Monición de entrada
Queridos hermanos, tengan todos muy buenos días (tardes, noches). Sean bienvenidos a la celebración de esta Santa Misa en el III domingo del Tiempo Ordinario, cuyas lecturas giran en torno a la llamada.
Esta es la reunión de los que buscan a Cristo; de los que quieren encontrarse con Él, dispuestos a escuchar su palabra y seguirle. Dios sigue llamándonos a colaborar en la misión de Jesús, pero la conversión al Reino depende de nuestra decisión personal.
Atentos y dispuestos a escuchar el llamado de Dios, comencemos esta celebración. De pie y cantamos.
Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
Las lecturas de este domingo reiteran de algún modo lo que ya dijeron las del domingo pasado. Hablan de llamada y conversión. En la primera, Dios llama al profeta Jonás cuya predicación provoca la conversión de los ninivitas. En el evangelio Jesús también pide conversión para entrar en el Reino de Dios que está llegando. Los discípulos que él llama serán los primeros en responder a esa invitación. Pablo, en la segunda lectura, urge a no desaprovechar el momento presente para revisar la propia escala de valores. Escuchemos atentamente.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Jon 3, 1-5. 10)
Después de la dificultad en atender el llamado de Dios, Jonás cumple una misión importante en Nínive. Escuchemos atentamente este relato.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Jonás 3, 1-5. 10
En aquellos días, vino la palabra del Señor sobre Jonás:
—«Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo».
Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando:
—«¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!».
Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños.
Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Sal 24)
El salmo 24 nos refleja la misericordia y bondad de Dios para cada uno de nosotros, mostrándonos el camino del bien. Responderemos todos:
Salmo responsorial: Salmo 24, 4-5ab. 6-7bc. 8-9
R. Señor, enséñame tus caminos.
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R.
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R.
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R.
Monición a la segunda lectura (1 Co 7, 29-31)
Pablo exhorta a la conversión a los habitantes de Corinto. El motivo es que para él, «el momento es apremiante», porque los primeros cristianos consideraban inminente la vuelta gloriosa de Cristo. Escuchemos este llamado.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 7, 29-31
Digo esto, hermanos: que el momento es apremiante.
Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Mc 1, 14-20)
Empezamos a leer a Marcos en el v. 14 del primer capítulo. Hoy empieza la misión mesiánica de Jesús en Galilea, haciendo un llamado que ahora se dirige a cada uno de nosotros. Dispongámonos a la escucha de este mensaje.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 14-20
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía:
—«Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio».
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago.
Jesús les dijo:
—«Venid conmigo y os haré pescadores de hombres».
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Opción 1
Presidente: Oremos al Señor, nuestro Dios, que nos llama a la conversión y a una misión en la Iglesia, y pidamos por nuestras necesidades y las del mundo entero. Digamos todos:
Padre, escúchanos.
- Por los que han renunciado a cualquier porvenir humano y lo han dejado todo para ser pescadores de hombres. Para que su gesto sea comprendido como respuesta de fe a la invitación de Cristo. Oremos.
- Por los que se aferran a las realidades efímeras: el dinero, el placer, el poder, el dominio, el prestigio, lo que más se valora. Para que todos comprendan que la presentación de este mundo se termina y que el momento de la conversión es apremiante. Oremos.
- Por los que tienen el corazón endurecido: para que se dejen interpelar por la Palabra de Dios que hoy nos empuja a la conversión. Oremos.
- Por todos nosotros, para que aceptemos el llamado a la conversión, que Jesús nos ha hecho y aceptemos también el reto de servirle en la misión a la que Él nos llame. Oremos.
Presidente: Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas y acuérdate de nosotros por tu bondad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Opción 2
Presidente: La bondad del Padre nos ha insertado, por el bautismo, en el gran proyecto de la salvación. Supliquémosle ahora para que nos guíe e ilumine siempre en nuestro diario caminar, diciendo todos: «Cristo, luz del mundo, escúchanos».
- Por el pueblo Santo de Dios, para que sea para toda la humanidad primicia de la redención, germen fecundo de unidad. Oremos.
- Por los pastores de la Iglesia, llamados a ser pescadores de hombres , para que sepan reunir en torno al Señor a toda la familia de los hijos de Dios. Oremos.
- Por quienes están pasando momentos difíciles, para que encuentren en Jesucristo la luz que les permita superar todos esos acontecimientos complicados en sus vidas. Oremos.
- Por cada uno de nosotros, para que demos signos de conversión y, fon nuestra vida, demos de los verdaderos y auténticos valores del Evangelio. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
Junto a las ofrendas de Pan y Vino, presentemos también a Dios los frutos de nuestra conversión. Cantemos todos
Comunión
En nuestro proceso de conversión Dios no nos deja solos; su presencia entre nosotros nos anima y hoy nos quiere fortalecer con su cuerpo y su sangre. Acerquémonos a recibirle en la Santa Eucaristía. Lo hacemos con devoción y cantando todos…
Final
El llamado a la conversión ha sido claro en las lecturas de hoy y cada día que Dios nos regala es una oportunidad para acercarnos Él. Aprovechemos esta semana para dejar todo lo que nos aleja de Dios y reunirnos aquí el próximo Domingo.