Monición de entrada
Queridos hermanos, tengan todos muy buenos días (tardes, noches). Después de haber celebrado ayer la Solemnidad de la Natividad San Juan Bautista, hoy nos congregamos en torno al altar de Dios para la celebración eucarística del martes de la decimosegunda semana del tiempo ordinario.
En el sermón del monte, Jesús sigue dándonos instrucciones muy importantes para nuestra santidad. Permitamos que nuestros corazones se abran al mensaje de salvación que Cristo nos trae y comencemos esta misa con el canto de entrada. De pie y cantemos todos.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (2 Reyes 19, 9b-11. 14-21. 31-35a. 36)
Después de que el libro de los Reyes nos habló sobre la caída de Samaría, el reino del Norte. Hoy, escucharemos sobre la amenaza que pende sobre Judá, el reino del Sur. Estamos en el año 701 antes de Cristo y han pasado veinte desde el destierro de Israel. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del segundo libro de los Reyes 19, 9b-11. 14-21. 31-35a. 36
En aquellos días, Senaquerib, rey de Asiria, envió mensajeros a Ezequías, para decirle:
—«Decid a Ezequías, rey de Judá: «Que no te engañe tu Dios en quien confías, pensando que Jerusalén no caerá en manos del rey de Asiria. Tú mismo has oído hablar cómo han tratado los reyes de Asiria a todos los países, exterminándolos, ¿y tú te vas a librar?»».
Ezequías tomó la carta de mano de los mensajeros y la leyó; después subió al templo, la desplegó ante el Señor y oró:
«Señor, Dios de Israel,
sentado sobre querubines;
tú solo eres el Dios
de todos los reinos del mundo.
Tú hiciste el cielo y la tierra.
Inclina tu oído, Señor, y escucha;
abre tus ojos, Señor, y mira.
Escucha el mensaje que ha enviado
Senaquerib para ultrajar al Dios vivo.
Es verdad, Señor: los reyes de Asiria
han asolado todos los países y su territorio,
han quemado todos sus dioses,
porque no son dioses,
sino hechura de manos humanas,
leño y piedra, y los han destruido.
Ahora, Señor, Dios nuestro,
sálvanos de su mano,
para que sepan todos los reinos del mundo
que tú solo, Señor, eres Dios».
Isaías, hijo de Amós, mandó a decir a Ezequías:
—«Así dice el Señor, Dios de Israel: «He oído lo que me pides acerca de Senaquerib, rey de Asiria. Ésta es la palabra que el Señor pronuncia contra él:
‘Te desprecia y se burla de ti
la doncella, la ciudad de Sión;
menea la cabeza a tu espalda
la ciudad de Jerusalén.
Pues de Jerusalén saldrá un resto,
del monte Sión los supervivientes.
¡El celo del Señor lo cumplirá!
Por eso, así dice el Señor acerca del rey de Asiria:
No entrará en esta ciudad,
no disparará contra ella su flecha,
no se acercará con escudo
ni levantará contra ella un talud;
por el camino por donde vino se volverá,
pero no entrará en esta ciudad
—oráculo del Señor—.
Yo escudaré a esta ciudad para salvarla,
por mi honor y el de David, mi siervo'»».
Aquella misma noche salió el ángel del Señor e hirió en el campamento asirio a ciento ochenta y cinco mil hombres.
Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento, se volvió a Nínive y se quedó allí.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 47)
La protección de Dios sobre Jerusalén es signo de su amor salvador. Al cantar a Jerusalén abrimos nuestro horizonte contemplando la nueva Jerusalén, realizadora de las promesas. Por eso digamos todos:
Salmo responsorial: Salmo 47, 2-3a. 3b-4. 10-11
R. Dios ha fundado su ciudad para siempre.
Grande es el Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
su monte santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra. R.
El monte Sión, vértice del cielo,
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar. R.
Oh Dios, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo:
como tu renombre, oh Dios, tu alabanza
llega al confín de la tierra;
tu diestra está llena de justicia. R.
Monición al Evangelio (Mateo 7, 6. 12-14)
El texto evangélico de hoy reúne tres sentencias de Jesús que nos serán de muchísima utilidad en nuestra vida cristiana: sobre lo santo, la regla de oro y la puerta estrecha. Cantemos primero el aleluya para luego escuchar este importante mensaje.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 6. 12-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozaros.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas.
Entrad por la puerta estrecha. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos.
¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Esforcémonos por caminar por la vía de la caridad evangélica y dirijamos al Señor nuestra oración diciendo:
Escúchanos, Señor.
- Por los ministros de la Iglesia, para que nos sigan mostrando el camino que nos conduce a la salvación. Oremos.
- Por los que sirven a los más pobres: que al donar nunca pongan en evidencia la superioridad de su condición y la generosidad de su gesto, sino que actúen de modo tal que hagan sentir el calor de un gesto de amistad y solidaridad. Oremos.
- Por las parejas de jóvenes esposos: que no den por descontado su estar juntos, sino que, viviendo la presencia del otro como don recibido de Dios, se sirvan mutuamente y se abran al don de la vida. Oremos.
- Por los desempleados: que no se dejen atraer por promesas de ganancias fáciles que exigen olvidar valores como el altruismo y la honestidad, sino que insistan en la búsqueda de un trabajo que, aunque requiera sacrificios, no obliga a perder su integridad moral. Oremos.
Presidente: Padre, suscita en nosotros el deseo de emprender el camino de despojo de lo superfluo y de perseverar cada día en él, para encontrar y entrar por la puerta estrecha que conduce a la vida. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Con el pan y el vino que llevamos al altar, ofrezcamos también al Señor nuestro deseo de vivir en santidad.
Comunión.
Cristo, que nos invita a entrar por la puerta estrecha, hoy nos invita a participara en su banquete de amor. Acerquémonos a recibirle.
Final
Queridos hermanos, todo discípulo de Cristo, y cada uno según su estado, situación y
carisma propio, está llamado a la santidad en cualquier condición social y laboral. Vayamos a vivir la santidad en el matrimonio y en la familia, en la vida consagrada, en el trabajo de casa y de la oficina, en el hospital y en la enseñanza, en el taller y en el campo, detrás de un mostrador, de una ventanilla o de un volante.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 4, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.