Oraciones Básicas de un Católico
En los Evangelios, con frecuencia nos encontramos con Jesús apartándose de la gente para orar a solas( Lc 5,16; Mt 14, 23), ir a la Sinagoga y realizar las oraciones judías de su tiempo (Mc 1, 21), o invitar a sus discípulos y seguidores a permanecer en oración y vigilancia (Mt 26, 41).
«Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.» (Mt. 6,6)
No se puede concebir a un cristiano sin oración. La iglesia nos sugiere a todos orar con la Liturgia de las Horas, pero es una costumbre que solo se ha quedado entre los religiosos consagrados y algunos laicos. Es lógico que las personas consagradas tienen ya, por lo menos la mayoría de ellas, el horario ya asignado en su agenda diaria para cumplir con el rezo de la Liturgia de las Horas, pero los laicos no. Desde levantarse, prepararse para cumplir con las labores diarias, hasta los compromisos en sus hogares, a muchos les es casi imposible dedicar el espacio para las Laudes, Vísperas o Completas. Pero hay oraciones breves, además de las espontáneas, que se pueden estar elevando a Dios en los diferentes momentos del día. Oraciones cortas como un Padre Nuestro, un Ave María, pueden mantenernos en esa oración permanente que Dios nos pide.
Es bueno ir acostumbrando a los niños, desde su infancia, a orar en familia con el Rosario e irles enseñando estas oraciones básicas:
La señal de la cruz
Por la señal + de la Santa Cruz, de nuestros + enemigos líbranos Señor, + Dios nuestro.
En el nombre del Padre, y del + Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
El Padre Nuestro (Mateo 6,9-15)
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
El Ave María
Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
El Gloria
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
El Credo
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
Yo Confieso (acto Penitencial)
Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante vosotros hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, Nuestro Señor. Amén.
Acto de Contrición
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén
La Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida y dulzura y esperanza nuestra: Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima! ¡oh piadosa! ¡oh dulce Virgen María!
V. Ruega por nosotros santa Madre de Dios,
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
Bendita sea tu pureza
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza. A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, te ofrezco en este día, alma vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén.
Acordaos
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos. Oh madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benigna mente. Amén.
Al Ángel Custodio
Ángel de Dios, que eres mi custodio, pues la bondad divina me ha encomendado a ti, ilumíname, dirígeme, guárdame. Amén.
Ángel de mi Guarda
Ángel de mi guarda dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes sólo que sin ti me perdería. Amén
A la Sagrada Familia
Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía. Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía. Jesús, José y María, con vos descanse en paz el alma mía. Amén