Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Una vez más nos reunimos para celebrar la santa misa diaria y nos llena de mucha alegría tenerles aquí, en la casa de Dios.
Las lecturas de hoy son muy alentadoras y nos ayudarán mucho a fortalecer nuestra débil fe. Pidiendo a Dios que se haga presente en nuestras tempestades diarias, comencemos esta misa con el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Génesis 19, 15-29)
Del libro del Génesis, escucharemos ahora el relato del castigo de Dios sobre las ciudades de Sodoma y Gomorra, que se ha convertido en el prototipo de castigo contra la corrupción y la maldad. Pongamos atención.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis 19, 15-29
En aquellos días, los ángeles urgieron a Lot:
—«Anda, toma a tu mujer y a esas dos hijas tuyas, para que no perezcan por culpa de Sodoma».
Y, como no se decidía, los agarraron de la mano, a él, a su mujer y a las dos hijas, a quienes el Señor perdonaba; los sacaron y los guiaron fuera de la ciudad. Una vez fuera, le dijeron:
—«Ponte a salvo; no mires atrás. No te detengas en la vega; ponte a salvo en los montes, para no perecer».
Lot les respondió:
—«No. Vuestro siervo goza de vuestro favor, pues me habéis salvado la vida, tratándome con gran misericordia; yo no puedo ponerme a salvo en los montes, el desastre me alcanzará y moriré. Mira, ahí cerca hay una ciudad pequeña donde puedo refugiarme y escapar del peligro. Como la ciudad es pequeña, salvaré allí la vida».
Le contestó:
—«Accedo a lo que pides: no arrasaré esa ciudad que dices. Aprisa, ponte a salvo allí, pues no puedo hacer nada hasta que llegues».
Por eso la ciudad se llama La Pequeña.
Cuando Lot llegó a La Pequeña, salía el sol.
El Señor, desde el cielo, hizo llover azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra. Arrasó aquellas ciudades y toda la vega con los habitantes de las ciudades y la hierba del campo.
La mujer de Lot miró atrás y se convirtió en estatua de sal.
Abrahán madrugó y se dirigió al sitio donde había estado con el Señor. Miró en dirección a Sodoma y Gomorra, toda la extensión de la vega, y vio humo que subía del suelo, como el humo de un horno.
Así, cuando Dios destruyó las ciudades de la vega, arrasando las ciudades donde había vivido Lot, se acordó de Abrahán y libró a Lot de la catástrofe.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 25)
El Señor es el refugio de los buenos. Con el salmo 25 pidamos al Señor que por su bondad nos proteja, diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 25. 2-3. 9-10. 11-12
R. Tengo ante los ojos, Señor, tu bondad.
Escrútame, Señor, ponme a prueba,
sondea mis entrañas y mi corazón,
porque tengo ante los ojos tu bondad,
y camino en tu verdad. R.
No arrebates mi alma con los pecadores,
ni mi vida con los sanguinarios,
que en su izquierda llevan infamias,
y su derecha está llena de sobornos. R.
Yo, en cambio, camino en la integridad;
sálvame, ten misericordia de mí.
Mi pie se mantiene en el camino llano;
en la asamblea bendeciré al Señor. R.
Monición al Evangelio (Mateo 8, 23-27)
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 8, 23-27
En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron.
De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él dormía.
Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole:
—«¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!».
Él les dijo:
—«¡Cobardes! ¡Qué poca fe!».
Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma.
Ellos se preguntaban admirados:
—«¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Padre, aún hoy sucede que tu Iglesia se siente sacudida por las olas de un mar en tempestad y no logra reconocer la presencia silenciosa de tu Hijo Jesús. Por medio suyo te presentamos nuestras plegarias diciendo todos:
Aumenta nuestra fe.
- Por el Papa, los obispos y los sacerdotes, llamados a ser guías firmes del pueblo de Dios, para que, en los momentos en los que su comunidad es sacudida por la tempestad, recuerden que el Señor no abandona y no teman gritarle para que intervenga. Oremos.
- Por la paz en el mundo, para quienes planean la guerra sientan la paz de Dios en sus corazones y desistan de echar a andar planes bélicos que compliquen más la situación conflictiva internacional. Oremos.
- Por todos aquellos que sienten que ya no tienen fuerzas para luchar ante las adversidades de la vida, para que sientan la fuerza poderosa de Jesús que calma las tempestades y restaura la paz en su vida. Oremos.
- Por todos nosotros que tenemos experiencia del silencio de Dios, para que no perdamos nunca la certeza de su presencia y acojamos el anuncio del Evangelio de hoy, que nos invita a recordar que en medio del miedo siempre es posible gritarle al Señor para que nos socorra. Oremos.
Presidente: Dios de la vida, que has enviado a tu Hijo no para condenar, sino para salvar el mundo, acoge las intenciones que te presentamos con corazón de hijos. Si son para nuestro bien, escúchalas. Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor. -Amén.
Presentación de las Ofrendas
Pongamos nosotros el pan y el vino y llevémoslo como ofrenda al altar. El Espíritu Santo se encargará de convertirlos en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Comunión.
Cristo está presente en el pan y el vino consagrados y quiere alentarnos en nuestras dificultades. Vayamos a recibirle.
Final
Queridos hermanos, el seguimiento de Cristo tiene sus dificultades, hoy como siempre. Vayamos a vivir nuestra fe, confiados en que Dios siempre estará con nosotros en nuestras tempestades.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 4, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia; Farnés Sherer, Pedro, Moniciones y Oraciones Sálmicas, Ed. Regina, Mallorca, 1978.