Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches), queridos hermanos. Preparando las fiestas que se acercan con la purificación de todo pecado, hoy nos reunimos nuevamente para celebrar la Santa Misa, en la primera semana de Adviento. Sean todos bienvenidos.
Podemos y debemos seguir leyendo a los profetas en la preparación de la venida del Señor. Dispongámonos para que su voz sea escuchada este día por cada uno de nosotros.
Comencemos la celebración de estos misterios, con el canto de entrada. De pie, por favor.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Isaías 25, 6-10a)
El texto poético que leeremos de Isaías, nos ofrece un anuncio optimista, a través de la imagen de una comida festiva y sabrosa, que es una de las que más expresivamente nos ayuda a entender los planes de Dios. Escuchemos con mucha atención.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 25, 6-10a
Aquel día, el Señor de los ejércitos preparará
para todos los pueblos, en este monte,
un festín de manjares suculentos,
un festín de vinos de solera;
manjares enjundiosos, vinos generosos.
Y arrancará en este monte
el velo que cubre a todos los pueblos,
el paño que tapa a todas las naciones.
Aniquilará la muerte para siempre.
El Señor Dios enjugará
las lágrimas de todos los rostros,
y el oprobio de su pueblo
lo alejará de todo el país.
—Lo ha dicho el Señor—.
Aquel día se dirá:
«Aquí está nuestro Dios,
de quien esperábamos que nos salvara;
celebremos y gocemos con su salvación.
La mano del Señor se posará sobre este monte».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 22)
El salmo 22 prolonga la perspectiva de la primera lectura: el Pastor, Dios, nos lleva a pastos verdes, repara nuestras fuerzas, nos conduce a beber en fuentes tranquilas, nos ofrece su protección contra los peligros del camino. Unámonos al salmista diciendo:
Salmo responsorial: Salmo 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6
R. Habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.
Monición al Evangelio (Mateo 15, 29-37)
El Evangelio de San Mateo hoy nos dice cómo Jesús alimentaba a sus seguidores. En nadie mejor que en Jesús de Nazaret se han cumplido las promesas del profeta. Con él ha llegado la plenitud de los tiempos.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 15, 29-37
En aquel tiempo, Jesús, bordeando el lago de Galilea, subió al monte y se sentó en él.
Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los echaban a sus pies, y él los curaba.
La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y dieron gloria al Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
—«Me da lástima de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que se desmayen en el camino».
Los discípulos le preguntaron:
—«¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?».
Jesús les preguntó:
—«¿Cuántos panes tenéis?».
Ellos contestaron:
—«Siete y unos pocos peces».
Él mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente.
Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete cestas llenas.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Somos como multitudes que, necesitadas, se reunían en torno a Jesús. En nuestra hambre de su amor y de su misericordia, dirijámosle nuestras súplicas diciendo todos:
Mira, Señor, al pueblo que te invoca.
- Por la Iglesia, para que siempre viva en la misma compasión de Jesús por las multitudes, para que pueda saciar la sed de Dios que todo hombre lleva en sí mismo. Oremos.
- Por los gobernantes de las naciones, especialmente por los de nuestro país, para que, aprendiendo de Jesús, busquen satisfacer el hambre de quienes carecen del sustento diario y provean de empleo a todos aquellos que no trabajan por carecer de una fuente que les emplee. Oremos
- Por los cojos, ciegos, tullidos y discapacitados de nuestra sociedad, para que así como Jesús los ve, se conmueve y los cura, así mismo nuestro país y cada uno de nosotros se comprometa con el respeto de sus necesidades y promueva su plena inserción en la sociedad y la protección de sus derechos. Oremos
- Por todos nosotros, reunidos aquí este día para la celebración eucarística, para que busquemos saciar nuestra hambre y sed de Dios acudiendo siempre al banquete del amor, que es la Santa Eucaristía. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
«El Señor es mi pastor, nada me falta». Del fruto del trabajo del hombre, llevemos al altar las ofrendas de pan y vino. Cantemos todos.
Comunión
En la Eucaristía nos ofrece Jesús la mejor comida festiva: él mismo se nos hace presente y se ha querido convertir en alimento para nuestro camino. Agradecidos con ese enorme don, y con mucha devoción, vayamos a comulgar.
Final
La obra de Cristo está inaugurada, pero no ha llegado a su maduración; esa misión nos la ha encomendado a nosotros. Es compromiso nuestro hacer vida la Palabra que hoy hemos escuchado, para que la obra salvadora de Cristo siga extendiéndose por todo el mundo, comenzando por todos aquellos más cercanos nuestros: la familia, el vecindario, los compañeros de trabajo o de estudio.
Les esperamos mañana para seguirnos preparando para la navidad, con cada eucaristía diaria.
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Fuentes: Aldazábal, J. Enséñanos tus Caminos 1. Adviento y Navidad día tras día, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo de Adviento y Navidad, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.