Monición de Entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. En el sábado de la quinta semana del tiempo ordinario, les damos la más cordial bienvenida a la casa de Dios para celebrar juntos esta santa misa.
El Evangelio de hoy nos hablará de la multiplicación de los pana y Jesús compartirá con nosotros el pan que nos da la vida eterna. Hagamos que nuestra celebración eucarística no sea una mera yuxtaposición de personas, sino que llegue a ser una reunión de hermanos y amigos que comparten todo: el pan, la fe, la esperanza, el amor y la vida.
Con esa intención comencemos nuestra celebración con el canto de entrada. De pie por favor y cantemos todos.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Génesis 3, 9-24)
Terminamos hoy las cinco semanas de lecturas de los libros históricos del Antiguo Testamento, con nubarrones oscuros sobre la casa de David y Salomón. Hoy escucharemos sobre el pecado de Jeroboán, que trae consigo la división religiosa.
PRIMERA LECTURA
Lectura del primer libro de los Reyes 12, 26-32; 13, 33-34
En aquellos días, Jeroboán pensó para sus adentros:
—«Todavía puede volver el reino a la casa de David. Si la gente sigue yendo a Jerusalén para hacer sacrificios en el templo del Señor, terminarán poniéndose de parte de su señor, Roboán, rey de Judá; me matarán y volverán a unirse a Roboán, rey de Judá».
Después de aconsejarse, el rey hizo dos becerros de oro y dijo a la gente:
—«¡Ya está bien de subir a Jerusalén! ¡Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto!».
Luego colocó un becerro en Betel y el otro en Dan. Esto incitó a pecar a Israel, porque unos iban a Betel y otros a Dan.
También edificó ermitas en los altozanos; puso de sacerdotes a gente de la plebe, que no pertenecía a la tribu de Leví.
Instituyó también una fiesta el día quince del mes octavo, como la fiesta que se celebraba en Judá, y subió al altar que había levantado en Betel, a ofrecer sacrificios al becerro que había hecho.
En Betel estableció a los sacerdotes de las ermitas que había construido.
Jeroboán no se convirtió de su mala conducta y volvió a nombrar sacerdotes de los altozanos a gente de la plebe; al que lo deseaba lo consagraba sacerdote de los altozanos.
Este proceder llevó al pecado a la dinastía de Jeroboán y motivó su destrucción y exterminio de la tierra.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 105)
El pecado del rey de Israel ha sido grande: incitó al pueblo a la infidelidad a la alianza. Ante el constante pecado del hombre, prevalece el amor de Dios, por eso lo alabamos, con el salmo 105, diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 105, 6-7a. 19-20. 21-22
R. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
Hemos pecado con nuestros padres,
hemos cometido maldades e iniquidades.
Nuestros padres en Egipto
no comprendieron tus maravillas. R.
En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen
de un toro que come hierba. R.
Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en el país de Cam,
portentos junto al mar Rojo. R.
Monición al Evangelio (Marcos 8, 1-10)
El texto evangélico de hoy nos muestra la preocupación de Jesús incluso por la comida de sus seguidores. Preparémonos para escuchar la narración de este milagro.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 8, 1-10
Uno de aquellos días, como había mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
—«Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y, si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido desde lejos».
Le replicaron sus discípulos:
—«¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para que se queden satisfechos?».
Él les preguntó:
—«¿Cuántos panes tenéis?».
Ellos contestaron:
—«Siete».
Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente.
Tenían también unos cuantos peces; Jesús los bendijo, y mandó que los sirvieran también.
La gente comió hasta quedar satisfecha, y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil.
Jesús los despidió, luego se embarcó con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Conscientes de que sólo en Dios está nuestra salvación, dirijamos a Él nuestra oración diciendo todos:
Acuérdate de nosotros, Señor.
- Por la santa Iglesia. Que siempre parta, para todo hombre que tenga hambre de Dios, el pan de su Palabra, para que, saciado en su amor, pueda dar alabanza y adoración sólo a Él. Oremos.
- Por los sacerdotes. Que la memoria agradecida de la predilección del Señor con respecto a ellos y la obediencia a su voluntad. que es siempre para el bien del hombre, les ayuden a vivir su servicio a la Iglesia en la verdad y con confianza. Oremos.
- Por los jefes de las naciones. Que no intenten comprar con engaños el favor de los ciudadanos para garantizar de forma egoísta su poder, sino que acepten con serenidad el riesgo de perder el consenso, en favor de una confrontación abierta y honesta. Oremos.
- Por las parejas cuyo matrimonio está en crisis a causa de la infidelidad, las traiciones u otros problemas familiares. Que puedan encontrar el camino de la conversión y del perdón reciproco a través de la fe en el único Dios que ha sellado su pacto. Oremos.
- Por nosotros, para que no caigamos en la tentación de seguir a quien promete conquistas fáciles y falsas en la vida, sino que siempre confiemos en el Señor, que nunca niega su presencia ni su auxilio para la salvación de quien confía en Él. Oremos.
Presidente: Sácianos con tu Palabra y con tu cuerpo, Señor, para que, fortalecidos en el cuerpo y en el espíritu podamos ser, a nuestra vez, pan partido para quienes encontremos en nuestro camino. Tú eres Dios y vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Fruto de la tierra y del trabajo del hombre, hemos obtenido el pan y el vino que ahora llevamos como ofrenda al altar, para que Dios haga el milagro y reparta su pan entre nosotros.
Comunión
Hermanos, el milagro de los panes, como el maná del desierto, es un signo que
prefigura la eucaristía que Cristo instituyó la víspera de su pasión. Ese pan que Cristo repartió en la última cena, nos lo ofrece también ahora a nosotros; acerquémonos a recibirle.
Final
Al terminar esta misa vayamos a vivir en paz y armonía con nuestros semejantes y a disponernos para participar del banquete eucarístico dominical de mañana.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 4, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia