Monición de entrada
Queridos hermanos, con esta santa Misa finalizamos la vigésimo primera semana del tiempo ordinario y recordamos a nuestra Madre Celestial, la Santísima Virgen María. Sean todos bienvenidos.
Hoy terminaremos la lectura del Evangelio de San Mateo, con un discurso sobre el fin de los tiempos y el buen uso de los talentos. Estamos aquí porque queremos prepararnos para el momento final, poniendo todo al servicio del reino de Dios.
Conscientes de ello, dispongámonos a comenzar esta misa con el canto de entrada. De pie y cantemos todos.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (1 Tesalonicenses 4, 9-11)
Ahora escucharemos una serie de recomendaciones que san Pablo dirige a la comunidad de Tesalónica, para que sigan mejorando, sobre todo en la caridad fraterna y en la laboriosidad. Pongamos atención, que esas recomendaciones son para nosotros ahora.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 4, 9-11
Hermanos:
Acerca del amor fraterno no hace falta que os escriba, porque Dios mismo os ha enseñado a amaros los unos a los otros.
Como ya lo hacéis con todos los hermanos de Macedonia.
Hermanos, os exhortamos a seguir progresando: esforzaos por mantener la calma, ocupándoos de vuestros propios asuntos y trabajando con vuestras propias manos, como os lo tenemos mandado.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 97)
El Salmo 97 es un himno al Señor rey, con el que cantamos las características de su reinado: rectitud y justicia. Son el fundamento del amor fraterno a que nos ha exhortado san Pablo. Unámonos todos diciendo:
Salmo responsorial: Salmo 97, 1. 7-8. 9
R. El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes. R.
Al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud. R.
Monición al Evangelio (Mateo 25, 14-30)
Con otra parábola, concluye hoy el «discurso escatológico» de Jesús, sobre la vigilancia que debe caracterizar a los cristianos ante la Venida del Señor.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 14-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
—«Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.
El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.
En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos.
Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:
«Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco».
Su señor le dijo:
«Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor».
Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo:
«Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos».
Su señor le dijo:
«Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor».
Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo:
«Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo».
El señor le respondió:
«Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes»».
Palabra del Señor.
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Oración de los fieles
Presidente: Al Señor, que quiere que seamos activos en la caridad y no estemos encerrados en nuestros miedos, elevemos nuestra voz. Oremos diciendo:
Concédenos tu alegría, Padre.
- Por la Iglesia, llamada a amar a todo hombre, para que no se encierre en el egoísmo y en la indiferencia, sino que en las pequeñas y grandes decisiones cotidianas haga siempre fructificar los talentos que Dios le ha dado. Oremos.
- Por el Santo Padre y los sacerdotes, para que siempre se sientan sostenidos y guiados en su misión apostólica. Que vivan su tarea en la obediencia filial, enseñando a donarse totalmente al Señor con alegría, incluso ante el sufrimiento y el desánimo, seguros de que el Espíritu obra en lo escondido. Oremos.
- Por los que tienen cargos políticos y de responsabilidad en el gobierno de las naciones, para que vivan su autoridad como servicio, para garantizar a los ciudadanos condiciones de vida que les permitan vivir la existencia con dignidad y en el respeto de sí mismos y de los otros. Oremos.
- Por los que sufren a causa de la depresión, para que el Señor les dé la capacidad de percibir su amor y la fuerza para reaccionar a la enfermedad. Que no se sientan solos, sino que, asistidos por los hermanos, reencuentren la alegría y el deseo de vivir. Oremos.
- Por todos nosotros, para que, sirviendo a Dios en nuestros hermanos, vayamos día a día preparando la venida definitiva del Mesías. Oremos.
Presidente: Padre, escucha nuestro clamor y suscita en nosotros una fe firme y sincera, para que lleguemos a acoger y a observar tu Palabra y a sacar frutos de vida eterna. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Con los dones de pan y vino, presentemos al Señor nuestros talentos para el servicio del reino de Dios y de nuestros hermanos.
Comunión.
Cristo viene hoy y se hace presente en el Pan y el Vino consagrados. Vayamos con fe a comulgar.
Final
Queridos hermanos, vayamos a poner al servicio de Dios y de la Iglesia todos los talentos que Dios nos ha dado.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 5, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia