Por muy insignificantes que parezcan algunas personas, siempre tienen algo bueno que aportar a nuestra vida. Jamás debemos despreciar o ver de menos a nadie. La rosa y el sapo es una historia que nos ilustra esa realidad:
La rosa y el sapo
Había una vez una rosa roja muy bella, se sentía de maravilla al saber que era la flor más bella del jardín. Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos. Eso sucedía porque al lado suyo siempre había un sapo grande y oscuro, al que la gente le tenía miedo y por eso nadie se acercaba a verla de cerca. Indignada ante lo descubierto, le ordenó al sapo que se fuera de inmediato.
El sapo, muy obediente, dijo: Está bien, si así lo quieres.
Poco tiempo después el sapo pasó por donde estaba la rosa y se sorprendió al verla totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos. Le dijo entonces:
– Vaya que te ves mal! ¿Qué te paso?
La rosa contestó: Es que desde que te fuiste, las hormigas me han comido día a día, y nunca pude volver a ser igual.
El sapo solo contestó: Pues claro, cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso siempre eras la más bella del jardín.
Moraleja:
Todos tenemos algo bueno que aportar a la vida de los demás. Todos tienen algo bueno que aportar a nuestra vida. La ayuda en un momento determinado nos puede venir de la persona que jamás nos hubiésemos imaginado que nos sacaría de apuros en alguna situación difícil.
Por eso nunca debemos despreciar a nadie, aún a aquellas personas que, por alguna razón, creemos que son insignificantes para nuestras vidas. Dios no ha creado seres inútiles. Todos valemos y tenemos algo que aportar a los demás.
Aprendamos a valorar a todos los que nos rodean, a toda aquella persona que Dios pone en nuestro camino, no vaya a ser que nos estén sirviendo en algo que nosotros no hemos percibido o valorado aún.
¿Tienes algún compañero de clases a quien no soportas o, simplemente, te parece insignificante y por eso lo desechas de tu vida? Ese podría ser, en el futuro, el jefe de alguna importante empresa que te puede ayudar a conseguir un buen empleo. La vida da vueltas y nos prepara sorpresas.
De todos se aprende, de todos se recibe ayuda, aunque sea la persona más sencilla y, aparentemente, insignificante; aunque nos parezca un simple «sapo», en algún momento podemos necesitar de ella.