El Náufrago: Una reflexión sobre la Providencia Divina
Dios tiene mil maneras de responder a nuestras oraciones, y sus métodos a veces nos sorprenden, porque se vale aún de las dificultades para hacernos ver su mano poderosa actuando en nuestro favor.
Leamos atentamente esta historia para sacar nuestras conclusiones y aplicaciones prácticas:
El único sobreviviente de un naufragio llegó a la playa de una diminuta y deshabitada isla. Oró fervientemente a Dios pidiéndole ser rescatado, y cada día buscaba una salida o una forma de hacer llegar su grito de auxilio a los rescatistas, pero no veía ningún resultado favorable.
Cansado, finalmente optó por construirse una cabaña de madera para protegerse de los elementos de la naturaleza y almacenar sus pocas pertenencias.
Un día, tras merodear por la isla en busca de alimento, regresó a casa para encontrar su cabañita envuelta en llamas, con el humo ascendiendo hasta el cielo. Lo peor había ocurrido… lo había perdido todo. Quedó anonadado con tristeza y rabia, y de inmediato se plantó frente a Dios con sus reclamos:
– «Dios: cómo me pudiste hacer esto a mí!» se lamentó.
Temprano al día siguiente, sin embargo, fue despertado por el sonido de un barco que se acercaba a la isla. Había venido a rescatarlo.
– ¿Cómo supieron que estaba aquí?, preguntó el cansado hombre a sus salvadores.
– «Vimos su señal de humo», contestaron ellos.
Moraleja
El profeta Isaías 55, 8 Dice: «Porque no son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos – oráculo de Yahveh». Dicho y hecho. Nosotros oramos y esperamos la respuesta de Dios a nuestro modo, pero Dios tiene el suyo. Podemos pedir salud, y Dios nos dará enfermedad si es lo que conviene para prevenirnos de un mal mayor. ¿Cuántas veces te has quejado porque necesitabas hacer un viaje importante, te caíste y te rompiste un pie?. Le habías pedido al Señor por ese viaje, pero Dios te respondió al revés. Con el tiempo te sorprenderá saber que a través de ese pequeño accidente en tu pie, Dios evitó un viaje en el que ibas a tener un accidente mortal o algo peor iba a sucederte. Le pediste al Señor para que fuera posible una boda con la persona que creíste era tu media naranja, pero Dios puso un impedimento para que esa boda sucediera. Por muy desastrosa experiencia que hayas sentido y por mucha frustración que ese mal momento haya traído, con el tiempo Dios te mostró o mostrará que solo te protegió, porque escuchó tu oración y quiso evitar que en el futuro sufrieras mucho, porque esa persona, aunque te parecía ideal para ti, no lo era.
Dios es así, siempre escucha nuestras oraciones, y si es necesario valerse de un mal menor para evitar un mal mayor, así sucederá, aunque nosotros, en el momento, no lo entendamos o armemos un «berrinche», como niños, ante la voluntad divina.
Deja a Dios ser Dios, que él sabrá la mejor manera de actuar a nuestro favor.