Monición de entrada
Queridos hermanos, tengan todos muy buenos días (tardes, noches). Con mucha alegría les recibimos en la casa de Dios para la celebración eucarística, en el miércoles de la décimo octava semana del tiempo ordinario.
Que la celebración de esta santa misa aumente en nosotros la fe ya prendamos a confiar en las fuerzas de Dios, más que en las nuestras. Con esos sentimientos, comencemos nuestra celebración con el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Números 13, 1-2. 25—14, 1. 26-30. 34-35)
El libro de los Números hoy nos describe la reacción de rebeldía del pueblo de Israel ante la noticia traída por los exploradores enviados por Moisés a la tierra soñada, la tierra prometida.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Números 13, 1-2. 25—14, 1. 26-30. 34-35
En aquellos días, el Señor dijo a Moisés en el desierto de Farán:
—«Envía gente a explorar el país de Canaán, que yo voy a entregar a los israelitas: envía uno de cada tribu, y que todos sean jefes».
Al cabo de cuarenta días volvieron de explorar el país; y se presentaron a Moisés, a Aarón y a toda la comunidad israelita, en el desierto de Farán, en Cadés. Presentaron su informe a toda la comunidad y les enseñaron los frutos del país. Y les contaron:
—«Hemos entrado en el país a donde nos enviaste; es una tierra que mana leche y miel; aquí tenéis sus frutos. Pero el pueblo que habita el país es poderoso, tienen grandes ciudades fortificadas (hemos visto allí hijos de Anac). Amalec vive en la región del desierto, los hititas, jebuseos y amorreos viven en la montaña, los cananeos junto al mar y junto al Jordán».
Caleb hizo callar al pueblo ante Moisés y dijo:
—«Tenemos que subir y apoderarnos de esa tierra, porque podemos con ella».
Pero los que habían subido con él replicaron:
—«No podemos atacar al pueblo, porque es más fuerte que nosotros».
Y desacreditaban la tierra que habían explorado delante de los israelitas:
—«La tierra que hemos cruzado y explorado es una tierra que devora a sus habitantes; el pueblo que hemos visto en ella es de gran estatura. Hemos visto allí gigantes, hijos de Anac: parecíamos saltamontes a su lado, y así nos veían ellos».
Entonces toda la comunidad empezó a dar gritos, y el pueblo lloró toda la noche.
El Señor dijo a Moisés y Aarón:
—«¿Hasta cuándo seguirá esta comunidad malvada protestando contra mí? He oído a los israelitas protestar de mí. Pues diles: «Por mi vida —oráculo del Señor—, que os haré lo que me habéis dicho en la cara; en este desierto caerán vuestros cadáveres, y de todo vuestro censo, contando de veinte años para arriba, los que protestasteis contra mí no entraréis en la tierra donde juré que os establecería. Sólo exceptúo a Josué, hijo de Nun, y a Caleb, hijo de Jefoné.
Contando los días que explorasteis la tierra, cuarenta días, cargaréis con vuestra culpa un año por cada día, cuarenta años. Para que sepáis lo que es desobedecerme.
Yo, el Señor, juro que trataré así a esta comunidad perversa que se ha amotinado contra mí: en este desierto se consumirán y en él morirán»».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 105)
El amor de Dios por su pueblo siempre es mucho más grande que las rebeldías de aquellos que, aún conociendo las obras del Señor, confían más en sus propias fuerzas. Por eso, con el salmo 105 alabemos el amor de Dios, diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 105, 6-7a. 13-14. 21-22. 23
R. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
Hemos pecado con nuestros padres,
hemos cometido maldades e iniquidades.
Nuestros padres en Egipto
no comprendieron tus maravillas. R.
Bien pronto olvidaron sus obras,
y no se fiaron de sus planes:
ardían de avidez en el desierto
y tentaron a Dios en la estepa. R.
Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en el país de Cam,
portentos junto al mar Rojo. R.
Dios hablaba ya de aniquilarlos;
pero Moisés, su elegido,
se puso en la brecha frente a él,
para apartar su cólera del exterminio. R.
Monición al Evangelio (Mateo 15, 21-28)
El Evangelio de San Mateo nos describe hoy una escena breve, pero significativa. Jesús sale por primera vez fuera del territorio de Israel, a Tiro y Sidón, el actual Líbano, donde una mujer extranjera consigue un milagro.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:
—«Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo».
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
—«Atiéndela, que viene detrás gritando».
Él les contestó:
—«Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel».
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió:
«Señor, socórreme».
Él le contestó:
—«No está bien echar a los perros el pan de los hijos».
Pero ella repuso:
—«Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos».
Jesús le respondió:
—«Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas».
En aquel momento quedó curada su hija.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Es posible perder el ánimo ante la adversidad, si miramos nuestra fuerza humana, como lo hizo la estirpe elegida frente a los pueblos que habitaban la tierra prometida a los israelitas. Participes de la misma debilidad. dirijámonos al Padre pidiendo:
Aumenta nuestra fe, Señor.
- Por la santa Iglesia, fundada sobre la esperanza viva, para que obre con diligencia en el mundo para anunciar la misericordia de Dios mostrando con sus obras el hombre nuevo regenerado por Cristo. Oremos.
- Por la paz del mundo, para que todos hagamos nuestra parte para lograr la armonía entre los pueblos, siendo fraternales y comprensivos con todos. Oremos.
- Por los desmoralizados y por los que, frente a los problemas de la vida, están cansados y sin salida, para que el Espíritu Santo infunda en sus corazones la confianza y la esperanza, alimentando en ellos la vida y las ganas de luchar mediante la oración por reconquistar la dignidad de hijos de Dios. Oremos.
- Por los encarcelados: que el Espíritu Santo sea para ellos guía y sustento seguro en la dura realidad de las cárceles, infundiéndoles libertad interior, consolación y misericordia. Oremos.
- Por todos nosotros aquí reunidos, para que podamos tener presente la tierra prometida que Dios ha pensado para nosotros; que nos guíe Él en las luchas y combates, y nos sostenga para que no perdamos de vista la meta, que es el cielo. Oremos.
Presidente: Oh Dios, acoge nuestras súplicas y haz que no nos perturbemos frente a las dificultades perdiendo el deseo de luchar. Haz que confiemos siempre en tu fuerza, que es nuestra única victoria. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Con las ofrendas de pan y vino, ofrezcamos también al Señor nuestra poca fe, para que Él la aumente.
Comunión.
Jesús, que cumple los deseos de quienes tienen fe, se hace presenten el pan y el vino consagrados. Con mucha fe, vamos a recibirle.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 5, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia