16, 22-34)
Ayer la primera lectura nos hablaba del éxito de Pablo y sus acompañantes. Hoy nos habla de la persecución, la paliza y la cárcel. Pero en todo interviene el poder de Dios. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 16, 22-34
En aquellos días, la plebe de Filipos se amotinó contra Pablo y Silas, y los magistrados dieron orden de que los desnudaran y los apalearan; después de molerlos a palos, los metieron en la cárcel, encargando al carcelero que los vigilara bien; según la orden recibida, los metió en la mazmorra y les sujetó los pies en el cepo.
A eso de media noche, Pablo y Silas oraban cantando himnos a Dios. Los otros presos escuchaban. De repente, vino una sacudida tan violenta que temblaron los cimientos de la cárcel. Las puertas se abrieron de golpe, y a todos se les soltaron las cadenas. El carcelero se despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada para suicidarse, imaginando que los presos se habían fugado. Pablo lo llamó a gritos:
—«No te hagas nada, que estamos todos aquí».
El carcelero pidió una lámpara, saltó dentro, y se echó temblando a los pies de Pablo y Silas; los sacó y les preguntó:
—«Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?».
Le contestaron:
—«Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia».
Y le explicaron la palabra del Señor, a él y a todos los de su casa.
El carcelero se los llevó a aquellas horas de la noche, les lavó las heridas, y se bautizó en seguida con todos los suyos, los subió a su casa, les preparó la mesa, y celebraron una fiesta de familia por haber creído en Dios.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 137)
Pablo podía cantar con toda razón el salmo que hoy la liturgia nos ofrece. Unámonos nosotros al salmista diciendo:
Salmo responsorial: Salmo 137, 1-2a. 2bc y 3. 7c-8
R. Señor, tu derecha me salva.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario. R.
Daré gracias a tu nombre
por tu misericordia y tu lealtad.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R.
Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R.
Monición al Evangelio (Juan 16,5-11)
Las palabras de despedida de Jesús, que hoy escucharemos, produjeron tristeza en sus discípulos. Pero Jesús les da las claves para que la superen. Preparémonos para escuchar con atención esta Buena Noticia.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 16,5-11
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: «¿Adónde vas?» Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, lo que os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio, si me voy, os lo enviaré.
Y cuando venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado».
Palabra del Señor.
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Oración de los fieles
Presidente:
Sabiendo que somos partícipes de la misión de la Iglesia en este mundo, pidamos a Dios que nos haga cada vez más capaces de llevar la verdad del Evangelio al mundo y digamos:
Escúchanos, Señor.
- Por la santa Iglesia de Dios, para que, con corazón de madre, esté siempre dispuesta a acoger y guiar a quienes acuden a ella en busca de la verdad y de la salvación. Oremos.
- Por el Papa Francisco, para que siempre sea una guía segura para la Iglesia y un padre amoroso para llevar a los hombres a Cristo. Oremos.
- Por nuestros gobernantes, para que defiendan la justicia y la verdad, que nunca prevariquen sobre el derecho de los ciudadanos a una vida libre y digna. Oremos.
- Por los que están atravesando una prueba con sufrimientos físicos o morales, para que nunca dejen de confiar en el poder de la oración y que siempre estén seguros de que Dios escucha a quienes lo buscan con sinceridad. Oremos.
Presidente: Padre santo, que nos pides que nos hagamos prójimos de quienes están cerca de nosotros, escucha nuestras oraciones y haz que, al acercarnos a alguien, podamos mostrarle tu rostro de amor y misericordia. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Dando gracias a Dios por los frutos de la tierra, ahora llevamos al altar nuestras ofrendas de vino y pan. Cantemos todos.
Comunión.
Aunque Cristo, en el Evangelio de hoy, anuncia su partida, se quedó con nosotros en el Pan y Vino consagrados. Este es el momento de acercarnos a recibirle.
Final
Queridos hermanos, al finalizar esta misa nos vamos animados por el Espíritu Santo a seguirnos preparando para Pentecostés y a ser testigos de Cristo en el mundo.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 3 La Pascua día tras día, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1999; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo de Cuaresma y Pascua, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.