Monición de entrada
Queridos hermanos, tengan todos muy buenos días (tardes, noches). Sean todos bienvenidos a la celebarción de la santa misa en el quinto domingo de Pascua.
Han transcurrido ya cuatro semanas de Pascua y hoy inauguramos la quinta. Las lecturas bíblicas nos van ayudando a entrar cada vez con mayor fuerza en la vida nueva del Resucitado y las consecuencias que tiene para la comunidad cristiana.
No debemos cansarnos de celebrar nuestra fiesta principal, que dura siete semanas: nuestra fe cristiana es fundamentalmente alegría y visión optimista. Por eso, de pie, cantamos con gozo el canto de entrada.
Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
La experiencia pascual sigue transformando a las primeras comunidades. El libro de los Hechos nos presenta a la comunidad cristiana de Jerusalén, que, después de la resurrección, se organiza para atender mejor a sus necesidades, según los carismas y dones que cada uno ha recibido. La primera carta de Pedro revela la gran dignidad y responsabilidad de los que se han identificado con Cristo resucitado mediante el bautismo. Y Jesús, en el evangelio de Juan, quiere preparar a los discípulos para el momento en el que ya no esté físicamente con ellos, de modo que puedan continuar la obra que Él inició.
Escuchemos con atención.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Hechos de los Apóstoles 6, 1-7)
En el libro de los Hechos de los Apóstoles vemos hoy cómo la primera comunidad va creciendo y apareciendo en ella las primeras tensiones. Para resolver este problema se estructuran los roles y se distribuyen las funciones bajo principios rectores.
Escuchemos también cómo aparecen los primeros ministros ordenados.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 6, 1-7
En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, diciendo que en el suministro diario no atendían a sus viudas. Los Doce convocaron al grupo de los discípulos y les dijeron:
—«No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos de la administración. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea: nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra».
La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando.
La palabra de Dios iba cundiendo, y en Jerusalén crecía mucho el número de discípulos, incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 32)
Con el salmo 32 damos las gracias a Dios y manifestamos nuestra confianza en Él. Lo hacemos diciendo:
Salmo responsorial: Salmo 32, 1-2. 4-5. 18-19
R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R.
Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.
Monición a la segunda lectura (1 Pedro 2, 4-9)
En la carta de Pedro nos encontramos hoy con una gran convicción teológica y pastoral: la comunidad cristiana es un pueblo sacerdotal, un templo vivo en el Espíritu. Esa comunidad somos nosotros, y estas palabras de Pedro merecen nuestra gran atención.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 2, 4-9
Queridos hermanos:
Acercándoos al Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo.
Dice la Escritura:
«Yo coloco en Sión una piedra angular,
escogida y preciosa;
el que crea en ella no quedará defraudado».
Para vosotros, los creyentes, es de gran precio, pero para los incrédulos es la «piedra que desecharon los constructores: ésta se ha convertido en piedra angular», en piedra de tropezar y en roca de estrellarse. Y ellos tropiezan al no creer en la palabra: ése es su destino.
Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de las tinieblas y a entrar en su luz maravillosa.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Juan 14, 1-12)
La no presencia física de Jesús por su vuelta al Padre, es el problema de la Iglesia postpascual que nos relata el evangelio de hoy. A ese problema responden los discursos de Jesús que escucharemos a continuación.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 1-12
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
—«No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y a donde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice:
—«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde:
—«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice:
—«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica:
—«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Opción 1
Presidente: Queridos hermanos, invoquemos a Cristo, Camino, Verdad y Vida, y, como pueblo sacerdotal, pidámosle por las necesidades del mundo entero. Hagámoslo diciendo con fe:
Jesús, Camino, Verdad y Vida, escúchanos.
- Por la Iglesia, para que Cristo, su esposo, llene de alegría pascual a todos los que dentro de ella se han consagrado a la extensión del reino de Dios por este mundo. Roguemos al Señor.
- Por el Papa Francisco, los obispos y los sacerdotes, para que descubran su misión dentro de la Iglesia como un servicio de amor. Roguemos al Señor.
- Por la salvación del mundo, para que Cristo resucitado, testigo fidedigno y veraz, nos conceda ser, con nuestra alegría evangélica, sal y luz para los hombres que desconocen la victoria de la resurrección y viven alejados de Dios. Roguemos al Señor.
- Por los que sufren por diferentes causas, para que Cristo, estrella luciente de la mañana, seque las lágrimas de los que lloran y aleje el dolor y las penas de los que padecen algún tipo de enfermedad. Roguemos al Señor.
- Por nosotros, para que no relativicemos la Verdad y nuestra vida refleje coherentemente nuestra unión con la única Verdad, que es Cristo. Roguemos al Señor.
Presidente: Señor, escucha las plegarias que esta comunidad hoy te ha presentado, atiéndelas, según tu voluntad y ayúdanos a seguir confiando nuestra vida en ti. Te lo pedimos, a ti que vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amén.
Opción 2
- Para que la Iglesia siga mostrando al mundo el camino que debe seguir, la verdad que debe creer y la fuente de la verdadera Vida. Oremos.
- Para que los gobernantes del mundo estructuren sus gobiernos buscando la satisfacción de los pueblos bajo su responsabilidad. Oremos.
- Para que los necesitados reciban asistencia de parte de la Iglesia, al estilo de la comunidad que nos ha descrito hoy e libro de los Hechos de los Apóstoles. Oremos
- Para que los que han dado positivo al coronavirus recuperen su salud y den testimonio del poder de Dios. Oremos
- Para que los que nos hemos congregado hoy en torno al banquete del Señor, permanezcamos siempre unidos como hermanos, miembros de la gran familia cristiana. Oremos.
Presentación de las ofrendas
Con mucha alegría llevemos al altar el Pan y el Vino, fruto de nuestro esfuerzo, y que se convertirán en el Cuerpo y Sangre de Cristo.
Comunión
Aceptando la invitación de Dios, vayamos jubilosos ahora a compartir la Mesa del Señor Jesús. Cantamos…
Final
Nos despedimos, hermanos, para encontrarnos el próximo domingo nuevamente en la casa de Dios. Sabemos que Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida. Vayamos a seguir sus pasos y a mostrarles ese Camino a quienes van extraviados por el mundo.
Fuente: Aldazábal, José, Enséñame tus caminos 8 – Los Domingos Ciclo A, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 2004; La Casa de la Biblia, Tú tienes palabras de vida – Lectura Creyente de los Evangelios Dominicales Ciclo A, Editorial Verbo Divino, 2010; Bartolomé, Juan J., El Corazón de la Palabra Ciclo A, Editorial CCS