Monición de entrada
Tengan muy buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Con alegría nos reunimos hoy en la casa de Dios para celebrar la santa misa en el miércoles de la tercera semana de Pascua.
Cristo, Pan que da la vida eterna, nos reúne en torno a su altar y nosotros con alegría aceptamos su llamado.
Comencemos con ese entusiasmo de saber que Jesús nos alimentará en la celebración eucarística de hoy, iniciando con el canto de entrada. De pie y cantemos todos.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Hechos de los apóstoles 8, 1b-8)
Tras la muerte de Esteban y la tercera persecución contra los cristianos, lo que parecía un golpe mortal para la Iglesia, no lo fue, sino que la comunidad se hizo más misionera. Escuchemos los detalles que nos da el libro de los Hechos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 8, 1b-8
Aquel día, se desató una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén; todos, menos los apóstoles, se dispersaron por Judea y Samaría.
Unos hombres piadosos enterraron a Esteban e hicieron gran duelo por él.
Saulo se ensañaba con la Iglesia; penetraba en las casas y arrastraba a la cárcel a hombres y mujeres.
Al ir de un lugar para otro, los prófugos iban difundiendo el Evangelio. Felipe bajó a la ciudad de Samaría y predicaba allí a Cristo. El gentío escuchaba con aprobación lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 65)
Con el salmo 65, alabemos a Dios por sus hazañas en favor de las comunidades cristianas. Unámonos al salmista diciendo:
Salmo responsorial: Salmo 65, 1-3a. 4-5. 6-7a
R. Aclamad al Señor, tierra entera.
Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «¡Qué terribles son tus obras!»». R.
Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres. R.
Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos con Dios,
que con su poder gobierna enteramente. R.
Monición al Evangelio (Juan 6, 35-40)
El «discurso del Pan de la vida» que Jesús dirige a sus oyentes el día siguiente a la multiplicación de los panes, en la sinagoga de Cafarnaúm, entra
en su desarrollo decisivo en el texto que hoy escucharemos. Preparémonos para escuchar la catequesis que nos dará Jesús.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 35-40
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
—«Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis.
Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día.
Ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Al Señor de los cielos y de la tierra, que nos ha creado elevemos nuestras más fervientes oraciones diciendo todos:
Señor, aumenta nuestra fe.
- Por todos los que con el Bautismo han sido incorporados a Cristo y forman parte de la Iglesia, para que siempre encuentren su felicidad en hacer la voluntad del Padre. Oremos.
- Por el Santo Padre y todo el orden sacerdotal, para que no pierdan ninguna ocasión de anunciar la Buena Nueva de la vida eterna que Jesucristo da a quienes creen en Él. Oremos.
- Por nuestros políticos, para que interpreten su cargo no como un «oficio» o una posibilidad de ejercer poder, sino según una lógica de servicio frente a aquellos que los han elegido para el bien común. Oremos.
- Por todos aquellos que sufren porque están escogiendo los caminos del mal y del pecado, para que encuentren el coraje de arrepentirse y emprender el retorno hacia el Padre misericordioso y bueno, que todo lo perdona para que todos seamos salvados. Oremos.
- Por nosotros aquí presentes, para que el Señor nos conceda la sabiduría del corazón y recordar todos sus beneficios para y para vivir el Evangelio, no como una ley a la que hay que obedecer, sino como Palabra de salvación a la que debemos adherirnos plenamente. Oremos.
Presidente: Bendigamos al Señor que ofrece la redención a todo hombre que lo desea. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Para que Jesús se haga presente en el pan y el vino, alimento que nos da la vida eterna, nosotros llevamos nuestros dones al altar.
Comunión.
«Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre». Aceptando la invitación de Jesús a participar de su banquete, acudamos a recibir el Pan que nos da la vida eterna.
Final
Queridos hermanos, los que a diario celebramos la santa misa tenemos claro que en el Pan que recibimos se nos da la vida eterna. Por eso, al finalizar la misa de hoy, les invitamos a venir también el día de mañana, muy especial por ser jueves eucarístico.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 3 La Pascua día tras día, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1999; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo de Cuaresma y Pascua, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.
