Monición de entrada
Este día hemos acompañado a Jesús en su camino hacia la cruz. No somos mejores que los que lo condenaron. Ni somos mejores que los que lo abandonaron. Como los apóstoles y los discípulos, somos débiles y pecadores. Pero como ellos también, y gracias a su testimonio, nosotros hemos creído que de aquella cruz nace la vida. La única verdadera vida. Por eso nos reunimos en silencio para contemplar y rezar con toda nuestra fe y con todo agradecimiento.
La Iglesia, meditando sobre la Pasión de su Señor y Esposo y adorando la Cruz,
conmemora su propio nacimiento y su misión de extender a toda la humanidad
sus fecundos efectos, que hoy celebra, dando gracias por tan inefable don, e
intercede por la salvación de todo el mundo.
La celebración de hoy tiene cuatro partes:
- Rito de entrada: Procesión en silencio y adoración
- Liturgia de la Palabra
- Adoración de la Cruz
- Rito de la Sagrada Comunión.
1a Parte: Liturgia de la Palabra
Opción 1: Monición única para todas las lecturas
Desde los sufrimientos del Siervo de Yahvé, relatados por la primera lectura, hasta el relato de la Pasión de Cristo, narrada por San Juan, nos recuerdan que la historia de nuestra salvación ha pasado por la prueba más grande de amor que Dios Padre nos ha dado, al enviarnos a su Hijo. Con su muerte y resurrección Cristo nos ha salvado. Escuchemos atentos estos relatos.
Opción 2: Moniciones para cada lectura
Primera lectura (Isaías 52, 13—53, 12)
La primera lectura de hoy es una narración apasionada de los sufrimientos del siervo de Yahvé, pero también, de su exaltación. El testimonio de los Evangelios nos demuestra que esta profecía encuentra su cumplimiento en Jesucristo y en su pasión dolorosa. Escuchemos la palabra de Dios, con un corazón dispuesto y dócil a sus inspiraciones.
Salmo responsorial (Salmo 30)
El salmo que a 30, compaña a esta lectura, parece como un eco del cántico de
Isaías. El su abandono en la cruz, el Señor Jesucristo clamó a Dios con las palabras de este salmo y nosotros repetimos como antífona las palabras que los evangelistas ponen en labios de Cristo en la cruz: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu».
Segunda lectura (Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9)
El autor de la carta a los Hebreos anima a sus lectores a la perseverancia en
su seguimiento de Cristo. Para ello les propone el ejemplo de Jesús en su hora
más crítica, la Pasión, en la que realiza la misión anunciada del Siervo.
Evangelio (Juan 18, 1—19, 42)
El Viernes Santo leemos cada año la Pasión según Juan. De nuevo,
hoy, una lectura pausada, expresiva, de la Pasión es el momento culminante
de la celebración de la Palabra. Nos preparamos para escuchar con mucha atenció.
Oración universal
Monición:
Todos los domingos, en la Eucaristía, después de escuchar la Palabra de Dios, levantamos los ojos y oramos por las necesidades de la Iglesia y del mundo entero. Hoy, después de haber escuchado la narración emocionante de la Pasión del Señor, nuestra oración quiere ser más intensa que nunca. Oremos hermanos con todo nuestro corazón para que nadie quede fuera de la vida que nace de la cruz de Jesucristo.
1. Por la Santa Iglesia
Oremos, hermanos, por la santa Iglesia de Dios, para que el Señor le conceda la paz y la unidad, la proteja en todo el mundo y nos conceda la vida serena, para alabar a Dios Padre todo poderoso. (Pausa)
2. Por el Papa
Oremos también por nuestro santo padre el Papa Francisco, para que Dios nuestro Señor, que lo llamó de entre los obispos, lo asista y proteja para bien de la Iglesia, como guía y pastor del pueblo santo de Dios. (Pausa)
3. Por el Pueblo de Dios y sus Ministros
Oremos también por nuestro Arzobispo N., por todos los obispos, presbíteros y diáconos, por los que ejercen algún ministerio en la Iglesia, y por todos los miembros del pueblo santo de Dios. (Pausa)
4. Por los Catecúmenos
Oremos también por los catecúmenos, para que Dios nuestro Señor les ilumine interiormente, y les comunique su amor; y para que, mediante el bautismo, se les perdonen todos sus pecados y queden incorporados a Cristo Nuestro Señor. (Pausa)
5. Por la unidad de los cristianos
Oremos también por todos aquellos hermanos nuestros que creen en Cristo, para que Dios nuestro Señor les conceda vivir sinceramente lo que profesan y se digne reunirlos para siempre en un solo rebaño, bajo un solo pastor. (Pausa)
6. Por los Judíos
Oremos también por el pueblo Judío, al que Dios se dignó hablar por medio de los profetas, para que el Señor le conceda progresar continuamente en el amor a su nombre y en fidelidad a su alianza. (Pausa)
7. Por los que no creen en Cristo
Oremos también por los que no creen en Cristo, para que, iluminados por el Espíritu Santo, puedan encontrar el camino de la salvación. (Pausa)
8. Por los que no creen en Dios
Oremos también por los que no conocen a Dios, para que obren siempre con bondad y rectitud y puedan llegar así a conocer a Dios (Pausa)
9. Por los gobernantes
Oremos también por los jefes de Estado y todos los responsables de los asuntos públicos, para que Dios nuestro Señor les inspire decisiones que promuevan el bien común, en un ambiente de paz y libertad. (Pausa)
10. Por los que se encuentran en alguna tribulación
Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso, para que libre al mundo de todas sus miserias, dé salud a los enfermos y pan a los que tienen hambre, libre a los encarcelados y haga justicia a los oprimidos, conceda seguridad a los que viajan, un pronto retorno a los que se encuentran lejos del hogar y la vida eterna a los moribundos. (Pausa)
2a Parte: Adoración de la Cruz
Monición
La cruz de Jesucristo es hoy el centro de nuestra asamblea. Por eso ahora la recibimos solemnemente y manifestamos nuestra fe y agradecimiento a nuestro salvador. Es a Jesucristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos, a quien adoraremos; por eso, con profunda devoción, dispongámonos a participar de la segunda parte de la liturgia de hoy.
3a Parte: Sagrada Comunión
Monición
Hemos adorado a Jesucristo crucificado, ahora vamos a iniciar la tercera parte de la liturgia de hoy, en la cual nos disponemos a compartir su Cuerpo y Sangre entregados por nosotros. Pero antes, vamos a dirigirnos en oración al Señor y también expresamos el signo de la paz. Preparemos nuestro corazón para ello.