Color verde / Salterio: Domingo II Semana
Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Con la más cordial bienvenida les recibimos en la casa de Dios para celebrar la Santa Misa en el sexto domingo del tiempo ordinario.
Hoy el Señor nos prepara, a través de las lecturas, para tomar el camino correcto, que nos conduce a la felicidad plena. Al participar en esta celebración, mostramos nuestro interés en tomar ese camino. Con mucha alegría comencemos esta celebración cantando juntos. De pie.
Con mucha alegría comencemos esta celebración cantando juntos. De pie.
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Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
En las lecturas de hoy, el salmista pone ante nosotros, mediante una reflexión sapiencial, dos caminos: el que conduce a la felicidad y el que lleva a la perdición. Jeremías comenta con dos imágenes sugerentes cómo es la vida de quien elige uno u otro camino. En el evangelio es Dios quien ha salido al encuentro de los pobres, los hambrientos…, los ha elegido y les ha mostrado el camino de los justos. Escuchemos bien, para hacer nosotros nuestra mejor elección.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Jeremías 17, 5-8)
En breves líneas nos hace llegar Jeremías un mensaje siempre actual de reflexión moral. ¿En quién hay que apoyarse para triunfar?. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Jeremías 17, 5-8
Así dice el Señor:
«Maldito quien confía en el hombre,
y en la carne busca su fuerza,
apartando su corazón del Señor.
Será como un cardo en la estepa,
no verá llegar el bien;
habitará la aridez del desierto,
tierra salobre e inhóspita.
Bendito quien confía en el Señor
y pone en el Señor su confianza.
Será un árbol plantado junto al agua,
que junto a la corriente echa raíces;
cuando llegue el estío no lo sentirá,
su hoja estará verde;
en año de sequía no se inquieta,
no deja de dar fruto».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 1)
El salmo 1 insiste en la misma doble dirección con doble destino. Sepamos elegir, uniéndonos al salmista y contestando todos:
Salmo responsorial: Salmo 1, 1-2. 3. 4 y 6
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R.
Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R.
Monición a la segunda lectura (1 Corintios 15, 12. 16-20)
Escuchemos ahora, de la carta de San Pablo a los corintios, un discurso sobre la resurrección de los muertos. Atentos.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 12. 16-20
Hermanos:
Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que dice alguno de vosotros que los muertos no resucitan?
Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados; y los que murieron con Cristo se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados.
¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Lucas 6, 17. 20-26)
Mateo y Lucas reproducen el fundamental documento cristiano del sermón del monte con diferente formulación. Escuchemos hoy la versión de San Lucas. Cantemos el aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 17. 20-26
En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo:
—«Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.
Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo.
¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre.
¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis.
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas».
Palabra del Señor.
Oración universal
Los hermanos que viven a nuestro son signos de la presencia del Señor y con ellos nos unimos para elevar nuestra oración a Dios todopoderoso diciendo juntos:
Señor, escucha nuestra oración.
- Por la Iglesia, para que tena el valor de reconocer nuevos caminos de evangelización que vuelvan a encender en el corazón del hombre el deseo de Dios, ayudándole a descubrirse como parte de una creación que está llamada a respetar. Oremos.
- Por nuestro país, para que sus líderes pongan su confianza en el Señor y no en los hombres o en el dinero, y de este modo puedan ayudar a los más necesitados, sabiendo que así serán dichosos a los ojos de Dios. Oremos.
- Por los que se preocupan de las personas que no tienen morada fija, para que no se limiten a proveer las necesidades materiales, sino que también sepan escuchar y llevar ante Dios el sufrimiento y la historia de quienes ayudan. Oremos.
- Por quienes tienen la misión de ayudar a los más necesitados, para que no cesen de practicar las obras de misericordia con estos hermanos desamparados y puedan cumplir con coherencia la misión encomendada por Dios. Oremos.
- Por quienes hoy compartimos este banquete eucarístico dominical, para que Dios haga más fuerte nuestra fe y podamos realizar las obras que nos harán gozar de la bienaventuranza eterna. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
Hay más felicidad en dar que en recibir, enseña el Señor. Por eso, al presentar los dones de pan y vino, renovemos el llamado a ser don
para los demás. Cantamos…
Comunión
Recibir el Cuerpo del Señor alimenta nuestra felicidad, porque nos une a él y nos hace ser pan partido para la vida del mundo. Acerquémonos
a comulgar cantando…
Final
Dispuestos a contagiar a los demás con nuestra alegría, vayamos a nuestros hogares con la alegría de haber celebrado esta gran fiesta con el Señor. Cantemos…
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