Monición de entrada
Queridos hermanos, con mucha alegría les recibimos en la casa de Dios para la celebración eucarística de hoy, miércoles de la séptima semana del tiempo ordinario, en el que recordamos a Santa Rita de Casia, casada, viuda y religiosa, Abogada de los imposibles.
Poniendo nuestra confianza en Dios, y no en las riquezas de este mundo, iniciamos nuestra celebración de hoy, con el canto de entrada.
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Moniciones a las lecturas
Monición a la primera lectura (Santiago 4, 13-17)
En las lecturas de hoy, escucharemos primero, de la carta de Santiago, unas amonestaciones que Dios hace a quienes fanfarronean y se jactan de sus planes para acumular las riquezas de este mundo.
PRIMERA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol Santiago 4, 13-17
Queridos hermanos:
Vosotros decís: «Mañana o pasado iremos a esa ciudad y pasaremos allí el año negociando y ganando dinero». Y ni siquiera sabéis qué pasará mañana.
Pues, ¿Qué es vuestra vida? Una nube que aparece un momento y en seguida desaparece.
Debéis decir así: «Si el Señor lo quiere y vivimos, haremos esto o lo otro».
En vez de eso, no paráis de hacer grandes proyectos, fanfarroneando; y toda jactancia de ese estilo es mala cosa.
Al fin y al cabo, quien conoce el bien que debe hacer y no lo hace es culpable.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 48)
En respuesta a la primera lectura, el salmo 48 hace una meditación sobre la suerte de ricos y pobres a la luz del común destino: la muerte. Ante lo provisional de la vida, lo
más cuerdo es poner en la voluntad de Dios nuestra confianza. Por eso digamos con el salmista:
Salmo responsorial: Salmo 48, 2-3. 6-7. 8-10. 11
R. Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Oíd esto, todas las naciones;
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres. R.
¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas? R.
¿Si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?
Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa. R.
Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños. R.
Monición al Evangelio (Marcos 9, 38-40)
Jesús sigue educando a sus discípulos y hoy les enseña que no deben ser personas celosas ni monopolizadoras de los dones de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 9, 38-40
En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús:
—«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros».
Jesús respondió:
—«No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Presidente: Dirijámonos al Señor para que nos ayude a vivir con compromiso y confianza en El cada día de nuestra vida. Digamos:
Nos confiamos a ti, Señor.
- Por todos los bautizados. Para que vivan su pertenencia a Cristo entregando su voluntad en las manos del Señor, con confianza y humildad. Oremos.
- Por nuestros gobernantes. Para que lo que los mueve no sea la sed de poder y ganancia, sino el propósito de estar al servicio del país. Oremos.
- Por los que con arrogancia pretenden vivir sin límites su autonomía y terminan haciendo daño a las personas que los rodean. Que el Señor les abra los ojos y puedan verse no sólo a sí mismos, sino también a los otros, que deben ser amados y respetados. Oremos.
- Por las personas que tienen un trabajo precario, para que no renuncien a dedicarse a él con pasión y encuentren satisfacción haciendo las cosas bien. Oremos.
Presidente: Señor ven al encuentro de nuestra pobreza, sostennos con tu gracia y ayúdanos a realizar el bien cada día que nos concedes. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén
Presentación de las Ofrendas
Con el pan y el vino, que presentamos al altar, llevamos también nuestro abandono total a la Providencia Divina.
Comunión.
Cristo, que nos llama a no ser personas celosas ni monopolizadoras de las cosas celestiales, nos invita también a compartir su banquete.
Final
Queridos hermanos, vayamos ahora a vivir una vida coherente con lo que aquí hemos aprendido.
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Fuentes: Caballero, B., La Palabra cada día, Ed San Pablo, Madrid, 1990; Aldazábal, José, Enséñanos tus caminos 4, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario del Tiempo Ordinario; Monjas Agustinas de los Cuatro Santos Coronados, Oración de los Fieles Tiempo Ordinario Ciclo Ferial, Ed San Pablo, Bogotá, Colombia