Monición de entrada
Queridos hermanos, tengan todos muy buenos días (tardes, noches). Sean todos bienvenidos a la casa de Dios para la celebración eucarística diaria, en el lunes de la décimo octava semana del tiempo ordinario.
Cristo es nuestro alimento verdadero, el Pan vivo bajado del cielo. Hoy, como siempre quiere alimentarnos para darnos la vida eterna. Preparemos nuestro corazón para recibirle y comencemos gozosos esta misa entonando todos el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Números 11, 4b-15)
Leeremos durante cuatro días un nuevo libro del Pentateuco: el de los Números. Hoy escucharemos los lamentos del pueblo de Israel por la monotonía de la alimentación, y la oración de Moisés por su pueblo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Números 11, 4b-15
En aquellos días, los israelitas dijeron:
—«¡Quién pudiera comer carne! Cómo nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto, y de los pepinos y melones y puerros y cebollas y ajos. Pero ahora se nos quita el apetito de no ver más que maná».
El maná se parecía a semilla de coriandro con color de bedelio; el pueblo se dispersaba a recogerlo, lo molían en el molino o lo machacaban con el almirez, lo cocían en la olla y hacían con ello hogazas que sabían a pan de aceite. Por la noche caía el rocío en el campamento y, encima de él, el maná.
Moisés oyó cómo el pueblo, familia por familia, lloraba, cada uno a la entrada de su tienda, provocando la ira del Señor; y disgustado, dijo al Señor:
—«¿Por qué tratas mal a tu siervo y no le concedes tu favor, sino que le haces cargar con todo este pueblo? ¿He concebido yo a todo este pueblo o lo he dado a luz, para que me digas: «Coge en brazos a este pueblo, como una nodriza a la criatura, y llévalo a la tierra que prometí a sus padres?». ¿De dónde sacaré pan para repartirlo a todo el pueblo? Vienen a mí llorando: «Danos de comer carne». Yo solo no puedo cargar con todo este pueblo, pues supera mis fuerzas. Si me vas a tratar así, más vale que me hagas morir; concédeme este favor, y no tendré que pasar tales penas».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 80)
Cuando las cosas no marchan bien es fácil la protesta, como lo narraba la primera lectura. Avivemos nuestra esperanza en Dios y alabémoslo con el salmo 80 diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 80, 12-13. 14-15. 16-17
R. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
Mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel no quiso obedecer:
los entregué a su corazón obstinado,
para que anduviesen según sus antojos. R.
¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!:
en un momento humillaría a sus enemigos
y volvería mi mano contra sus adversarios. R.
Los que aborrecen al Señor te adularían,
y su suerte quedaría fijada;
te alimentaría con flor de harina,
te saciaría con miel silvestre. R.
Monición al Evangelio (Mateo 14, 13-21)
En el Evangelio de hoy, Jesús muestra un corazón lleno de misericordia y un poder divino como Enviado e Hijo de Dios. Preparémonos para escuchar el programa que Jesús ofrece para la comunidad de sus seguidores.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 14, 13-21
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos.
Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle:
—«Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer».
Jesús les replicó:
—«No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer».
Ellos le replicaron:
—«Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces».
Les dijo:
—«Traédmelos».
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Palabra del Señor.
En el año A, si ya leído este evangelio el domingo precedente, se lee el evangelio que sigue a continuación:
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 15, 1-2. 10-14
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y letrados de Jerusalén y le preguntaron:
—«¿Por qué tus discípulos desprecian la tradición de nuestros mayores y no se lavan las manos antes de comer?».
Y, llamando a la gente, les dijo:
—«Escuchad y entended: No mancha al hombre lo que entra por la boca, sino lo que sale de la boca, eso es lo que mancha al hombre».
Se acercaron los discípulos y le dijeron:
—«¿Sabes que los fariseos se han escandalizado al oírte?».
Respondió él:
—«La planta que no haya plantado mi Padre del cielo, será arrancada de raíz. Dejadlos, son ciegos, guías de ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: El pueblo de Israel murmuró en el desierto a pesar de la Providencia del Señor, pero Dios, de todos modos, permaneció fiel a su alianza. Fortalecidos por su fidelidad, dirijámonos a Él con corazón sincero, diciendo:
Haznos capaces de ver tus bondades, oh Dios.
- Por la santa Iglesia peregrina en el mundo: que pueda recorrer los caminos del Señor escuchando su voz para ser alimentada abundantemente por los frutos del Espíritu. Oremos.
- Por la paz: que en el mundo haya hombres de comunión, capaces de ponerse en escucha de la Palabra de redención. Oremos.
- Por los que sufren de depresión: que puedan saciar su sed en la fuente de la salvación, enfrentando su desierto como lugar de la prueba para experimentar el amor de Dios.
- Por los que este día participamos de este banquete eucarístico, para que nuestro alimento sea siempre hacer la voluntad de Dios. Oremos.
Presidente: Oh Dios, que has aligerado nuestras cargas, escucha nuestras súplicas y permítenos encontrar gracia ante tus ojos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
El pan y el vino que ahora llevamos al altar, se convertirán, por la acción del Espíritu Santo, en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, pan que nos da la vida eterna.
Comunión.
En cada misa, el Padrenuestro nos hace pedir el pan nuestro de cada día, el pan de la subsistencia y, luego, pasamos a ser invitados al Pan que es el mismo Señor Resucitado que se ha hecho nuestro alimento sobrenatural. Vayamos a cantando a comulgar.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 4, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia; Farnés Sherer, Pedro, Moniciones y Oraciones Sálmicas, Ed. Regina, Mallorca, 1978.