Monición de Entrada
Les damos la más cordial bienvenida a esta santa misa en el Segundo Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia. Dentro de la Cincuentena Pascual, tiene personalidad propia esta primera semana que hoy acaba, la «octava de Pascua», que se celebra como un único día. A este mismo domingo otros le llaman «domingo de Tomás», porque, precisamente en un día domingo el Señor se aparece a sus discípulos, tal como nos lo relatará el evangelio de hoy.
Celebremos el domingo, como la gran fiesta del Señor, con esta santa eucaristía. De pie, cantamos….
Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
Las lecturas de hoy nos hablan del poder transformador de la fe pascual. El evangelio nos recuerda que esa fe es capaz de hacer que el grupo de los discípulos se transforme en una comunidad misionera, experiencia que se traduce en comunión de vida, como lo relata el libro de los Hechos de los Apóstoles. Esa fe produce en nosotros un «nuevo nacimiento» para vencer al mundo, según la primera carta de San Juan. Escuchemos atentos.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Hechos de los apóstoles 4, 32-35)
Escucharemos ahora una visión global de la vida de la primera comunidad cristiana, transformada por la experiencia de la resurrección de Jesús. Este texto acentúa especialmente el espíritu fraternal de los primeros cristianos. Pongamos mucha atención.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4, 32-35
En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía.
Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor.
Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 117)
El salmo 117, más que comentar la primera lectura, sintoniza con la Pascua que estamos celebrando. Con el salmista nosotros también manifestamos nuestra alegría y nuestro gozo diciendo:
Salmo responsorial: Salmo 117, 2-4. 16ab-18. 22-24
R. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R.
La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte. R.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.
Monición a la segunda lectura (1 Juan 5, 1-6)
Escuchemos ahora un texto del final de la primera carta de San Juan, en el que trata sobre varios temas de nuestra vida cristiana, como hijos de Dios.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta de apóstol san Juan 5, 1-6
Queridos hermanos:
Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Dios que da el ser ama también al que ha nacido de él.
En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
Pues en esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo.
Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Juan 20, 19-31)
Por una venerable tradición, se lee cada año en este domingo el evangelio en el que Juan nos cuenta las dos apariciones del Resucitado a los apóstoles. Preparémonos con el canto del aleluya, para la escucha atenta de este relato.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-31
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
—«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
—«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado así también os envió yo».
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
—«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
—«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
—«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
—«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
—«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
—«¡Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
—«¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Dirijamos nuestra oración a Dios, nuestro Padre, para que la comunidad cristiana, confirmada en la fe, dé razón de su esperanza ante los hombres.
Contestaremos todos: «Envía tu Espíritu, Señor»
- Por la Iglesia, maestra en la fe y madre del pueblo de Dios, para que enseñe a los hombres de este tiempo a renacer de lo alto, formándolos en la docilidad para recibir el don del Espíritu Santo. Oremos.
- Para que los gobernantes, abandonando la lógica del poder y de la supremacía, se dediquen a buscar el bien de las naciones y del pueblo que les ha sido confiado, promoviendo una sociedad más justa y solidaria. Oremos.
- Por los que viven la experiencia del dolor, para que no se dejen vencer por el desánimo, sino que, por la fuerza de la fe y la solidaridad de los hermanos, sientan que el Señor está cerca de cada uno de ellos. Oremos.
- Para que nuestra comunidad parroquial sea iluminada por la alegría de la Resurrección, de tal modo que sea luz en el mundo que la rodea. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
«En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común», llevemos ahora al altar las ofrendas del vino y el pan, fruto de nuestro trabajo. Cantemos.
Comunión
¡Señor mío y Dios mío! exclamamos, como Tomás, ante la presencia real de Cristo Resucitado en el Pan y el Vino. Acerquémonos a recibirle.
Final
Vayamos ahora a proclamar a los cuatro vientos que Cristo no está muerto, Cristo está vivo porque ha resucitado y nosotros somos testigos. Vayamos a dar esperanza a aquellos que creen que todo termina con la muerte.
Verdaderamente Cristo ha resucitado, aleluya!