Monición de entrada
Queridos hermanos, tengan todos muy buenos días (tardes, noches), sean todos bienvenidos a la celebración litúrgica de hoy, viernes de la Octava de Pascua.
Hace solo una semana conmemorábamos la muerte de Cristo. Hoy lo contemplamos vivo y eso nos llena de mucha fe y alegría para celebrar esta santa misa, que comenzamos con el canto de entrada. De pie, por favor.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Hechos de los apóstoles 4, 1-12)
Por el milagro en un paralítico y el discurso de Pedro, que leíamos ayer, hoy vemos la reacción de las autoridades judías. Escuchemos lo que nos dice el libro de los Hechos de los Apóstoles.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4, 1-12
En aquellos días, mientras hablaban al pueblo Pedro y Juan, se les presentaron los sacerdotes, el comisario del templo y los saduceos, indignados de que enseñaran al pueblo y anunciaran la resurrección de los muertos por el poder de Jesús. Les echaron mano y, como ya era tarde, los metieron en la cárcel hasta el día siguiente. Muchos de los que habían oído el discurso, unos cinco mil hombres, abrazaron la fe.
Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas; entre ellos el sumo sacerdote Anás, Caifás y Alejandro, y los demás que eran familia de sumos sacerdotes. Hicieron comparecer a Pedro y a Juan y los interrogaron:
—«¿Con qué poder o en nombre de quién habéis hecho eso?».
Pedro, lleno de Espíritu Santo, respondió:
—«Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 117)
Pedro, en su discurso de hoy ante las autoridades judías y el pueblo de Israel, cita el salmo 117, el salmo más pascual con el que nosotros alabamos a Dios por su misericordia. Lo hacemos diciendo:
Salmo responsorial: Salmo 117, 1-2 y 4. 22-24. 25-27a
R. La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R.
Monición al Evangelio (Juan 21, 1-14)
Siguiendo con la lectura de las apariciones de Jesús resucitado, según el Evangelio de hoy se aparece a siete de sus apóstoles, que, invitados por Pedro -siempre líder- han vuelto a su ocupación anterior, la de pescadores. Cantemos primero el aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 21, 1-14
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice:
—«Me voy a pescar».
Ellos contestan:
—«Vamos también nosotros contigo».
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice:
—«Muchachos, ¿tenéis pescado?».
Ellos contestaron:
—«No».
Él les dice:
—«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro:
—«Es el Señor».
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice:
—«Traed de los peces que acabáis de coger».
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice:
—«Vamos, almorzad».
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.
Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.
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Oración de los fieles
Presidente: Al Señor, que da la plenitud de vida y de gracia a quien se confía a El y lo escucha, digamos:
Haznos dóciles a tu voz, Señor.
- Por la santa Iglesia, para que siempre lea en la historia los signos del Señor resucitado, para que, en la obediencia a su Palabra, pueda recoger frutos abundantes de gracia y ser una guía segura para la humanidad. Oremos.
- Por el Santo Padre Francisco, los obispos y todos los sacerdotes, para que tengan la valentía de Pedro y los demás apóstoles para predicar sin temor la verdad del Evangelio y defender nuestra fe. Oremos.
- Por la conversión del mundo, para que el anuncio de Cristo resucitado resuene en todos los rincones del planeta y provoque conversiones como las que nos relata la primera lectura de hoy. Oremos.
- Por todos los que sufren persecución en el mundo, especialmente por causas del Evangelio, para que siempre se vean fortalecidos y asistidos por la fuerza del Espíritu Santo y den testimonio de Cristo. Oremos.
- Por esta comunidad, convocada por Cristo resucitado, para que la gracia de su resurrección nos siga animando e impulsando a ser sus testigos ante el mundo. Oremos.
Presidente: Haz, Señor, que estemos preparados y dispuestos para tu visita y no permitas que las fatigas y afanes de la vida nos mantengan alejados de ti. Tú eres Dios y vives y reinas por los siglos de los siglos. – Amén.
Presentación de las Ofrendas
Dando gracias al Señor porque es bueno ya hace producir la tierra, llevemos al altar nuestras ofrendas de pan y vino.
Comunión.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. No la desechemos nosotros y acudamos con fe y devoción a comulgar.
Final
Queridos hermanos, la resurrección de Cristo generaba valentía en los primeros cristianos. Hoy también nosotros, al haber celebrado esta santa misa, recibimos ese impulso que nos lleva a dar testimonio ante el mundo. Vayamos a hacer que nuestra vida sea coherente con la Palabra que hemos escuchado.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 3 La Pascua día tras día, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1999; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo de Cuaresma y Pascua, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.