Monición de entrada.
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Sean bienvenidos a la celebración eucarística de hoy, en la que celebramos la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Una fiesta muy especial para quienes tienen la devoción de los primeros viernes.
Al celebrar la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, lo hacemos viviendo la tercera y última de las fiestas que siguen al tiempo pascual, después de la Santísima Trinidad y el Corpus Christi… Entendida a la luz de la Sagrada Escritura, la expresión «Corazón
de Jesús» designa la totalidad de su ser, su persona considerada en el núcleo más íntimo y esencial.
Celebremos, pues, con alegría «los beneficios de su amor por nosotros» y los «infinitos tesoros de caridad» que hay en el corazón de Cristo. Comencemos con el canto de entrada.
Moniciones a las Lecturas
Monición a la primera lectura (Oseas 11, 1b. 3-4. 8c-9)
En esta página del profeta Oseas, que leemos como primera lectura, Dios se compara a
un padre que ama a su hijo, que es el pueblo de Israel. Escuchemos esa comparación.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Oseas 11, 1b. 3-4. 8c-9
Así dice el Señor:
—«Cuando Israel era joven, lo amé,
desde Egipto llamé a mi hijo.
Yo enseñe a andar a Efraín,
lo alzaba en brazos;
y él no comprendía que yo lo curaba.
Con cuerdas humanas,
con correas de amor lo atraía;
era para ellos como el que levanta
el yugo de la cerviz,
me inclinaba y le daba de comer.
Se me revuelve el corazón,
se me conmueven las entrañas.
No cederé al ardor de mi cólera,
no volveré a destruir a Efraín;
que soy Dios, y no hombre;
santo en medio de ti,
y no enemigo a la puerta».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Isaías 12)
El cántico de Isaías, que nos sirve de salmo de meditación, es un eco de la lectura. Por eso decimos con mucha alegría:
Interleccional: Isaías 12, 2-3. 4bcd. 5-6
R. Sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.
El Señor es mi Dios y Salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R.
Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R.
Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti
el santo de Israel». R.
Monición a la segunda lectura (Efesios 3, 8-12. 14-19)
Para san Pablo, el misterio del plan salvador de Dios, escondido durante siglos y ahora revelado en Cristo Jesús, es que Dios nos ama y nos quiere salvar a todos, a judíos y paganos. Escuchemos esta reconfortante lectura.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 3, 8-12. 14-19
Hermanos:
A mí, el más insignificante de todos los santos, se me ha dado esta gracia: anunciar a los gentiles la riqueza insondable que es Cristo, y aclarar a todos la realización del misterio, escondido desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo.
Así, mediante la Iglesia, los Principados y Potestades en los cielos conocen ahora la multiforme sabiduría de Dios, según el designo eterno, realizado en Cristo Jesús, Señor nuestro, por quien tenemos libre y confiado acceso a Dios, por la fe en él.
Por esta razón, doblo las rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra, pidiéndole que, de los tesoros de su gloria, os conceda por medio de su Espíritu robusteceros en lo profundo de vuestro ser, que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; y así, con todos los santos, lograréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo lo que trasciende toda filosofía: el amor cristiano.
Así llegaréis a vuestra plenitud, según la plenitud total de Dios.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Juan 19, 31-37)
En el texto evangélico de hoy, está lleno de simbolismos, que, en la solemnidad de hoy, nos manifiestan ese amor que Jesús había mostrado durante su vida, como reflejo del amor de Dios, y que se había manifestado, sobre todo, para con los pobres y los que sufren.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 19, 31-37
En aquel tiempo, los judíos, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.
El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron».
Palabra del Señor.
Oración de los Fieles
Presidente: A Dios Padre, fuente de toda ternura y que nos ama sin límites, dirijámonos con confianza filial diciendo todos:
Llena nuestros corazones de tu amor.
- Por la Iglesia, para que, nacida y acogida en el Corazón abierto de Jesús, camine en la historia con verdad y libertad, bendiciendo, amando y custodiando la vida de cada hombre y mujer que está en busca de Dios. Oremos.
- Por el Santo Padre Francisco y todo el colegio episcopal, para que den testimonio del valor de la humildad como única clave para acceder al conocimiento de Dios que se revela a los hombres en Cristo Jesús, manso y humilde de corazón. Oremos.
- Por la paz en el mundo, para que todos nos dejemos invadir por el amor inmenso que Dios nos tiene y, al sentirnos amados, seamos capaces de amar a los demás, conviviendo en armonía fraterna con todos y sabiendo perdonar las ofensas recibidas. Oremos.
- Por los que se sienten aplastados por pesos que oprimen el corazón y que frenan el camino, por los que tienen el corazón cerrado a dar o recibir el perdón, por los que no aceptan la enfermedad o la muerte: que todos sean consolados por Jesucristo que ha asumido el peso de la humanidad y nos ha abierto su Corazón para que encontremos refugio y reposo. Oremos.
- Por todos nosotros, para que, sintiéndonos amados incondicionalmente por Jesús, seamos capaces de imitar esos sentimientos con todos nuestros semejantes. Oremos.
Presidente: Dios Padre omnipotente y bueno, que nos has entregado a tu Hijo amado para enseñarnos a amar, haz que la caridad sea el origen y el fin de todas nuestras acciones. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Por el amor inmenso que Dios nos tiene, la tierra nos da su fruto, del cual hemos obtenido el pan y el vino que ahora llevamos al altar.
Comunión
El amor de Dios se ha manifestado en Cristo Jesús. El amor que nos tiene Dios ya desde el Antiguo Testamento, pero que se mostró más plenamente en la vida y la muerte de su Hijo, que ahora se nos da en su Cuerpo y en su Sangre. Acerquémonos agradecidos y con devoción a comulgar.
Final
Hermanos, la celebración de hoy nos estimula a ser transmisores de ese mismo amor a los demás en la catequesis, en la predicación, en el trato con los demás. Vayamos a hacer notar que vivimos en esperanza y que presentamos a un Dios lleno de amor.