Monición de Entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. En el jueves eucarístico, de la sexta semana del tiempo ordinario, les damos la más cordial bienvenida a la casa de Dios para la celebración de esta santa misa.
Con nuestra presencia en la celebración de hoy, confesamos nuestra fe en Cristo Jesús. Por eso estamos aquí, porque creemos, como Pedro, que Jesús es el Hijo de Dios.
Con mucha fe y alegría, hermanos, pongamos nuestras intenciones en las manos de Dios y comencemos esta celebración con el canto de entrada. De pie todos y cantemos.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Génesis 9, 1-13)
En el relato que hemos venido escuchando del Génesis, hoy termina la historia del diluvio con la Alianza que Dios sella con Noé y su familia, y con el reinicio de una nueva humanidad. El juicio de Dios ha sido justo, pero salvador y misericordioso. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis 9, 1-13
Dios bendijo a Noé y a sus hijos, diciéndoles:
—«Creced, multiplicaos y llenad la tierra. Todos los animales de la tierra os temerán y respetarán; aves del cielo, reptiles del suelo, peces del mar, están en vuestro poder. Todo lo que vive y se mueve os servirá de alimento; os lo entrego, lo mismo que los vegetales.
Pero no comáis carne con sangre, que es su vida. Pediré cuentas de vuestra sangre y vida, y se las pediré a cualquier animal; y al hombre le pediré cuentas de la vida de su hermano. Si uno derrama la sangre de un hombre, otro derramará la suya, porque Dios hizo al hombre a su imagen. Vosotros creced y multiplicaos, moveos por la tierra y dominadla».
Dios dijo a Noé y a sus hijos:
—«Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que os acompañaron: aves, ganado y fieras; con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra. Hago un pacto con vosotros: el diluvio no volverá a destruir la vida, ni habrá otro diluvio que devaste la tierra».
Y Dios añadió:
—«Ésta es la señal del pacto que hago con vosotros y con todo lo que vive con vosotros, para todas las edades: pondré mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 101)
Nosotros tenemos motivos de sobra para confiar en la cercanía de Dios, por eso, con el salmo 101, digamos con mucha esperanza:
Salmo responsorial: Salmo 101, 16-18. 19-21. 29 y 22-23
R. El Señor desde el cielo se ha fijado en la tierra.
Los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión,
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones. R.
Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte. R.
Los hijos de tus siervos vivirán seguros,
su linaje durará en tu presencia,
para anunciar en Sión el nombre del Señor,
y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan unánimes los pueblos
y los reyes para dar culto al Señor R.
Monición al Evangelio (Marcos 8, 27-33)
El Evangelio de San Marcos nos cuenta hoy sobre una breve encuesta que Jesús hace sobre su persona y la confesión de fe de San Pedro, que culmina la autorrevelación de Jesús e introduce el tema del Mesías sufriente, que se desarrollará en los capítulos posteriores.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 8, 27-33
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos:
—«¿Quién dice la gente que soy yo?».
Ellos le contestaron:
—«Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas».
Él les preguntó:
—«Y vosotros, ¿Quién decís que soy?».
Pedro le contestó:
—«Tú eres el Mesías».
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie.
Y empezó a instruirlos:
—«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días».
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro:
—«¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: A Dios, que mira al hombre con benevolencia, dirijamos nuestra oración y digamos:
Renueva tu alianza con nosotros, Señor.
- Por la Iglesia, depositaria de la fe, para que conduzca con firmeza y seguridad a cada uno de sus hijos al encuentro con Cristo, reconociéndole como el Hijo y enviado de Dios Padre. Oremos.
- Por el Papa, los obispos y sacerdotes, en este jueves eucarístico y sacerdotal, pidamos a Dios por todos ellos, para que Dios les ayuda a proclamar a Jesús como el Mesías, anunciarlo al mundo y vivirlo día a día en su trabajo pastoral. Oremos.
- Por los países que viven fuertes tensiones a causa de conflictos graves, para que cesen las espirales de venganza y odio que solo añaden dolor al dolor ya existente y que el perdón disipe toda forma de rencor, de manera que se pueda llega a acuerdos de paz y estabilidad. Oremos.
- Por los que sufren las consecuencias de los desastres naturales, para que el mensaje de esperanza anunciado por el Génesis ahora, les llene de confianza y Dios les prepare un futuro mejor. Oremos.
- Por todos nosotros, para que, al proclamar nuestra fe en Jesús y alimentarnos de su Palabra, seamos también testigos de su misericordia ante el mundo. Oremos.
Presidente: Dios, que pides cuentas al hombre por la vida de su hermano, escucha nuestras oraciones y despierta en nosotros la alegría de protegernos los unos a los otros y danos la gracia de vivir en comunión y concordia. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
«El Señor desde el cielo se ha fijado en la tierra», y la ha hecho productiva. De ese fruto hoy llevamos al altar nuestros dones de pan y vino.
Comunión
«Tú eres el Mesías», ha sido la confesión de Pedro, en el Evangelio de hoy. Nosotros también creemos que Jesús es el Mesías, el enviado de Dios, cuya presencia es real en el pan y el vino consagrados; por eso acudimos con devoción a recibirle.
Final
Queridos hermanos, hoy hemos escuchado la confesión de Pedro, y, como él, nosotros también creemos en Jesús como el Mesías, el enviado de Dios. Ahora, al finalizar la misa, retornamos a nuestro quehacer cotidiano, a dar testimonio de la fe que profesamos.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 4, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.