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Monición de entrada
Queridos hermanos, sean todos bienvenidos a la casa de Dios para celebrar la santa misa en el último sábado de Pascua.
Este día cerramos el período de la cincuentena pascual, en la que hemos sido testigos de la resurrección de Cristo, la misión de los apóstoles en las primeras comunidades cristianas y hemos sido preparados para recibir el don del Espíritu Santo.
En la noche de hoy, la Iglesia entera estará en vigilia, esperando que la promesa de Jesús se cumpla y venga sobre todos nosotros el Espíritu Santo.
Con esa alegría de la proximidad de Pentecostés, comencemos esta misa con el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
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Monición a la primera lectura (Hch 28, 16-20. 30-31)
El último pasaje de los Hechos que leemos en la Pascua, resume los dos años que Pablo
estuvo en Roma en su primer cautiverio. Escuchemos los detalles.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 28, 16-20. 30-31
Cuando llegamos a Roma, le permitieron a Pablo vivir por su cuenta en una casa, con un soldado que lo vigilase.
Tres días después, convocó a los judíos principales; cuando se reunieron, les dijo:
—«Hermanos, estoy aquí preso sin haber hecho nada contra el pueblo ni las tradiciones de nuestros padres; en Jerusalén me entregaron a los romanos. Me interrogaron y querían ponerme en libertad, porque no encontraban nada que mereciera la muerte; pero, como los judíos se oponían, tuve que apelar al César; aunque no es que tenga intención de acusar a mi pueblo. Por este motivo he querido veros y hablar con vosotros; pues por la esperanza de Israel llevo encima estas cadenas».
Vivió allí dos años enteros a su propia costa, recibiendo a todos los que acudían, predicándoles el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 10)
A Dios, justo juez que vigila nuestros pasos, alabemos con el salmo 10 diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 10, 4. 5 y 7
R. Los buenos verán tu rostro, Señor
El Señor está en su templo santo,
el Señor tiene su trono en el cielo;
sus ojos están observando,
sus pupilas examinan a los hombres. R.
El Señor examina a inocentes y culpables,
y al que ama la violencia él lo odia.
Porque el Señor es justo y ama la justicia:
los buenos verán su rostro. R.
Monición al Evangelio (Jn 21, 20-25)
Al final de la Pascua escucharemos hoy el último de los pasajes que nos relata el Evangelio de san Juan, una continuación del diálogo entre Jesús y Pedro, que comenzamos a leer el día de ayer.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 21, 20-25
En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?». Al verlo, Pedro dice a Jesús:
—«Señor, y éste ¿qué?».
Jesús le contesta:
—«Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme».
Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?».
Éste es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero.
Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Como Pablo, Pedro y Juan vivieron, en la comunidad de los orígenes, su vocación y su misión, invoquemos el don del Espíritu para que nos haga comprender nuestra llamada particular, de modo que podamos vivirla en plenitud como siervos humildes y dóciles. Digamos todos:
Ven, Espíritu de sabiduría y de gracia.
- Por todos aquellos que en la Iglesia viven, como Juan, la vocación a una profunda e íntima amistad con Jesús, en estrecha comunión con Él, para que sean signo del primado absoluto de Dios y de su amor. Oremos.
- Por la salvación del mundo entero, para que todos los misioneros del Evangelio, como Pablo, anuncien el Evangelio de Jesús con toda franqueza y sin impedimentos. Oremos.
- Por los que sufren, especialmente por todos los encarcelados, para que sean fomentados en su humanidad, respetados en su dignidad y ayudados en el camino de rehabilitación y crecimiento. Oremos.
- Por esta comunidad reunida en torno al altar del Señor, para que aprendamos a vivir en la unidad y vivamos según las inspiraciones del Espíritu Santo. Oremos.
Presidente: Señor, que has querido para cada uno de nosotros un puesto y una vocación en la única Iglesia, concédenos crecer en la donación a ti y a los hermanos, y vivir en la completa adhesión a tu voluntad. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Presentación de las Ofrendas
Con las ofrendas de vino y pan, llevemos también al altar nuestro deseo de recibir el Espíritu Santo.
Comunión.
Movidos por el Espíritu de Dios, acerquémonos todos al altar a participar del banquete que Jesús nos ofrece.
Final
Queridos hermanos, vayamos a vivir nuestra vida según la Palabra que hemos escuchado y a abrir nuestros corazones a la acción del Espíritu Santo.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 3 La Pascua día tras día, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1999; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo de Cuaresma y Pascua, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia.