martes, septiembre 10, 2024
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Los problemas del Comienzo (Clase 1-1)

Este es el primer tema de Crecimientos para los recién nacidos a la Nueva Vida en el Espíritu, de la Renovación Carismática Católica, orientado a la animación de los nuevos miembros de la comunidad, tras su Pentecostés personal, para que sigan adelante, actuando en fe y prevenirles de algunos problemas que encontrarán en este nuevo camino.

Los problemas del Comienzo

Objetivo: Introducir a los nuevos hermanos en este nuevo camino, ubicándolos en su punto de partida, advirtiéndoles sobre algunas situaciones que se puedan ir dando dentro de la comunidad y sugirerles la forma de salir adelante.

1. Infancia Espiritual

No siempre el nivel de crecimiento espiritual y de formación cristiana es igual para todos los hermanos que se inician en esta nueva vida en el Espíritu. Salvo algunas excepciones en que se rompa la regla con hermanos que ya han formado parte de alguna comunidad, grupo o moviemiento dentro de la Iglesia, o que hayan tenido algún tipo de formación teológica o cristiana profunda, la mayoría comienza desde cero, o casi de cero.

En todo caso, la espiritualidad carismática tiene sus particularidades con las que hay que familiarizarse e irlas conociendo poco a poco. Por tanto, la regla de San Pablo es muy aplicable para todos:  «Yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche y no alimento sólido, pues todavía no lo podíais soportar. Ni aun lo soportáis al presente» (1 Cor. 3,1-2). Tomar en cuenta esto es muy bueno, pues la comunidad no exigirá tanto a los hermanos que acaban de iniciarse, como a los que ya tienen mucho tiempo de perseverar en la misma.  

Ese «Nacer de Nuevo» tras la vivencia del Pentecostés, en el Retiro o Cursillo de Iniciación de Vida en el Espíritu, te convierte en un niño, espiritualmente hablando. Y como a un niño, San Pedro te hace una sugerencia: «Como niños recién nacidos, desead la leche espiritual pura, a fin de que, por ella, crezcáis para la salvación, si es que habéis gustado que el Señor es bueno» (1 Pe 2,2-3)

Tu actitud debe ser pues, como la de un niño, y no debes, por lo tanto, tratar de ser adulto espiritual, cuando aún no puedes serlo. Tampoco la comunidad te exigirá como adulto espiritual, sino te mimará como a un niño. Tendrás consideraciones especiales, como las de una madre con su recién nacido.Es lo que en algunas comunidades manejamos como «chinear» al hermano recién nacido, o «chinchinear», «consentir»; porque son hermanos nuevos, acaban de nacer a una vida nueva, y por lo tanto, merecen especial atención.

Y sobre esto hay que tomar en cuenta lo que ya decíamos al principio, que a veces hay hermanos que ingresan a la Renovación Carismática ya teniendo alguna experiencia en otro tipo de grupo, comunidad o movimiento dentro de la Iglesia, eso es bueno; el problema es cuando llegan con la idea de que en Renovación no comenzarán de cero, sino con pretensiones de ser servidores ya de inicio. Hay que entender que la realidad de las comunidades carismáticas son bien diferentes y cada provincia, diócesis o parroquia tienen su reglamento interno bien definido y algunas veces con muchas diferencias con respecto a otras comunidades; pero en principio, lo recomendable es siempre que un hermano nuevo en la Renovación, por mucha experiencia que tenga ya dentro de la Iglesia, se «siente» a los pies de Jesús primero como discípulo, a aprender, puesto que la espiritualidad de la Renovación difiere mucho a la de otro tipo de movimientos dentro de la Iglesia. Por lo tanto, todos comienzan como «niños espirituales» y necesitan ciertas atenciones especiales.

Por lo tanto, es natural que como niño que eres, aun no puedas realizar grandes cosas, y que más bien dependas de tu Padre Celestial totalmente, el que, al igual que todo padre amoroso, te atenderá y te protegerá contra toda enfermedad espiritual.

2. Vacunas Espirituales

Como todo niño, estarás expuesto a las enfermedades que entorpecen el crecimiento, pero Dios quiere que estés debidamente protegido, para que esas enfermedades no te hagan mal, y para eso tendrás que inmunizarte o vacunarte.

  •  Contra la enfermedad de la DUDA, la vacuna es la Fe en la Palabra de Dios.

La duda es peligrosa y hasta Mortal para tu espíritu si no te proteges debidamente.

Heb. 6,17-19  dice que nosotros no debemos dudar nunca de la promesa de un Dios que no miente, puesto que si somos de Cristo, también somos descendientes de Abraham y herederos de la promesa (Cf Gál. 3,29). Debes tener la certeza de que eres hijo de Dios (Jn. 1,12) y que, como tal, tienes un Padre todopoderoso que nunca te dejará solo, que siempre te protegerá y vendrá en tu auxilio.

  • Contra el Rencor, el antídoto o vacuna es el Perdón y Reconciliación.

El rencor es una enfermedad grave que origina otras enfermedades (incluso físicas); especialmente nos lleva a la apatía, nos evita tener amor por los hermanos, nos aleja de Dios, aleja de nosotros su perdón y hace inaceptables a Dios nuestras oraciones y ofrendas (Mat  5,23). Si aún sientes rencor contra alguien, debes buscar la sanación en el sacramento de la reconciliación y buscar el perdón hacia esa persona que te ha hecho daño. NO EXISTE otra medicina para sanar las heridas del corazón más que el perdón.

