¿Loco o Endemoniado? Lo explica un exorcista
¿Cómo saber si una persona está poseída por un espíritu maligno o solo es una enfermedad mental?
Hay personas que ven al diablo por doquiera y otras que ni siquiera creen en la existencia del Demonio. Dos extremos peligrosos para poder tratar adecuadamente algún padecimiento extraño que una persona pueda sufrir.
No falta la influencia cultural en que un buen diagnóstico se ve entorpecido por lo que el ambiente cultural determine. Sobran regiones de ciertos países en los que todo tipo de enfermedad normal o extraña es atribuida a influencias satánicas o posesiones diabólicas. Así muchas familias prefieren visitar primero a un «chamán», «brujo» o simplemente a un «charlatán» antes que al médico o a un sacerdote.
Pero ¿cómo saber si una persona está poseída por un espíritu diabólico o si lo que padece es una simple enfermedad mental?. El Padre Amorth relata un suceso en el que un sacerdote amigo suyo, durante un exorcismo, preguntó al diablo: ¿Posees poca gente? Ndie sabe ni siquiera que existes. A lo que el diablo contestó: No te basta con ir a los manicomios para ver cuánta gente yo poseo?. En el libro abajo citado el Padre Amorth nos da una explicación sobre este fenómeno.
Hay una situación complicada con el problema de los enfermos siquiátricos, porque si los psiquiatras creen más en la ciencia que en Dios, o simplemente no toman en cuenta a Dios a la hora de diagnosticar, se da un tratamiento inadecuado a los pacientes. Puede decirse que en la mayor parte de los casos los psiquiatras dan golpes de ciegos, pues hay muchos casos en los que la enfermedad parece psiquiátrica, pero no lo es.
El Padre Amorth explica que la forma de diagnosticar de un psiquiatra difiere de la de un exorcista, y que cada uno debe permanecer en su campo, y entonces los unos son útiles a los otros en el tratamiento de estos trastornos.
Un exorcista está muy atento a la sensibilidad de las personas al agua bendita. Muchas veces basta con rociar agua bendita y el demonio que está dentro de la persona rociada comienza a grita: «Basta, basta, me quema». También la aversión a lo sagrado es un signo importante, no toleran ver una imagen sagrada, si las toman en sus manos las destruyen o las botan. Esa prueba no necesariamente la debe hacer un exorcista o un sacerdote. Puede un familiar darle agua bendita sin que la persona lo sepa, para ver la reacción.
Otro método infalible, sigue explicando el Padre Amorth, son las liturgias comunitarias de sanación y de liberación, para lo cual sí sugiere mucho discernimiento, como se da en los casos de Misas de Sanación y Liberación, en las que puede suceder que alguien se ponga a gritar, se desespere, se eche por tierra o se ponga violento. Puede ser el resultado de un problema diabólico, pero también puede tratarse simplemente de problemas de histeria o sugestión. Ya nos hemos encontrado con casos similares también en Retiros de Iniciación o en momentos fuertes de oración con la Renovación Carismática, en los que simplemente se trata de personas con cargas fuertes de resentimiento que les oprimen y basta con una oración de liberación para solventar la situación.
Siempre que se presente una situación alarmante, es necesario acudir al auxilio adecuado, pues hay muchas personas que al observar un fenómeno alarmante, lo primero que hacen es acudir a un «brujo» o algo parecido, para buscar en ellos la solución. Recordemos que Satanás no puede expulsar al mismo Satanás (Mt. 12,26. Si un supuesto «brujo» trabaja con el poder de espíritus malignos, no puede expulsar a los mismos espíritus malignos que le dan ese poder. Lo que sí puede suceder es que una persona que acuda a ese tipo de ayuda, por una simple enfermedad mental, pueda resultar poseído al ser tratado en esos lugares diabólicos.
Recordemos que por muy complicado que parezca, Satanás no es más que una criatura de Dios. Fuerte, pero criatura de Dios al fin, así que no puede tener más fuerza que Dios.
Fuente: Amorth, Gabriele, Más Fuertes que el Mal, San Pablo, Bogotá