Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Nos reunimos una vez más para celebrar la santa misa diaria. Nos alegra tenerles en este lugar para celebrar juntos nuestra fe.
Como los personajes del Evangelio de hoy, tenemos nuestras ocupaciones diarias, pero tomamos un espacio de tiempo para dedicarlo al Señor. Por eso, con toda nuestra dedicación, comencemos esta misa con el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Jonás 3, 1-10)
El texto que leemos hoy, de libro de Jonás, nos relata el resultado de la predicación que el profeta hace a los ninivitas, dejándonos claro que no hay ningún hombre o pueblo, por malo que sea, a quien permanezca cerrada la posibilidad de escuchar la llamada de Dios y de volverse a él.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Jonás 3, 1-10
De nuevo vino la palabra del Señor sobre Jonás:
—«Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo».
Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla.
Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando:
—«¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!».
Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños.
Llegó el mensaje al rey de Nínive; se levantó del trono, dejó el manto, se cubrió de saco, se sentó en el polvo y mandó al heraldo a proclamar en su nombre a Nínive:
—«Hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, no pasten ni beban; vístanse de saco hombres y animales; invoquen fervientemente a Dios, que se convierta cada cual de su mala vida y de la violencia de sus manos; quizá se arrepienta, se compadezca Dios, quizá cese el incendio de su ira, y no pereceremos».
Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 129)
Los ninivitas se convirtieron de su mala vida y Dios se compadeció de ellos. Con el salmo 129, desde el reconocimiento de nuestro propio pecado, presentamos una súplica confiada en el perdón del Señor. Lo hacemos diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 129, 1-2. 3-4. 7bc-8
R. Si llevas cuentas de los delitos,
Señor, ¿Quién podrá resistir?
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R.
Si llevas cuentas de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto. R.
Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos. R.
Monición al Evangelio (Lucas 10, 38-42)
El breve texto que leemos hoy de san Lucas, nos presenta una escena familiar, en la que recobran un relieve especial los personajes de Marta y María, que vivían en Betania, con su hermano Lázaro.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo:
—«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano».
Pero el Señor le contestó:
—«Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Señor, que nos invitas a convertimos, abre nuestro corazón a tu Palabra. Repitamos juntos:
Escucha nuestra voz, Señor.
- Por la Iglesia, para que, disponible y dispuesta a acoger a todo hombre que tenga dificultades y lleve a todos la Palabra de salvación. Que su obrar esté movido no por el afán del prestigio y de la fama, sino por el deseo de poner a Dios en el primer lugar. Oremos.
- Por el Papa, los obispos y los sacerdotes, para que nos enseñen a contemplar y a ponernos en escucha del Señor. Que, confiando toda su vida en sus manos, estén siempre agradecidos por su vocación y vivan su ministerio en la alegría y en el servicio. Oremos.
- Por los gobernantes, de las naciones, para que la colaboración y la paz sean las bases sobre las cuales fundan sus programas políticos. Que vivan su servicio como una oportunidad concreta de colaborar con la promoción del bien del país y no como un modo de enriquecerse y de alcanzar prestigio. Oremos.
- Por todos nosotros, para que, como María, sepamos apartar el tiempo necesario para estar a los pies del maestro y poder hablar con Él y aprender de Él las lecciones para nuestra vida. Oremos.
Presidente: Oh Dios, tú quieres que nuestra fe se transforme en acción. Ayúdanos a amar a nuestros hermanos, sin dejarnos dominar por el activismo, sino caminando siempre tras tu Hijo. Él vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 6, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.