Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos, en los inicios de las misas diarias correspondientes a la decimosegunda semana del tiempo ordinario, nos da mucho gusto recibirles en la casa de Dios para esta eucaristía.
Que la escucha de la Palaba nos vaya moldeando día a día, para no hacer las cosas como las hace el mundo.
Comencemos con alegría esta misa, entonando todos el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Génesis 12, 1-9)
Los capítulos del 1 al 11 del Génesis, que leimos en las semanas 5a y 6a del Tiempo Ordinario, reflexionaban religiosamente sobre el origen del cosmos y del género humano. Ahora, durante tres semanas, escuchamos la historia del pueblo predilecto de Dios, Israel, a partir de la vocación de Abrahán, desde el capítulo 12 hasta el final del libro. Comenzamos ahora con la historia de Abraham.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis 12, 1-9
En aquellos días, el Señor dijo a Abrán:
—«Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré.
Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición.
Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan.
Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo».
Abrán marchó, como le había dicho el Señor, y con él marchó Lot. Abrán tenía setenta y cinco años cuando salió de Harán. Abrán llevó consigo a Saray su mujer, a Lot, su sobrino, todo lo que había adquirido y todos los esclavos que había ganado en Harán.
Salieron en dirección de Canaán y llegaron a la tierra de Canaán. Abrán atravesó el país hasta la región de Siquén, hasta la encina de Moré. En aquel tiempo habitaban allí los cananeos.
El Señor se apareció a Abrán y le dijo:
—«A tu descendencia le daré esta tierra».
Él construyó allí un altar en honor del Señor, que se le había aparecido. Desde allí continuó hacia las montañas al este de Betel, y plantó allí su tienda, con Betel a poniente y Ay a levante; construyó allí un altar al Señor e invocó el nombre del Señor. Abrán se trasladó por etapas al Negueb.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 32)
La vocación de Abrahán es el comienzo de la historia del pueblo de Dios. Misterio de predilección, de cuidado, de fidelidad, de revelación amorosa. Es el comienzo del caminar de Dios con los hombres en un diálogo salvador. Es una dicha tener un Dios tan cercano y bondadoso. Cantamos esta bienaventuranza con el salmo 32 diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 32, 12-13. 18-19. 20 y 22
R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.
Monición al Evangelio (Mateo 7, 1-5)
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 1-5
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«No juzguéis y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?
¿Cómo puedes decirle a tu hermano: «Déjame que te saque la mota del ojo», teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Al igual que a Abrahán, Dios promete su bendición a quien, con fe, se deje guiar por El en su vida. Digamos:
Has, Señor, que seamos una bendición.
- Por los sacerdotes, los consagrados, los esposos, para que cada uno, en su estado de vida, dé su sí cotidiano a Dios confiando en su amor, para que puedan bendecir con toda su vida el nombre del Señor y ser piedra viva para edificar su Iglesia. Oremos.
- Por los gobernantes de las naciones, para que luchen por el progreso y la libertad de sus pueblos. Oremos.
- Por todas las personas que son obligadas a abandonar su país a causa de la guerra y de la pobreza, movidos por la esperanza de encontrar en otro lugar mejores condiciones de vida. Que el Señor guarde sus vidas, les ayude a encontrar reposo y paz gracias a una acogida calurosa y fraterna, y así puedan construir un futuro más seguro y sereno. Oremos.
- Por todos nosotros, para que acojamos con fe las pequeñas obediencias cotidianas que el Señor nos pide, en la certeza de que en una respuesta alegre se encuentra su bendición y nuestra felicidad. Oremos.
Presidente: Acoge, Señor, nuestra oración y venga tu gracia en ayuda de nuestra debilidad, para que podamos siempre mantenernos fieles a tu promesa. Por Cristo nuestro Señor. Amén
Presentación de las Ofrendas
Comunión.
Final
Queridos hermanos, la misión que hoy nos llevamos es de juzgarnos a nosotros mismos primero, antes de juzgar a los demás; ser caritativos y comprensivos con todos, sabiendo que también nosotros tenemos nuestros defectos.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 4, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia; Farnés Sherer, Pedro, Moniciones y Oraciones Sálmicas, Ed. Regina, Mallorca, 1978.