Monición de entrada
Con la más fraternal bienvenida les recibimos en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, para celebrar esta Santa Misa en la Solemnidad de la Santísima Trinidad.
En toda oración cristiana y en toda fiesta nos dirigimos al Dios Uno y Trino; pero hoy es una solemnidad especial dedicada a las tres personas de la Santísima Trinidad. Esto, precisamente, cuando terminamos la Pascua, en la que Dios Trino, con un evidente protagonismo diferenciado nos ha querido comunicar con mayor densidad su vida divina.
Con esta celebración glorifiquemos a la Santísima Trinidad, que le da pleno sentido a nuestra existencia cristiana.
Con mucho gozo iniciamos la celebración de estos misterios. De pie, cantamos…
Moniciones a las lecturas
Opción 1: Monición única para todas las lecturas
La Palabra de Dios hoy nos habla de las tres personas de la Santísima Trinidad. La primera lectura afirma la unicidad de Dios frente al politeísmo de otros pueblos. En el evangelio Jesús es quien nos permite comprender que ese Dios único es a la vez comunión entre personas al hablarnos del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Pablo nos recuerda, además, que también nosotros vivimos sumergidos en ese misterio trinitario y que es en su seno donde podemos entender y experimentar lo que significa ser hijos de Dios.
Con mucha atención escuchemos esta Santa Palabra.
Opción 2: Moniciones para cada lectura
Primera lectura (Deuteronomio 4, 32-34. 39-40)
Dentro de un discurso de tono exhortativo, el autor del libro del Deuteronomio anima al pueblo a permanecer fiel al único Dios. Escuchemos esa exhortación.
Salmo responsorial (Salmo 312)
Con el salmista manifestamos nuestra alegría ante nuestro Dios salvador y redentor, diciendo juntos:
Segunda lectura (Romanos 8, 14-17)
En el capítulo que escucharemos de la carta a los Romanos, Pablo expone su entusiasta concepción sobre lo que significa el Espíritu en nuestras vidas.
Evangelio (Mateo 28, 16-20)
El final del evangelio de Mateo nos anuncia la misión que Jesús encomendó a la Iglesia, antes de su despedida: evangelizar y bautizar en el nombre del Dios Trino.
Oración de los fieles
Nosotros, que hemos recibido un Espíritu, no de esclavos para caer en el miedo, sino de hijos, dirijámonos a Dios con confianza y amor, a Él que nos permite llamarle «Abba, Padre». Digamos con fe:
Padre, escucha la oración de tus hijos.
- Por la Iglesia, para que sea sacramento de unidad y de comunión vivida entre sus miembros y con toda la humanidad, a imagen de la comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Oremos.
- Por nuestro Santo Padre Francisco, para que sea siempre escuchado y acogido en su difícil y delicado ministerio, y pueda transmitir con entusiasmo, la belleza de nuestra Iglesia, pueblo unido por el amor divino. Oremos.
- Por la paz en el mundo entero, para que el Amor del Espíritu Santo guíe el camino de los pueblos destruidos por las guerras, ilumine a quienes ejercen el gobierno de las naciones y les inspire nuevas vías de diálogo, entendimiento y perdón. Oremos.
- Por los que que sufren los efectos de la desintegración familiar, por los huérfanos y las viudas, para que el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo les permita restablecer sus vidas, sanar heridas y poner su vista hacia el futuro, con fe y optimismo. Oremos.
- Por todos nosotros, para que aprendamos a vivir como una sola familia en el Dios Uno y Trino, creciendo en la recíproca responsabilidad y atención y siendo testimonio de la belleza de Dios. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
Dios que es Uno y Trino llama a su pueblo a vivir en unidad. Ofrezcamos nuestros lazos de hermandad cristiana, con las ofrendas de pan y vino. Cantemos…
Comunión
Cristo, segunda persona de la Santísima Trinidad, nos permite unirnos a Él, dándonos su cuerpo y su Sangre en el pan y el vino. Acerquémonos con fe a comulgar.
Final
El mundo está dividido, la humanidad clama por el restablecimiento de la unidad y la hermandad. Nosotros somos testigos de la primera comunidad unida por el amor: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Vayamos a replicar esa unidad, construyendo lazos firmes, primero entre nuestros familiares y luego con todos aquellos con quienes convivimos día a día.
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Fuentes: Aldazábal, José, Enséñame tus caminos 9. Domingos Ciclo B, Centre de Pastoral Litúrgica