Monición de entrada
Queridos hermanos, sean todos bienvenidos a la celebración de la santa misa en este sábado de la II semana de Pascua, en la que recordamos también a nuestra Madre Santísima, la Virgen María.
La presencia de Cristo Resucitado se hacía sentir en las primeras comunidades que crecían en cantidad. Hoy nos hará sentir también su presencia en todo momento de nuestra vida, sobre todo cuando la turbulencia nos rodea, tal como nos lo demuestra la Palabra de hoy.
Poniendo en las manos de Dios nuestra vida, comencemos esta celebración con el canto de entrada. De pie y cantemos.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Hechos de los apóstoles 6, 1-7)
El anuncio de la Resurrección de Cristo va haciendo que las primeras comunidades crezcan y con ello van surgiendo nuevas necesidades que requieren de una nueva reorganización. Por eso hoy la lectura de los Hechos nos cuenta el surgimiento de los primeros diáconos dentro de la Iglesia.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 6, 1-7
En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, diciendo que en el suministro diario no atendían a sus viudas. Los Doce convocaron al grupo de los discípulos y les dijeron:
—«No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos de la administración. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea: nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra».
La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando.
La palabra de Dios iba cundiendo, y en Jerusalén crecía mucho el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 32)
El salmo 32 nos invita a aclamar a Dios, cuyos planes, por su palabra eficaz, se realizan soberanamente. Hagámoslo diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 32, 1-2. 4-5. 18-19
R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R.
Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.
Monición al Evangelio (Juan 6, 16-21)
Del Evangelio de san Juan escucharemos el relato de un misterioso suceso en el lago, que sigue al milagro de la multiplicación de los panes y a la «huida» de Jesús cuando le querían hacer rey. Cantemos el aleluya para escuchar luego el Evangelio.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 16-21
Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al lago, embarcaron y empezaron a atravesar hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos cinco o seis kilómetros, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el lago, y se asustaron. Pero él les dijo:
«Soy yo, no temáis».
Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Al Señor que nos anima a abandonarnos en Él y a no tener miedo, confiemos nuestras oraciones. Digamos juntos:
Concédenos tu amor, Señor.
- Por la Iglesia, para que frente a las dificultades y tempestades que agitan el corazón de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, no se dejen amilanar por el miedo, sino que siga llevando con confianza la esperanza, que es Jesús, al mundo. Oremos.
- Por el Santo Padre Francisco, los obispos y los sacerdotes, para que, impulsados por el Espíritu Santo, sirvan con plena dedicación a Dios en el ministerio al que han sido llamados. Oremos.
- Por todos los pueblos que son presa de la tiranía y de la prevaricación, para que crean que es el Señor el que guía la barca de la historia de las naciones y confíen en Él, único dador de la verdadera paz. Oremos.
- Por los que viven en dificultades a causa de las precarias condiciones económicas, para que en ningún corazón prevalezca la desesperación, sino que resuene la voz del Señor que nos invita a no tener miedo y a confiar en Él en toda necesidad. Oremos.
- Por todos nosotros, discípulos del Señor, para que reconozcamos a Jesús presente en nuestra vida y, atravesando el mar agitado de las fatigas cotidianas, alcancemos sanos y salvos las riberas de la salvación. Oremos.
Presidente: Oh Dios, que has enviado tu Espíritu sobre los apóstoles, dígnate acoger las oraciones que con fe te hemos dirigido. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Bendigamos al Señor por los frutos de la tierra y llevemos al altar nuestros dones de pan y vino. Cantemos todos.
Comunión.
Cada vez que celebramos la Eucaristía, el Resucitado se nos hace presente en la comunidad reunida, se nos da como alimento para nuestro camino. Con la certeza de su presencia real, acerquémonos a recibirle en la comunión.
Final
Queridos hermanos, de cada Misa debemos sacar ánimos y convicción para el resto de la jornada, porque el Señor nos acompaña, aunque no le veamos con los ojos humanos. Vayamos a vivir la vida, seguros de que Él camina a nuestro lado.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 3 La Pascua día tras día, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1999; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo de Cuaresma y Pascua, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.