«Perdonar es el camino de la sanación…es el dejar marchar la dureza que se tenía hacia una persona ; soltando todas esas cosas que abrigábamos contra esa persona y soltándola de ese vínculo…perdonar es un proceso que dura toda la vida y se va recibiendo la gracia en cada momento.» (Sanación Intergeneracional, por el Padre Robert DeGrandis S.S.J. y Linda Schubert.)

Un psicólogo norteamericano, Robert Enright, afirmó que las personas que han sido profunda e injustamente heridas pueden sanar emocionalmente perdonando a su ofensor. El insigne fraile dominico Henri Lacordaire dijo: «¿Quieres ser feliz un instante? Véngate. ¿Quieres ser feliz toda la vida? Perdona».

Debemos perdonar, no solo por una razón religiosa, sino por nuestra propia salud. El perdón hace bien psíquica y físicamente a la persona.

  • Contra la Apatía, el antídoto o vacuna es la Comunión y Perseverancia.

La apatía es la falta de emoción, motivación o entusiasmo. Es un término psicológico para un estado de indiferencia, en el que un individuo no responde a aspectos de la vida emocional, social o física. Es una enfermedad que ataca generalmente a los nuevos cristianos, o a los cristianos con nuevo fervor. ¿Para qué vamos a trabajar y esforzarnos en cosas a las que nunca antes nos habíamos metido? ¿Para qué perder tanto tiempo asistiendo a crecimientos, asambleas, grupos de oración, retiros y otras cosas que implica ser parte de la Renovación Carismática?  y pregutas parecidas que Satanás pone en el corazón de los recién iniciados en la Renovación Carismática, a fin de perderlos y que desistan del nuevo camino que han tomado.  Es falta de deseo o de ánimo para seguir adelante en nuestra vida cristiana. Por medio de la comunión el Señor puede hablamos y animarnos a seguir adelante, a buscar el crecimiento en nuestro espíritu, a PERSEVERAR en la oración y conocerle más y más cada vez. «Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe…» (1 Pe 5,9)

  •  Contra sentirse Incapaz o Indigno, la vacuna o antídoto es la Oración.

Esta enfermedad puede ser muy saludable en cuanto que nos hace actuar con humildad, sabiendo que somos nada sin el auxilio de Dios, que por nuestros propios méritos no podemos conseguir nada, sino por la gracia y auxilio divino. Pero puede ser muy perjudicial para nuestro espíritu en cuanto que puede esconder complejos, baja autoestima y con ello desvirtuar la obra de Dios en nosotros. Dios no crea basura, somos una maravilla de la creación de Dios. Esos complejos se dan muchas veces en hermanos con perfil académico bajo, más aún en aquellos que no saben leer ni escribir. También en quienes tienen bajos recursos económicos y empiezan a compararse con el resto de hermanos de la comunidad.

Por eso nuestra confianza no debe estar en nosotros mismos, sino en El, que es todopoderoso. Por la oración, por los sacramentos, por nuestra voluntad de servirle, por nuestra entrega incondicional a El, poseemos su fuerza y su poder, y por eso sin ningún miedo, podemos emprender cualquier obra del Señor que el Espíritu Santo nos inspire y a la cual la comunidad nos envíe. Estas dos citas bíblicas pueden ayudarnos mucho al respecto: «Todo lo puedo en Aquel que me conforta» (Filipenses 4,13); «…de modo que podamos decir confiados: El Señor es mi ayuda; no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre?» (Hebreos 13,6)

  • Contra la falta de fe, el antídoto o vacuna es la Oración, Eucaristía y Lectura de la Palabra de Dios.

 Esta enfermedad puede hacernos creer que «nuestra Fe», y no la misericordia de Dios, es la que hace las maravillas, y por ello, al no sentirnos con «mucha Fe», no oramos, o no podemos ser instrumentos de Dios, sin enterarnos de que, aun si fuera como un grano de mostaza, podremos mover montañas  (Mat. 17:20).

La Fe es un DON de Dios, y nos es dada en nuestro bautismo como simiente (Ef. 4,30). Pero aquella Fe que sabe lo que Dios quiere, es un FRUTO (Gal. 5,22), producto de una vida de ejercicio de Fe, que va haciendo que esta, nuestra Fe, sea cada vez mayor, hasta poder llegar a ser, en algunos, como la de Abraham, que basado en la promesa de Dios, no vaciló en sacrificar a su único hijo, (en el cual debían realizarse todas sus promesas) seguro de que si Dios así lo mandaba, poderoso era El para realizarlas de otro modo. Sin embargo, esta Fe nunca sería suficiente para realizar milagros, si Dios no diera una Fe como CARISMA (1 Cor. 12,9), por medio de la cual el hombre deja de fiarse en sí mismo, de las circunstancias normales, y se entrega confiando totalmente en el poder de Dios, carisma que en ese momento le es dado y se manifiesta.

Podríamos hablar de otras enfermedades que pueden atacarnos, como son el egoísmo, la autosuficiencia, falsedad, irreligiosidad, vanagloria, sectarismo, autocompasión, etc., pero si sigues perteneciendo a una comunidad, los Pastores de esta, los hermanos ya maduros en el Espíritu, pueden ayudarte a salir curado de todas ellas, contando siempre con la fuerza de DIOS.

3. Tareas

  • Cita Lema:  «No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien»(Rom. 12,21)
  • Control de Lectura: Se sugiere comenzar a partir de este tema el control de lectura de las Sagradas Escrituras. Iniciar con el capítulo 2 del Evangelio de San Mateo.
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Mardoqueo Sánchez
Mardoqueo Sánchezhttp://cristomaniacatolica.com
Ingeniero en Sistemas, con estudios de Teología y Filosofía. Generarador de contenido para webs católicas desde 2005

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