Monición de Entrada
Buenos días (tardes, noches) amados hermanos. Hoy es jueves eucarístico, por lo que nos da una alegría especial tenerles en este lugar para celebrar la misa de hoy. Sean todos bienvenidos.
La liturgia de hoy nos invita a no endurecer nuestro corazón y abrir nuestros oídos para escuchar su voz. Con esa disposición comencemos la celebración de la santa misa con el canto de entrada. De pie, por favor.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Hebreos 3, 7-14)
Citando el salmo 94, la página que leemos hoy de la carta a los hebreos nos invita a no endurecer el corazón, como el pueblo de Israel. Abramos pues, nuestro corazón y afinemos nuestros oídos para escuchar la voz del Señor a través de su Palabra.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 3, 7-14
Hermanos:
Como dice el Espíritu Santo:
«Si escucháis hoy su voz, no endurezcáis el corazón,
como cuando la rebelión, cuando la prueba del desierto,
donde me pusieron a prueba vuestros padres y me tentaron,
a pesar de haber visto mis obras durante cuarenta años;
por eso me indigné contra aquella generación, y dije:
«Siempre tienen el corazón extraviado;
no han conocido mis caminos, por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»».
¡Atención, hermanos! Que ninguno de vosotros tenga un corazón malo e incrédulo, que lo lleve a desertar del Dios vivo.
Animaos, por el contrario, los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy», para que ninguno de vosotros se endurezca, engañado por el pecado.
En efecto, somos participes de Cristo, si conservamos firme hasta el final la actitud del principio.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 94)
Con el salmo 94 pidamos a Dios nos regale la capacidad de estar atentos siempre para escuchar su voz. Hagámoslo diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 94, 6-7. 8-9. 10-11
R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón».
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras». R.
«Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
«Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»». R.
Monición al Evangelio (Marcos 1, 40-45)
El Evangelio de San Marcos continúa relatándonos cómo Jesús deja ver su poder a través de los milagros. Hoy un leproso dirige su pedido a la voluntad de Jesús, y el Señor se decide a manifestar su poder con palabras y gestos. Preparémonos para escuchar este relato.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 40-45
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
—«Si quieres, puedes limpiarme».
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo:
—«Quiero: queda limpio».
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente:
—«No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés».
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Elevemos al Señor nuestras oraciones para que conserve en nosotros un corazón dócil, capaz de escuchar y obedecer su voz. Hagámoslo diciendo con toda confianza:
Concédenos, Señor, un corazón dócil.
- Por la Iglesia, para que sepa siempre reconocer la voz de Dios en los actuales desiertos de hostilidad y persecución, y se mantenga fiel a su ley para guiar al pueblo entero al encuentro con el Señor. Oremos.
- Por el Papa, los obispos y todos los pastores de la Iglesia, para que no se cansen de exhortar al pueblo que les ha sido confiado para que camine por las vías del Evangelio y sean un luminoso ejemplo de caridad y de obediencia a Dios. Oremos.
- Por todos aquellos que han endurecido su corazón, se han alejado de Dios y ahora ya nada tiene sentido en sus vidas, para que Dios les haga sentir su presencia y les manifieste siempre su misericordia Oremos.
- Por todos los que tienen algún cargo político y alguna responsabilidad en el gobierno de las naciones, especialmente por los de nuestro país, para que, en su tarea de guías y administradores del bien común, se preocupen siempre por los últimos, los indefensos, los pobres, haciendo todo sin ningún interés personal. Oremos.
- Por Por todos nosotros, para que de la experiencia del pueblo de Israel en el desierto aprendamos a ser dóciles a la Palabra de Dios, obedientes a su ley, única fuente de vida y de alegría. Oremos.
Presidente: Frente a la rebelión de tu pueblo, Tú, Señor has seguido acompañando sus pasos con amor. No mires nuestra incredulidad y nuestras traiciones, sino los méritos de tu Hijo Jesús y escucha nuestras oraciones. Te lo pedimos por el mismo Cristo, nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Llevamos ahora al altar las ofrendas de pan y vino. Con ellas nuestros anhelos de escuchar siempre su voz. Cantemos todos.
Comunión
Abramos ahora nuestro corazón y recibamos a Cristo, acercándonos a comulgar cono fe y devoción.
Final
Hermanos, el mensaje de hoy ha sido claro y con el propósito de cumplir el llamado de las lecturas de hoy nos vamos a nuestros hogares.
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Fuentes: Kuss, Otto, Carta a los Hebreos, Herder, Barcelona, 1977; Schmid, Josef, El Evangelio Según San Marcos, Herder, Barcelona, 1967; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia; Farnés Sherer, Pedro, Moniciones y Oraciones Sálmicas, Ed. Regina, Mallorca, 1978.