Monición de entrada
Queridos hermanos, tengan todos muy buenos días (tardes, noches). Sean todos bienvenidos a la celebración de esta santa misa, en la Solemnidad de la Ascensión de nuestro Señor Jesucristo.
La ascensión es como el desarrollo del acontecimiento de la Pascua, su plenitud, que todavía «madurará» más con el envío del Espíritu. Pascua, Ascensión y Pentecostés no son unos hechos aislados, sucesivos, que conmemoramos con la oportuna fiesta anual, sino un único y dinámico movimiento de salvación que ha sucedido en Cristo, nuestra Cabeza, y que se nos va comunicando en la celebración pascual de cada año.
Con la alegría de que Cristo asciende entre aclamaciones, pero que se queda con nosotros hasta el fin de los tiempos, comencemos esta santa Misa, de pie, cantando juntos el canto de entrada…
Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
Todas las lecturas de hoy iluminan el misterio de la Ascensión. Los Hechos de los Apóstoles nos narra la ascensión de Jesús a los cielos y su promesa del Espíritu Santo. El salmo se acomoda perfectamente a la fiesta y nos ayuda a entender que, subiendo al cielo, Jesús es entronizado como “rey de toda la tierra”. Este aspecto está aún mejor desarrollado en la Carta a los Efesios, donde se insiste en que la resurrección ha otorgado a Cristo la plenitud del poder junto a Dios. Precisamente lo mismo que proclama el Resucitado en el evangelio de Mateo con el envío de los discípulos y su promesa de permanecer con ellos para siempre. Con atención escuchemos.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Hechos de los Apóstoles 1, 1-11)
Lucas, en el inicio del libro de los Hechos de los Apóstoles, nos narra hoy el acontecimiento que celebramos este día: La Ascensión de Jesús a los cielos. Al mismo tiempo nos dispone ya para prepararnos al cumplimiento de la promesa de Cristo, el envío del Espíritu Santo, quien nos acompañará hasta la segunda venida de Cristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 1, 1-11
En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les recomendó:
—«No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo». Ellos lo rodearon preguntándole:
—«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?».
Jesús contestó:
—«No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo».
Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndole irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
—«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 46)
El salmo 46 no puede ser más adecuado para hoy. Invita a los pueblos a batir palmas porque «Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas». El salmista lo decía de Yahvé, con ocasión de alguna victoria. Nosotros, después de la Pascua del Señor, lo cantamos con entusiasmo confesando nuestra fe en la victoria de Cristo Jesús, diciendo todos:
Salmo responsorial: Salmo 46, 2-3. 6-7. 8-9
R. Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas.
Pueblos todos batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra. R.
Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas;
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad. R.
Porque Dios es el rey del mundo;
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R.
Monición a la segunda lectura (Efesios 1, 17-23)
El pasaje de la carta de San Pablo a los Efesios, que leemos hoy, está ciertamente bien elegido para la solemnidad que celebramos: es un himno cristológico con el que nos invita a comprender en profundidad el misterio de Cristo y la «extraordinaria grandeza del poder» que desplegó Dios en Cristo, «resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 17-23
Hermanos: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro.
Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Mateo 28, 16-20)
Ya casi al final del tiempo pascual, contemplaremos hoy la escena conclusiva del evangelio de Mateo. El Resucitado reúne a sus discípulos en Galilea y los envía a la misión universal, prometiéndoles estar con ellos hasta el final de los tiempos. Hoy está con nosotros, y nos preparamos para escuchar su palabra, cantando el aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, paro algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
—«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Opción 1
Presidente: Mientras permanecemos en esta tierra, pidamos al Padre de la gloria por las necesidades de todos, especialmente de aquellos que son conscientes de su misión evangelizadora. A cada petición contestamos:
Padre, atiende la oración de tu Iglesia.
- Por la Iglesia, para que, movida por el Espíritu Santo, lleve a cabo su misión de evangelizar y promover la paz y la unidad en el mundo. Oremos.
- Por los responsables del gobierno de las naciones, para que encuentren soluciones razonables, justas y equitativas a los problemas de cada nación. Oremos.
- Por todos los que sufren, para que Dios les dé su sanación y consuelo. Oremos.
- Por esta comunidad, para que redescubramos nuestra misión de evangelizar el
mundo en el que vivimos, siendo testigos de la resurrección de Cristo en todos los ambientes que frecuentamos. Oremos
Presidente: Padre del cielo que manifestaste tu poder en Jesucristo y lo hiciste
sentar a tu derecha, ayúdanos siempre en nuestro caminar. Por Jesucristo nuestro Señor, amén.
Opción 2
Presidente: A Jesucristo que está delante del Padre para interceder por nosotros, presentémosle nuestra oración.
A cada intención responderemos: «Señor de la Gloria, escúchanos»
- Señor Jesús, que hiciste de tu Iglesia, Sacramento de tu presencia en el mundo, fortalécela en su tarea evangelizadora. Oremos.
- Señor Jesús, que nos envías a construir una civilización nueva, concede a quienes tienen poder y responsabilidad en el orden social, los dones de la justicia y la paz. Oremos.
- Señor Jesús, que hiciste testigos de tu cruz y resurrección a los discípulos, concede a quienes están enfermos la esperanza del consuelo poderoso del Espíritu Santo. Oremos.
- Señor Jesús, que prometiste la fuerza de lo alto a quienes creyeran y esperaran en ti, ayúdanos a confiar en tus promesas y a obrar de acuerdo al mandamiento nuevo del amor. Oremos.
- Señor Jesús, que fuiste alabado en el templo por tus mismos discípulos, concédenos crecer en la alegría y en la esperanza cristianas. Oremos.
Presentación de las ofrendas
Hoy llevemos al altar, no solo las ofrendas de pan y vino, sino también nuestro compromiso con el anuncio del Evangelio a aquellos que no conocen a Dios.
Comunión
«Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días» es la promesa de Jesús en el Evangelio de hoy. Y Él está presente en la Santa Eucaristía. Acerquémonos a recibirle cantando.
Final
«Id y haced discípulos de todos los pueblos» —dice el Señor—; por eso vayamos al mundo ahora a cumplir la misión que a cada uno de nosotros corresponde, evangelizando a todos los alejados de Dios.
Fuente: Aldazábal, José, Enséñame tus caminos 8 – Los Domingos Ciclo A, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 2004; La Casa de la Biblia, Tú tienes palabras de vida – Lectura Creyente de los Evangelios Dominicales Ciclo A, Editorial Verbo Divino, 2010; Bartolomé, Juan J., El Corazón de la Palabra Ciclo A, Editorial CCS