Monición de entrada
Queridos hermanos, tengan todos muy buenos días (tardes, noches); en el viernes de la primera semana de Cuaresma, les recibimos con mucha alegría en la casa de Dios para la celebración eucarística de hoy. Sean todos bienvenidos.
Las lecturas bíblicas de hoy nos invitan a pensar en nuestra conversión cuaresmal, porque también en nuestra vida puede darse el pecado y cada uno es responsable de sus propias
actuaciones.
Dispuestos a dar signos de una verdadera conversión, comenzamos esta misa con el canto de entrada. De pie, por favor.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Ezequiel 18, 21-28)
Por la misericordia de Dios la conversión es siempre posible, porque Dios no quiere que ningún pecador muera, sino que viva. Escuchemos este llamado a la conversión que nos hace el profeta Ezequiel.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Ezequiel 18, 21-28
Así dice el Señor Dios:
«Si el malvado se convierte de los pecados cometidos
y guarda mis preceptos, practica el derecho y la justicia,
ciertamente vivirá y no morirá.
No se le tendrán en cuenta los delitos que cometió,
por la justicia que hizo, vivirá.
¿Acaso quiero yo la muerte del malvado
—oráculo del Señor—,
y no que se convierta de su conducta y que viva?
Si el justo se aparta de su justicia y comete maldad,
imitando las abominaciones del malvado, ¿vivirá acaso?;
no se tendrá en cuenta la justicia que hizo:
por la iniquidad que perpetró y por el pecado que cometió,
morirá.
Comentáis: «No es justo el proceder del Señor».
Escuchad, casa de Israel: ¿Es injusto mi proceder?,
¿o no es vuestro proceder el que es injusto?
Cuando el justo se aparta de su justicia,
comete la maldad y muere,
muere por la maldad que cometió.
Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo
y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida.
Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos,
ciertamente vivirá y no morirá».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 129)
En respuesta a la primera lectura, con el salmo 129 ponemos nuestra confianza en Dios, de quien viene la misericordia. Unamos nuestras voces diciendo:
Salmo responsorial: Salmo 129, 1-2. 3-4. 5-7a. 7bc-8
R. Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿Quién podrá resistir?
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿Quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto. R.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora. R.
Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos. R.
Monición al Evangelio (Mt. 5, 20-26)
Escuchemos ahora el programa exigente que Jesús nos propone para la conversión pascual: que nuestra santidad sea más perfecta que la de los fariseos y letrados, que era más bien de apariencias y superficial.
Con el canto dispongámonos a escuchar el Evangelio.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 20-26
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: «No matarás», y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano «imbécil», tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama «renegado», merece la condena del fuego.
Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Hermanos, Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y que viva. A Dios, Padre misericordioso, dirijamos confiados ahora nuestras súplicas diciendo todos:
Concédenos la gracia de una verdadera conversión, Señor.
- Por la santa Iglesia, para que en este camino cuaresmal hacia la Pascua se haga cada vez más semejante a su Señor, dando testimonio de un amor más grande a quien está inmerso en el pecado y tiene necesidad de la reconciliación. Oremos.
- Por el Santo Padre, los obispos y los sacerdotes, para que manifiesten a los hombres la paternidad y misericordia de Dios, corrigiendo con el bien al que hace el mal, mostrándoles el camino justo a los pecadores; que sean signo y sacramento de la misericordia de Dios. Oremos.
- Por los que gobiernan las naciones, para que luchen por la reinserción social de todos aquellos ciudadanos que han elegido el camino del mal, protejan a los niños, adolescentes y jóvenes para que no sean presa de la delincuencia e implementen políticas de prevención del crimen. Oremos.
- Por los enfermos, por los que están atribulados, los que son ofendidos o perseguidos, para que, seguros de la bondad del Señor y de su paternal providencia, lleven con fe sus sufrimientos en unión con la cruz de Jesús, para que contribuyan a la conversión de todos los hombres. Oremos.
- Por todos nosotros reunidos en torno al altar, en este día en que recordamos la muerte de Jesús en la cruz, para que podamos aprender a acoger las dificultades de la vida con fortaleza y esperanza, dirigiendo la mirada al Crucificado que con mansedumbre y amor entregó al Padre su vida por nuestra salvación. Oremos.
Presidente: Dios, Padre nuestro, escucha nuestras súplicas y concédenos tu amor, para que sepamos amar a nuestro prójimo superando la justicia humana, respetando al hermano sin palabras ofensivas y, ante todo, perdonando a quien camina los por senderos del mal y busca convertirse para volver a la vía del bien. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
«Si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda», nos ha dicho Jesús. Llevemos al altar los dones de pan y vino, acompañados de nuestro perdón hacia el prójimo.
Comunión
Dios nos ha llamado a la conversión, y para recibir el Cuerpo de Cristo necesitamos un corazón libre de manchas. Consientes de ello, acudamos con fe y devoción a comulgar.
Final
Queridos hermanos, la Cuaresma es también tiempo de reconciliación y a ello nos ha llamado la liturgia de hoy. Vayamos a vivir en armonía con los demás y a reconciliarnos con aquellos con quienes estamos en discordia.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 3 La Cuaresma día tras día, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 2003; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo de Cuaresma y Pascua, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.