Salutaris Ille Spiritus
Nuestra atención ahora se centra en una corta Encíclica que escribió el Papa León XIII, en diciembre de 1883, sobre la devoción al Santo Rosario y la inclusión de la invocación «Reina del Santísimo Rosario» en las letanías lauretanas.
Éxito de la Encíclica anterior
En septiembre del mismo año había escrito Supremi Apostolatus, en la que había consagrado el mes de octubre a la Santísima Virgen María, pidiendo que todos los cristianos rezaran el rosario durante todos los días del mes de octubre, hasta el 2 de noviembre.
En Salutaris Ille Spiritus el papa comienza haciendo una evaluación positiva sobre el resultado de dicha convocatoria, reconociendo que el espíritu de oración nunca disminuye en la Iglesia, pero que ese espíritu se vuelve más activo y mueve el corazón del hombre cuando:
- Una época trascendental se inicia o se acerca para la Iglesia o para la sociedad civil
- Ocurren situaciones angustiosas.
Esto sucede, dice el papa, «porque los hombres comprenden que cuanto menor les aparece la protección humana, tanto más sienten la necesidad del patrocinio celestial.
Por eso el resultado de la convocatoria de su encíclica anterior fue un éxito. El pueblo acató el llamado y mostró su piedad y devoción a la Santísima Virgen María a través del rezo del Santo Rosario, tanto en las iglesias como en los hogares y en procesiones por las calles. Los templos decorados, las homilías o sermones dedicados a la virgen, la algarabía mostrada en las distintas celebraciones y el ingenio y compromiso de las personas que, en lugares donde no había sacerdote, ellos mismos realizaban el servicio religioso, en la medida en que las circunstancias se lo permitían.
Perseverancia en la oración.
Alcanzado el objetivo de la Encíclica anterior, el papa recuerda que la oración no solo es una vez, tampoco solo para circunstancias especiales, sino que
… importa muchísimo que se la practique perpetua y asiduamente. Se alcanzan los favores y se aplaca la ira de Dios rezando; Dios quiere que la concesión de sus favores no sea sólo el fruto de su bondad, sino también el de nuestra perseverancia en el pedir.
Era cierto que las circunstancias difíciles por las que pasaba la Iglesia de esa época ameritaba la ferviente oración de todos los cristianos:
Creemos que, abarcando mentalmente la lucha de tantos combates, hemos de fijar la mayor atención en Nuestro Señor Jesucristo, quien a fin de llevarnos a su imitación al entrar en agonía, rezaba con mayor fervor.
Pero la oración debe ser perseverante, en todo tiempo, en toda circunstancia.
Disposiciones sobre el rezo del Rosario y la invocación «Reina del Santísimo Rosario»
De todos los modos de rezar, conocidos hasta 1883, el Papa León XIII recomienda, por muchas razones, «la que se llama el Rosario Mariano«, mismo que pide sea rezado en las hogares y en los templos:
Exhortamos a todos y les rogamos encarecidamente que insistan piadosa y asiduamente en la costumbre del Rosario diario; asimismo declaramos que deseamos que en el templo principal de todas las diócesis se rece diariamente el Rosario y en los templos de las Curias todos los días festivos.
Y finaliza el papa incluyendo una nueva invocación a las letanías lauretanas, para honrar a la Madre de Dios:
En honor de la excelsa Madre de Dios, María, para perpetua memoria de las preces con que por doquiera se ha implorado, durante el mes de Octubre, el patrocinio del Corazón de María para perenne testimonio de la inmensa confianza que depositamos en Nuestra Madre amantísima, para alcanzar mejor de día en día su propicia ayuda, queremos y decretamos que en las Letanías Lauretanas, después de la Invocación «Reina sin pecado original concebida», se añada la alabanza: «Reina del Santísimo Rosario, rogad por nosotros«.
Por eso, en nuestros tiempos, nosotros también invocamos a María Santísima y le decimos: «Reina del Santísimo Rosario, ruega por nosotros.»