Más de nuestro repertorio de humor sano para compartir con ustedes y que ustedes, a su vez, compartan en sus redes…
Humor sano
Al pie de la letra
Este es un diálogo entre una señora que llega a una tienda donde vendían toda clase de animales, y un vendedor.
– Señor, por favor véndame «tres mil cucarachas»
– ¿Y para qué quiere usted tanta cucaracha?
– Es que voy a entregar el apartamento y el contrato dice claramente que debo dejarlo como lo encontré…
Arañado
– ¿De dónde vienes que estás tan arañado?
– Vengo de enterrar a mi suegra
– ¿Y eso qué tiene que ver con que vengas tan arañado?
– ¡Ah, es que esa señora no se quería dejar enterrar!
Remedio mágico
Esposos, tomar nota de esta gran medicina:
– ¿Y Cómo logró curar a su esposa del hipo que tenía?
– No pues solo le dije que eso era señal de envejecimiento… y jamás le volvió a da
Buen electricista
– Esposa: Te las das de buen electricista y el timbre de la puerta, que nos tiene que avisar cuando alguien viene, lo reparaste, pero no suena y cuando alguien quiere timbrar, huele a quemado, se apagan todos los bombillos de la casa, deja de funcionar el microondas, se apaga la televisión…
– Esposo: ¿Y te parece poco eso para saber que alguien está llamando a la puerta?
No estaba tan enfermo
El médico al enfermo mental: ¿A usted no le ha sucedido que oye voces sin ver a las personas?
El enfermo: Sí, doctor.
-¿Y cuándo?
– Cuando hablo por teléfono, doctor.
El Repuesto
Un taxista aguardaba en un esquina bloqueada por un accidente. En eso vinieron unos ladrones, le abrieron el baúl y le robaron una llanta de repuesto que acababa de comprar para el carro de su esposa; en su lugar le echaron dentro una viejita desmayada, a quien ellos mismos habían atracado poco antes. Al llegar a la casa, la esposa del taxista abrió el baúl del carro para sacar su llanta y gritó asustada: «Amor, ¿qué trajiste aquí entre el baúl?
Y el chofer, sin saber lo del cambio que le habían hecho los ladrones, contestó: «Tu repuesto, mi amor, tu repuesto!
El matón
Un matón llega a la estación del tren y pide un boleto. La empleada le dice: -¿A dónde va? Y el otro responde indignado: – Ni siquiera a mi mujer le digo a donde voy a viajar y ¿Se lo voy a decir a usted?.
Agradecido
Discutían un valiente y un cobarde. Cuando ya parecía que se iban a dar a puñetazos, el cobarde exclama: -¡Agradezca, mijo!
– ¿Agradezca qué? – gritó el valiente
– Agradezca que le tengo miedo, porque si no, le daba
El esposo valiente
Era uno de esos pobres esposos (¿Será que abundan tanto en la sociedad de hoy?) a quien su mujer lo tenía plenamente dominado. Lo hacía para donde ella quería y, si se portaba mal, lo castigaba y golpeaba cruelmente. Un día decidió seguir el consejo de sus amigos y se inscribió en una escuela de Karate para aprender artes marciales y defenderse de los ataques de su mujer. Cuando consideró que ya sabía lo suficiente, decidió desafiar a su imponente esposa. No regresó a su casa después del trabajo, sino que se fue con sus amigos a tomarse unas cuantas copas y a bailar y disfrutar sin preocupación alguna de lo que su mujer pudiera hacerle al llegar a su casa. Cuando el reloj marcó las dos de la mañana, emprendió su retorno a casa. Tocó el timbre y muy decidido, cuando vio a su mujer abrir la puerta, abrió sus manos y dispuso sus pies en posición de ataque y lanzó el típico grito de un gran karateca: ¡Yaaa!
Y su mujer, con su estilo dominante de siempre, le gritó más fuerte: – ¿Ya qué?
Y aquel hombre, como un manso gatito; contestó cabizbajo: – Ya llegué mi amor!