¿Por qué la Semana Santa cambia de fecha cada año?
Como iglesia celebramos muchas fiestas durante el año litúrgico. Algunas de ellas tienen ya una fecha fija para todos los años, tales como la Navidad (25 de diciembre), Santa María Madre de Dios (1 de enero), la Presentación del Señor (2 de febrero), entre otras. Pero hay celebraciones que no tienen una fecha fija, son celebraciones móviles, tales como el Miércoles de Ceniza, Semana Santa, la Ascensión, Pentecostés y otras.
Consideremos ahora el caso de la Semana Santa, ¿Por qué no tiene una fecha fija para cada año? Todo tiene que ver con aquella noche en que el pueblo judío salió de Egipto, aprovechando la luna llena, para huir sin ser descubiertos por las autoridades del Faraón, pues la luz de la luna les permitió prescindir de las lámparas. Ese acontecimiento lo narra el capítulo 12 del libro del Éxodo.
«Es la Pascua de Yahveh» (Ex. 12,11), una celebración que se realizará de generación en generación: «Este será un día memorable para vosotros, y lo celebraréis como fiesta en honor de Yahveh de generación en generación. Decretaréis que sea fiesta para siempre» (Ex. 12,14). Por lo tanto, los hebreos, fieles a este mandato, deben celebrar cada año la fiesta de Pascua durante toda una semana entre el 14 (la víspera del 15) y el 21 del mes de Nisan; días que empiezan con la primera luna llena de primavera. Dicho mes (Nisan) cae entre el 22 de marzo y el 25 de abril.
Las antiguas civilizaciones usaban el calendario lunar para fijar el paso del tiempo. Por medio de ese calendario fijaban la fiesta de la Pascua.
Jesús, como un judío fiel a estas tradiciones, también celebró la Pascua en aquel Jueves Santo, junto a sus discípulos, en una noche de luna llena. Por eso, la Iglesia fija el Jueves Santo en el día de luna llena que se presenta entre el mes de marzo y abril. Por esa razón la Semana Santa no cae siempre en las mismas fechas.
El pueblo de Israel conmemoraba la Pascua como Paso de la esclavitud a la libertad, de Egipto hacia la Tierra Prometida. Los cristianos celebramos la Pascua (resurrección del Señor) como un paso de la muerte a la vida, de la esclavitud del pecado a la libertad. Y en un principio los cristianos celebraban esa Pascua exactamente en la misma fecha de la pascua judía. A partir del Concilio de Nicea (año 325), Roma impuso que la Pascua Cristiana fuese en domingo; pues en ese concilio se estableció que esta fecha iba a estar marcada por la Luna llena. El Domingo de Resurrección sería pues el domingo siguiente a la primera Luna llena primaveral en el hemisferio norte. Y si el día de luna llena cae en domingo, la Pascua cristiana siempre se celebrará el domingo siguiente para no hacerla coincidir con la Pascua judía, según su calendario lunar, sin tener en cuenta si fue o no el día exacto en que históricamente resucitó Jesús.
La Iglesia, en su sabiduría, ha sabido adaptar ciertas celebraciones que nos permiten a los cristianos conmemorar, año con año, grandes acontecimientos de la historia de nuestra salvación. Más que fechas, los cristianos celebramos acontecimientos.