Monición de entrada
Queridos hermanos, sean bienvenidos a la casa de Dios para celebrar la santa misa, en el miércoles de la quinta semana de Cuaresma. Tengan todos muy buenos días (tardes, noches).
La verdad nos hará libres. Y estamos aquí buscando esa verdad que nos haga libres del pecado y nos permita celebrar con júbilo las fiestas pascuales. En esa búsqueda nos ayudará la Palabra que hoy escucharemos.
Con esa libertad interior, cantemos todos para comenzar esta misa. De pie, por favor.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Daniel 3, 14-20. 91-92. 95)
Como el evangelio de hoy, en la discusión de Jesús con los judíos, nos hablará de la esclavitud y de la libertad, la primera lectura ya nos prepara a entrar en el tema con una escena muy expresiva de lo que es la libertad verdadera. Escuchemos el ejemplo que tres jóvenes nos dan en la lucha contra el mal.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Daniel 3, 14-20. 91-92. 95
En aquellos días, el rey Nabucodonosor dijo:
—«¿Es cierto, Sidrac, Misac y Abdénago, que no respetáis a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que he erigido? Mirad: si al oír tocar la trompa, la flauta, la cítara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás instrumentos, estáis dispuestos a postraros adorando la estatua que he hecho, hacedlo; pero, si no la adoráis, seréis arrojados al punto al horno encendido, y ¿qué dios os librará de mis manos?».
Sidrac, Misac y Abdénago contestaron:
—«Majestad, a eso no tenemos por qué responder. El Dios a quien veneramos puede librarnos del horno encendido y nos librará de tus manos. Y aunque no lo haga, conste, majestad, que no veneramos a tus dioses ni adoramos la estatua de oro que has erigido».
Nabucodonosor, furioso contra Sidrac, Misac y Abdénago, y con el rostro desencajado por la rabia, mandó encender el horno siete veces más fuerte que de costumbre, y ordenó a sus soldados más robustos que atasen a Sidrac, Misac y Abdénago y los echasen en el horno encendido.
El rey los oyó cantar himnos; extrañado, se levantó y, al verlos vivos, preguntó, estupefacto, a sus consejeros:
—«¿No eran tres los hombres que atamos y echamos al horno?».
Le respondieron:
—«Así es, majestad».
Preguntó:
—«¿Entonces, cómo es que veo cuatro hombres, sin atar, paseando por el horno sin sufrir nada? Y el cuarto parece un ser divino».
Nabucodonosor entonces dijo:
—«Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que envió un ángel a salvar a sus siervos que, confiando en él, desobedecieron el decreto real y prefirieron arrostrar el fuego antes que venerar y adorar otros dioses que el suyo».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 33)
El libro de Daniel pone en labios de los tres jóvenes de la primera lectura, un cántico de alabanza a Dios que hoy leemos como salmo responsorial. Glorifiquemos a Dios nosotros también diciendo todos:
Interleccional: Daniel 3, 52. 53. 54. 55. 56
R. A ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
bendito tu nombre santo y glorioso. R.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R.
Bendito eres sobre el trono de tu reino. R.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos. R.
Bendito eres en la bóveda del cielo. R.
Monición al Evangelio (Juan 8, 31-42)
En el Evangelio de San Juan, Jesús hoy les da una lección de verdadera libertad a un grupo de judíos que se creían hijos de Abrahán, pero querían matar a Jesús.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 8, 31-42
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él:
—«Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres».
Le replicaron:
—«Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: «Seréis libres»?».
Jesús les contestó:
—«Os aseguro que quien comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque no dais cabida a mis palabras. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre».
Ellos replicaron:
—«Nuestro padre es Abrahán».
Jesús les dijo:
—«Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre».
Le replicaron:
—«Nosotros no somos hijos de prostitutas; tenemos un solo padre: Dios».
Jesús les contestó:
—«Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: A Dios, custodio de la vida y manantial de gracia, dirijamos con fe nuestra súplica. Digamos juntos:
Dios de la vida, escúchanos.
- Por la Iglesia y por todos aquellos que sufren por su fe en Cristo Jesús: para que, entre las llamas del desprecio y de la persecución, no dejen de esperar y de perdonar, y se abandonen confiados a los brazos del Padre. Oremos.
- Por los pastores de la Iglesia, por los consagrados y por los misioneros: para que, conscientes de ser testigos de la verdad que hace libre al hombre, no se desanimen ante las dificultades, sino que encuentren fuerza en la oración, para anunciar con su vida el Evangelio de Jesús. Oremos.
- Por la paz y la dignidad de los pueblos: para que cesen las guerras, las prevaricaciones, el terrorismo y todo lo que aniquila a la humanidad y la hace esclava del poder violento. Que reine la paz entre las naciones y cada hombre pueda vivir en la libertad de los hijos de Dios. Oremos.
- Por todas las personas que sufren a causa de enfermedades físicas o mentales: que el Señor visite todo sufrimiento con el rocío de su amor, para que el fuego del dolor no consuma sin esperanza la vida, sino que la purifique injertándola en la vida eterna. Oremos.
- Por todos nosotros, para que busquemos siempre la verdad, amemos y defendamos siempre nuestra fe, aunque eso implique la incomprensión incluso de nuestra misma familia, seguros de que Dios no nos abandonará en nuestro propósito. Oremos.
Presidente: Dios, fuente de consuelo y de paz, acoge nuestras oraciones que se elevan a ti como petición de amor, y escúchalas por Cristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Bendigamos a Dios por el fruto de la tierra y el trabajo del hombre, que hoy nos permite llevar hasta el altar los dones de pan y vino. Cantemos todos.
Comunión.
Jesús es la verdad que nos hace libres. Es la medicina para nuestra debilidad cuando nos hace falta fuerzas para ser sus testigos. Por eso acudamos a fortalecernos con su cuerpo y su sangre.
Final
Queridos hermanos, Jesús nos ha dicho hoy que el que comete pecado es esclavo. Al finalizar la misa nos vamos con el firme deseo de nuestra libertad interior, alejándonos del pecado para ser libres y celebrar, con esa libertad, la Pascua con Cristo.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 3 La Cuaresma día tras día, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 2003; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo de Cuaresma y Pascua, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.