Monición de entrada
Queridos hermanos, nos encontramos nuevamente reunidos, como una sola familia, para celebrar la Santa Eucaristía Dominical. Hoy celebramos la Solemnidad de la Ascensión de nuestro Señor Jesucristo a los cielos.
La ascensión de Jesucristo marca la entrada definitiva de la humanidad de Jesús en el dominio celeste de Dios de donde ha de volver, y eso nos da una gran motivación para celebrar con gozo esta santa misa; que comenzamos de pie, cantando…
Moniciones a las lecturas
Opción 1: Monición única para todas las lecturas
Las lecturas de hoy nos presentan dos versiones distintas de la Ascensión de Jesús. La primera se encuentra al inicio del libro de los Hechos de los Apóstoles, la segunda al final del evangelio de Marcos. Escuchemos con mucha atención.
Opción 2: Moniciones para cada lectura
Primera lectura (Hechos de los apóstoles 1, 1-11)
Del Libro de los Hechos de los Apóstoles escuchemos el primer relato de la Ascensión de Jesús, con la que rompe los límites a los que se sometió en la encarnación.
Salmo responsorial (Salmo 46)
El salmo 46 es el más adecuado para la solemnidad de hoy. Invita a los pueblos a batir palmas porque «Dios asciende entre aclamaciones». Aclamemos nosotros también diciendo:
Segunda lectura (Efesios 1, 17-23)
El pasaje de la segunda lectura está ciertamente bien elegido para la solemnidad que celebramos: es el himno cristológico, el cántico de alabanza a Dios con el que da comienzo la carta de Pablo a los Efesios.
O bien:
Segunda lectura (Efesios 4, 1-13)
Escucharemos ahora un pasaje en el que san Pablo, en su carta a los Efesios, nos presenta un programa denso de vida cristiana.
Evangelio (Marcos 16, 15-20)
Al final de su evangelio, hoy Marcos nos cuenta el último encuentro del Resucitado con sus discípulos, en el que les encomienda su mandato misionero. Preparémonos con el aleluya para escuchar atentos ese relato.
Oración de los fieles
Queridos hermanos, en el que el Señor Jesús, ascendiendo al cielo, ha llevado a la gloria nuestra humanidad, promesa de salvación para todos nosotros, oremos juntos diciendo:
Escucha el clamor de tu pueblo, Señor.
- Por la Santa Iglesia: que, fortalecida en la fe por la certeza de la presencia del Señor, anuncie sin temor la novedad y la verdad del Evangelio, para que a todos los lugares pueda llegar la Palabra de salvación. Oremos.
- Por el Papa Francisco, los obispos, los sacerdotes y misioneros para que vivan siempre con alegría y humildad el envío hacia las gentes, recibido del Señor, y puedan alabar su nombre al reconocer los signos y los prodigios que Dios realiza a través de ellos en quienes se adhieren al Evangelio. Oremos.
- Por los gobernantes de nuestro país y del mundo para que les sea concedido un espíritu de humildad y fraternidad que les permita ser empáticos con el pueblo bajo su responsabilidad. Oremos..
- Por los que tienen hambre y frío para que encuentren en los hombres la mano generosa del Señor, que ha prometido estar con nosotros todos los días. Oremos..
- Por todos nosotros, para que también atendamos el llamado de anunciar el evangelio, comenzando por nuestros familiares y amigos. Oremos..
Presentación de las Ofrendas
El llamado de Dios para ir por todo el mundo y anunciar el evangelio nos ha sido dirigido hoy. Ofrezcamos, junto con el pan y el vino, nuestras oraciones por todos los misioneros del mundo. Cantemos.
Comunión
El Señor prometió estar con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo. En la Santa Eucaristía está para ser nuestro alimento y unirse a nosotros. Acerquémonos con devoción a recibirle.
Final
El mandato de Jesús para todos nosotros ha sido claro en este día: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación». No podemos evadir esa misión. Ahora más que nunca, al retirarnos a nuestros hogares, llevamos ese compromiso de anunciar la Buena Nueva de salvación, especialmente a aquellos que más alejados están de Dios.