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Moniciones y Lecturas jueves 23 de enero de 2025 – II Semana Tiempo Ordinario Años Impares

Monición de Entrada

Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. En el jueves de la segunda semana del tiempo ordinario, les recibimos con alegría en la casa de Dios para celebrar la santa misa de hoy.

Jesús sigue causando admiración entre el pueblo de Israel por las maravillas que hace. Dejemos que también en nosotros se manifieste hoy su poder, disponiéndonos plenamente a comenzar esta celebración litúrgica con el canto de entrada. De pie, por favor y cantemos todos.

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Moniciones a las lecturas

Monición a la primera lectura (Hebreos 7, 25—8, 6)

Ante la añoranza que algunos cristianos sentían de los valores que habían abandonado al convertirse a Cristo, el pasaje de la carta a los Hebreos, que leemos hoy, insiste en mostrar cómo Jesús es superior a todo el Antiguo Testamento, sobre todo en el sacerdocio. Escuchemos.

PRIMERA LECTURA

Lectura de la carta a los Hebreos 7, 25—8, 6

Hermanos:

Jesús puede salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive siempre para interceder en su favor.

Y tal convenía que fuese nuestro sumo sacerdote: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado sobre el cielo.

Él no necesita ofrecer sacrificios cada día —como los sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después por los del pueblo—, porque lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.

En efecto, la ley hace a los hombres sumos sacerdotes llenos de debilidades. En cambio, las palabras del juramento, posterior a la ley, consagran al Hijo, perfecto para siempre.

Esto es lo principal de toda la exposición: Tenemos un sumo sacerdote tal, que está sentado a la derecha del trono de la Majestad en los cielos y es ministro del santuario y de la tienda verdadera, construida por el Señor y no por hombre.

En efecto, todo sumo sacerdote está puesto para ofrecer dones y sacrificios; de ahí la necesidad de que también éste tenga algo que ofrecer.

Ahora bien, si estuviera en la tierra, no sería siquiera sacerdote, habiendo otros que ofrecen los dones según la Ley.

Estos sacerdotes están al servicio de un esbozo y sombra de las cosas celestes, según el oráculo que recibió Moisés cuando iba a construir la tienda:

«Mira —le dijo Dios—, te ajustarás al modelo que te fue mostrado en la montaña».

Mas ahora a él le ha correspondido un ministerio tanto más excelente, cuanto mejor es la alianza de la que es mediador, una alianza basada en promesas mejores.

Palabra de Dios.

Monición al salmo responsorial (Salmo 39)

A la primera lectura respondemos con el salmo 39, alabando a Dios por el sacerdocio de Cristo y su entrega total diciendo todos:

Salmo responsorial: Salmo 39, 7-8a. 8b-9. 10. 17

R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy». R.

«—Como está escrito en mi libro—
para hacer tu voluntad».
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R.

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R.

Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan;
digan siempre: «Grande es el Señor»
los que desean tu salvación. R.

Monición al Evangelio (Marcos 3, 7-12)

Después de haber escuchado en los días anteriores el relato de cinco escenas conflictivas de Jesús con los fariseos, el pasaje que escucharemos hoy del Evangelio de San Marcos es una página más pacífica, un resumen de lo que hasta aquí había realizado Jesús en Galilea. Cantemos primero el aleluya para escuchar el Evangelio.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 7-12

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea.

Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón.

Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío.

Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.

Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando:

—«Tú eres el Hijo de Dios».

Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

Palabra del Señor.

Oración de los fieles

Presidente: Fortalecidos por la perfección de nuestro Sumo Sacerdote, el único santo, inocente, sin mancha, ajeno al pecado y mediador de la nueva Alianza, dirijamos al Padre nuestras oraciones diciendo todos:

Escúchanos, Señor.

  1. Por la Iglesia, para que sea administradora recta y solícita de los sacramentos, fuente de misericordia y agua viva que fluye, y que pueda llevar a todos los hombres una fe siempre renovada. Oremos.
  2. Por la paz en el mundo, para que todos, en la búsqueda constante de Dios, podamos encontrarnos también con esa paz duradera, que solo proviene del Espíritu Santo. Oremos.
  3. Por los que en nuestra sociedad están en un vació existencial y por los que buscan la felicidad donde no se puede encontrar, para que el Señor pueda hacerles descubrir que su ley de plenitud y de amor. Oremos.
  4. Por todos nosotros, para que la participación en esta Santa Misa nos lleve al descubrimiento profundo de Cristo sanador y liberador. Oremos. 

Presidente: Acoge, Señor, nuestras súplicas y guíanos con benevolencia por el camino que has trazado para nosotros, confirmándonos en el camino hacia Ti. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.

Presentación de las Ofrendas

Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, se ofreció de una vez para siempre; así lo ha dicho la primera lectura de hoy. Con los dones de pan y vino, que hoy llevamos al altar, ofrendamos también nuestra vida a Dios.

Comunión

Jesús, un sumo sacerdote que en cada misa actualiza para nosotros su entrega de la cruz, nos ofrece hoy su cuerpo y su sangre. Acerquémonos con fe a comulgar.

Final

Queridos hermanos, las lecturas de hoy nos han mostrado que Jesús resucitado sigue estando cerca de nosotros, muy interesado en solucionar todas las dificultades de nuestra vida. Vayamos a nuestros hogares confiados en esa cercanía de Dios, sin alejarnos tampoco nosotros de Él.

También te puede interesar:

Fuentes: Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 4, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.

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